Cultura
11/7/2024
TEATRO
“Imprenteros”: diversificar el negocio familiar
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Lorena Vega, la dramaturga detrás de Imprenteros junto a sus hermanos Sergio y Federico
Las herencias son rara vez cosa fácil. Si jugamos a la asociación libre se nos vienen a la cabeza: papeles, enfermedades congénitas, abogados, traumas de la infancia, trámites engorrosos, chucherías, deudas, pesada herencia; en fin, no suelen ser indoloras. Acostumbran a ser una fuente de conflicto, ya sea familiar, psicológico, legal; casi siempre dejan cicatrices. Como en cualquier conflicto, después de que amaina la tormenta, nos lamemos las heridas e intentamos recomponer nuestro orgullo dañado como se puede. Pocas personas harían lo que hizo Lorena Vega, hacer de su herencia, o la ausencia de ella, material y fuente para una obra de teatro, y me animo a decir que solamente ella y su genio teatral lo logran hacer dando en simultáneo un giro copernicano en el formato teatral al que estamos habituados.
En esta obra no hay personajes en el sentido ortodoxamente teatral del término, es decir actores interpretando a personajes, sino que es Lorena misma la que nos guía a través de su historia familiar, ya sea narrándola, usando un powerpoint con fotos o dirigiendo pequeñas escenas de su infancia con la ayuda de algunos actores amigos que la acompañan en el escenario. De este modo nos cuenta acerca de su padre, un trabajador gráfico que ha podido adquirir una pequeña imprenta en el conurbano bonaerense. Allí aprende Lorena y sus hermanos Sergio y Federico el oficio mientras jugaban entre las máquinas, que ya han quedado casi obsoletas en comparación a las grandes imprentas con las que compite la PyME familiar, llamada Ficcerd. El trasfondo de la historia familiar son las crisis que atraviesan los años de formación de Lorena, las décadas de los 80 y 90. El pequeño negocio sufre y sobrevive la competencia de las grandes patronales gráficas, a fuerza del esfuerzo y el sacrificio familiar, que incluso lleva a los tres hermanos a trabajar en el taller en su adolescencia, y a Sergio a abandonar la escuela para ayudar a su padre. El rubro gráfico experimentó en los últimos años miles de despidos, y las grandes patronales se llevan ganancias colosales a costa de la explotación de los trabajadores en sus fábricas. En el caso de cooperativas o empresas familiares, la competencia desigual con los pulpos del sector conduce muchas veces a situaciones de autoexplotación.
Lorena nos cuenta acerca de conflictos con su padre en su niñez, adolescencia y adultez, una relación que no le ha resultado fácil, y de su madre que ha sido una presencia sólida durante su vida. Al morir su padre, los medios hermanos de los Vega cambian la cerradura del taller gráfico y no les permiten entrar a él nunca más. Este acto de usurpación del negocio familiar podría parecer el final trágico de esta autoficción, pero es en realidad el disparador creativo de este peculiar híbrido entre obra de teatro, instalación y happening.
Lorena convoca a su hermano Sergio sentado en el público, que ha sido trabajador gráfico toda su vida, a unirse al elenco en escena, y contar anécdotas familiares, pero por sobre todo a mostrarle a los espectadores lo que involucra el oficio gráfico, área que probablemente pocos conozcan siquiera sea superficialmente. Rompe así la barrera que podría separar a un trabajador fabril de un actor, y los condensa en su cuerpo, recién venido de su trabajo en una imprenta, aún con su uniforme laboral, nada de vestuario ni artificios. Con esta decisión artística reivindica la actuación como oficio, el oficio como arte, y la potencia creadora que puede tener la clase trabajadora. La voz y la presencia poderosa de Lorena dirigen la obra en tiempo real, dando indicaciones a su elenco, corrigiendo ciertas cosas, y armando así progresivamente su historia, reivindicando también el trabajo artesanal que involucra hacer teatro. Dialoga con su pasado y, al representarlo en escena para un público que probablemente nunca haya visto una obra de teatro parecida, convierte la herida infligida por sus medios hermanos en un manantial de creatividad teatral.
Utilizando con astucia y dinamismo distintos formatos, Lorena Vega logra crear un verdadero collage multimedial de su genealogía, uniendo los retazos con una precisión milimétrica que le hace justicia a su herencia gráfica, llenando los espacios en blanco con humor y perspicacia, y retocando la matriz de su presente familiar en la prueba de impresión, en un acto de justicia (dramática y no poética en este caso). Con la ayuda de sus hermanos Sergio y Federico arma un ecléctico álbum de fotos de los Vega, en formato teatral. Con “Imprenteros”, Lorena Vega y hnos. retoman el negocio familiar, y usando un término de moda: lo diversifican, con un giro que lo actualiza y lo muda del pequeño taller gráfico del Conurbano bonaerense al proscenio de un teatro a metros de la Avenida Corrientes. Para él ya no necesitan máquinas de troquelado ni prensas de impresión offset que escupan iteraciones de un mismo diseño, sino que alcanza con la invisible pero poderosa máquina teatral que exhala historias, cada una con un motivo singular y fugaz.
“Imprenteros” está los viernes a las 20 hs en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857).