Cultura
7/4/2024
“Shoá” y “Nakba”, mismo significado
Hemshej, un documental sobre el silencio, la memoria y la identidad
Disponible en pantallas Incaa y en cine.ar hasta el 10 de abril.
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De una historia familiar a replantearse la identidad judía.
“Hemshej”, la ópera prima de Julieta Lande, es un documental donde la acompañamos en su recorrido personal con un objetivo: la reconstrucción de la historia de sus abuelos sobrevivientes de la Shoá (el Holocausto). En 1939 Joel y Jana se escaparon de Stock, un pueblo de Polonia, huyendo de los nazis, y luego de un largo recorrido terminaron en Argentina.
En esta búsqueda la directora se reencuentra con un libro escrito por su abuelo en yiddish sobre la historia de su pueblo, el cual ella a pesar de tener una educación judaica no puede leer. El yiddish era el idioma de las comunidades judías en la mayor parte del mundo, se enseñaba de generación en generación y también en las escuelas e instituciones hasta la creación del Estado de Israel que pasa a imponer al hebreo como idioma oficial. A partir de plantearse el por qué del borramiento de este idioma Julieta pasa a replantearse toda la construcción de su identidad judía.
Lo que comienza como la búsqueda del camino de sus abuelos se convierte en la búsqueda de la propia construcción identitaria. Esta búsqueda tiene más silencios que respuestas, los silencios son otros protagonistas de esta historia; los silencios de su familia, especialmente de su padre y de su tío, que traen a su vez otros cuestionamientos. ¿Cuál es la historia que se oculta?¿Cuál es la historia que se cuenta? ¿Cómo es la construcción de la memoria colectiva?
El cambio del yiddish al hebreo no es solo un cambio de idioma, en esa imposición el Estado de Israel niega su identidad como pueblo perseguido así como también oculta las resistencias a esta persecución y la responsabilidad sobre quiénes la llevaron adelante, muchos que hoy en día quieren lavarse la cara realizando un apoyo al Estado de Israel. También borra su tradición de izquierda y humanista.
La película nos relata incluso la discriminación que sufrían quienes continuaban utilizando este idioma en Israel. El hebreo, el idioma en el que está escrita la Torá, trae una nueva identidad fuerte, lejana de esa historia, una identidad que ya no es víctima y tampoco resiste, sino que ataca a sus “enemigos”. Borrando incluso hasta la posibilidad de que nuevas generaciones, como la de Julieta, se puedan acercar a estas historias con una barrera idiomática.
Los abuelos de Julieta decidieron jamás volver a Polonia. Sin embargo, viajaron a Israel, y plantaron árboles en un bosque en memoria de las víctimas de su pueblo. En Israel existen muchos bosques plantados en memoria de las víctimas de la Shoá. En las escuelas judías y en muchas casas es costumbre tener alcancías para recolectar fondos para estos bosques. Julieta misma había participado de una plantación en uno de sus viajes también. Es un ritual que se repite sin muchos cuestionamientos. En la búsqueda de la reconstrucción de esta historia descubre, que estos bosques ocultan otra historia, otro pueblo borrado, son bosques plantados para tapar las ruinas de los pueblos palestinos destruidos durante la Nakba en 1948. Ahí llega una importante conclusión, no se puede construir memoria enterrando la memoria de otro pueblo.
Es este lazo entre la Shoá y la Nakba desde el cual se plantea una nueva identidad judía, una que no quiere construirse sobre el exterminio de otras comunidades. La película cobra un fuerte significado en este contexto, en donde continua el genocidio sobre la población palestina en Gaza y cada día somos más las y los judíos que nos levantamos para reclamar por un alto el fuego y por una Palestina libre.
No en nuestro nombre.
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