Cultura

23/9/2010|1147

Gatillo fácil e inseguridad: “El rati horror show”

“El rati…” es una película con formato documental que analiza la inseguridad en la Ciudad de Buenos Aires desde un hecho conocido como “La masacre de Pompeya”, en la que hubo tres muertos y seis heridos. El hecho llamó la atención de Enrique Piñeyro por algunas señales que indicaban que podía tratarse de un “armado” policial.

El director -que fue el denunciante (sin compañía ni apoyo de los sindicatos aeronáuticos) de la precariedad laboral y de seguridad en Lapa y que renuncia como piloto de la empresa dos meses antes del accidente de la costanera en 1999- demostró fatalmente la certeza de sus observaciones a la empresa. Desde allí, Piñeyro filmó “Whisky Romeo Zulú” y “Fuerza Aérea Sociedad Anónima”, donde plasmó en imágenes la inseguridad en los vuelos de la empresa Lapa previos a la tragedia.

Ahora, toma un caso de persecución policial por Pompeya, que se transformó en una tragedia a partir de los hechos que sucedieron el 25 de enero de 2005.

Pero el film comienza con las imágenes de la brutal matanza de Kosteky y Santillán a manos de la Bonaerense, en una movilización piquetera en el puente Pueyrredón (26 de junio 2002), durante el gobierno de Duhalde, que concluyó en su renuncia.

Piñeyro menciona que “hechos inconexos, distantes en el tiempo tendrán un vínculo” y comienza a relatar la masacre de Pompeya con la versión oficial, tomada directamente de los noticieros de televisión de todos los canales, donde todos coinciden con el relato policial, nadie da una visión independiente. Y se pone a “desarmar” esa versión oficial de los medios, policía y la Justicia detalle tras detalle.

Los hechos de Pompeya se inician con la persecución que hace un Peugeot 504 negro, con identificación policial trucha en el que iban cuatro miembros de la brigada de la Comisaría 34 (Pompeya) a un Peugeot 205 blanco similar al usado en un robo minutos antes. Los efectivos policiales de civil dispararon sobre el 205, dándole 18 veces a la carrocería y ocho a su conductor, sin sirena que los identificara ni uniformes policiales. No se pudo demostrar que los efectivos policiales respondieron a una agresión o un tiroteo. Lo increíble es que luego de los ocho tiros que lo impactan, Carrera sobrevive. Incluso uno le pegó en la mandíbula y lo dejó inconsciente, por lo cual su auto siguió adelante sin control hasta chocar con una camioneta, atropellando y matando por el camino a dos mujeres y un chico.

“Los damnificados no lo reconocen, no reconocen el arma, no reconocen la gorra que aparece en las fotos, no le encontraron la plata, no hay huellas dactilares en el arma que aparece en al auto de Carrera, porque no le hacen la dactiloscopia, tampoco le hacen un dermotest en las manos, no hay deflagración de pólvora dentro del auto. Dénme algo, una mínima cosa que me diga que él tiene algo que ver con ese robo. No, no hay”, dice Piñeyro, con imágenes elocuentes.

El caso muestra la colusión de jueces, fiscales y policía en un armado que el film revela falso. Pero hay más, dentro de las conclusiones se proyecta una impunidad policial reforzada por las autoridades nacionales. En este caso, el actual procurador Esteban Righi, ex ministro del interior de Campora (1973), quien en un discurso de esa época afirma: “Que todo acusado es inocente hasta que se demuestre lo contrario”. Ahora, se transforma en un Righi aggiornado a los tiempos actuales, que cuando se puso el caso a su consideración recomendó mantener la pena. Aunque todo evidencia la inocencia del acusado. Invirtiendo su actitud, ahora para Righi el acusado debe demostrar su inocencia.

El film muestra que la brigada de la 34ª se moviliza con coches con identificaciones truchas (el Peugeot 504 en el que se moviliza la “brigada” tiene pedido de captura) por la ciudad y revela un accionar policial en total impunidad (¿y los controles de la Metropolitana de Macri?) igual al de los tiempos de los Falcon. Además, muestra la inseguridad provocada por aquellos que deberían asegurarla. Accionar que los poderes superiores -Justicia, fiscales, procuradores legalizan. Piñeyro dice “quiero que se vayan ellos y que se gestionen bien las líneas aéreas, la policía, la Justicia”.