Cultura

24/6/2021

#FreeBritney: la lucha de Britney Spears por recuperar el control de su vida

Su padre y sus tutores legales ejercen sobre ella un sometimiento completamente abusivo. El 12 de julio se conocerá la sentencia legal sobre su situación.

Britney Spears, la estrella del pop mundial, se presentó ayer ante un tribunal de Los Ángeles de forma virtual para testificar en el marco de una audiencia sobre la gestión de sus asuntos comerciales y personales. La batalla legal que enfrenta desde hace tiempo es para terminar con la tutela que comparten su padre, Jamie Spears, y su equipo sobre ella hace más de 13 años. Más allá de tener el control de los 60 millones de dólares que acumuló Britney con su música desde los 17 años, legalmente la privaron de tomar decisiones hasta sobre su propia vida.

Para entender el nivel del control y sometimiento que ejercen sobre ella, hay que prestar atención a sus declaraciones recientes. La artista de 39 años reveló que sus tutores legales no la autorizan a ir al médico para sacarse un dispositivo intrauterino (DIU) que utiliza como método anticonceptivo, ya que no quieren que tenga más hijos, contrario a su deseo de tener otro bebé. La crudeza de sus declaraciones conmovieron a todo el mundo. Se trata de una tutela completamente abusiva que no la deja tener siquiera decisión sobre su propio cuerpo. Tampoco tiene privacidad en su vida cotidiana. Britney es instigada a exámenes constantes, donde la obligan a desvestirse frente a sus enfermeros a diario. Si no cumple con estos términos, no puede ver a sus hijos ni a su pareja actual.

El cuadro de abuso que la artista vive por parte de su padre no puede ser visto –como sucede en buena parte de lo escrito sobre este y otros casos similares- de forma aislada. La producción de ídolos/as que son luego tratados como en una “picadora de carne” es una constante que muestra la perversión de la industria cultural capitalista; el ciclo se completa cuando se hace un espectáculo del dolor de tales individuos.

Explotación laboral: la contracara de los glamorosos shows

Spears alzó la voz para denunciar que fue obligada a salir de gira en el 2018. Después de haber realizado una residencia en Las Vegas sin parar desde el 2013 al 2017 durante el show “Britney: Piece of Me’’, la artista quería tomar un descanso. Pero comenzó a sufrir amenazas cuando empezó a desistir de continuar con los shows o incluso a pedir cambios en las coreografías, después de jornadas laborales extensas los 7 días de la semana. Cuando anunció públicamente que pausaría las presentaciones de su segunda residencia, “Britney: Domination’’ en 2019, la medicaron contra su voluntad con litio, una droga fuerte que le impedía hasta poder mantener conversaciones de manera coherente.

La situación de Spears muestra como la medicina y la salud mental bajo este régimen, en lugar de apuntar a mejorar la calidad de vida de las personas, son sometidas al rasero de la ganancia capitalista –en este caso, de la discográfica y demás beneficiarios-. De hecho, la propia artista denuncia que sus tutores legales tomaron la “inteligente” decisión de obligarla a acudir a su tratamiento psicológico en el centro de Los Ángeles para exponerla constantemente al periodismo y así tenerla más controlada. Es claro que la medicalización excesiva es muchísimo más amplia que el caso de Britney: los patrones se benefician de que las y los trabajadores “rindan” (trabajen a como de lugar para darles ganancia), y las farmacéuticas se benefician a cualquier costo con la venta de sus productos. La gigantesca crisis por consumo de opioides en Estados Unidos, donde son publicitados engañosamente como un tratamiento para dolores crónicos, es ejemplar al respecto.

#FreeBritney: la campaña de apoyo y movilización de sus seguidores

La situación de cautiverio que tiene sometida a la artista después de la crisis emocional que vivió en el 2007, que fue producto de haber perdido la custodia de sus hijos frente al acoso constante de los “paparazzi” y la prensa -que convirtieron a la artista en la mujer más fotografiada del mundo, después de Lady Di-, así como de las presiones propias de la industria que hay por detrás de la música, nunca podría haber salido a la luz de no ser por el apoyo de sus seguidores.

La campaña por el #FreeBritney comenzó en el 2009 a partir de una investigación independiente, donde sus fans tomaron un rol activo para sacar a la luz los acuerdos sobre la tutela legal, que se habían sellado anteriormente en la Corte con absoluta confidencialidad.

En todo este tiempo donde ella pidió por la eliminación de la tutela bajo el control de su padre, la Justicia no hizo más que revictimizarla, sometiéndola a pericias psicológicas por horas de forma frecuente. Britney ya se había presentado en 2018 a declarar frente a la jueza, pero nada pasó. “La última vez que hablé ante usted me hicieron sentir que estaba muerta” le dijo ayer a la jueza. La causa comenzó a avanzar únicamente gracias al masivo apoyo de sus seguidores por todo el mundo, que generó una enorme repercusión mediática. La próxima instancia será el 12 de julio, dónde se deliberará qué sucederá con Spears.

Si el apoyo público y los recursos con que cuenta Britney Spears no le han permitido escapar de estos abusos por parte de su familia, la industria cultural y la justicia burguesa, ¿qué pueden esperar las trabajadoras y trabajadores que son sometidos cotidianamente a todas estas formas de degradación? Para superarlas, solo cuentan con la fuerza de su organización colectiva.

El caso de la cantante expone fenómenos de abuso, misoginia y explotación generalizados, que pone en cuestión toda la perversión de un sistema regido por la ganancia capitalista. Debemos apoyar y solidarizarnos por tanto contra toda forma de sometimiento a les artistas. ¡Por la libertad legal a Britney Spears!