Cultura
10/11/2025
Jean Meslier, un cura ateo, materialista y revolucionario

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Jean Meslier.
Las Memorias de Jean Meslier fueron un aporte extraordinario a la literatura revolucionaria que colaboró con la preparación la Revolución Francesa. El "cura ateo" nació en el último cuarto del Siglo XVII y murió 60 años antes de la Gran Revolución. Su vida transcurrió durante el Antiguo Régimen, el régimen anterior a la caída del absolutismo en una sociedad estratificada en la Nobleza, el Clero y el Pueblo Llano o Tercer Estado. En este sistema jerárquico, cuya cabeza era el Rey con poderes absolutos, el Tercer Estado reunía a la burguesía, a los campesinos, los artesanos, comerciantes y al pueblo pobre que constituía el 96% de la población francesa. Será el Tercer Estado el que inicie la Revolución el 14 de julio de 1789, con la toma de la Bastilla, la prisión emblema de la represión y censura del poder absolutista del rey Luis XVI.
La Revolución Francesa puso fin al Antiguo Régimen como llamaban los iluministas franceses y los revolucionarios al sistema que combatían en defensa de la soberanía popular, la libertad de opinión y religiosa y la igualdad de derechos ante la ley. Los antiguos "súbditos" del Rey se convirtieron con la Revolución en ciudadanos de la Nación. La República se establecería tres años después en 1792, y en 1793 el rey y la reina serían ejecutados por su complicidad contrarrevolucionaria con las monarquías de Austria y Prusia que amenazaban a la Francia Republicana y formaron la Primera Coalición a la que se sumaron las monarquías de España e Inglaterra.
Las Memorias de Meslier
El "Testamento de Meslier " -como lo llamó Voltaire- fue un mensaje dirigido a los campesinos de Francia condenando a todos los opresores. Las tres copias que dejó a su muerte debían asegurar que el manuscrito perdurara en caso de ser secuestrado y destruído por la Iglesia. Meslier se propuso "abrir los ojos a las necias aberraciones que yo mismo he tenido la desagradable obligación de fomentar en vosotros". Jean Meslier atacó sin medias tintas a la Iglesia Católica y a todas las religiones que no hacen otra cosa que “rebozar falsedad y engaño".
El singular caso de este cura rural que vivió y predicó entre los campesinos fue el la maduración de un pensamiento revolucionario en extrema soledad, que reunió tres condiciones que lo destacaron en la Historia. A pesar de que la figura de Meslier es poco conocida por el manto de silencio y de censura que rodeó a su obra, y la subestimación de loa filósofos, en su pensamiento confluirán un ateísmo confeso, la defensa del materialismo y el llamado a derribar a la monarquía, la nobleza, los señores feudales, los ricos, el clero y el aparato judicial.
Meslier marcó a fuego a todos los parásitos y haraganes del mundo a los que denunciaba por no hacer más que "desazonar, atormentar y devorar a los pobres". Adelantándose un siglo al llamamiento que hizo Carlos Marx -la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos- Jean Meslier escribió que los oprimidos debían apelar a sus propias fuerzas impulsando al campesinado a la acción y la organización.
“Vuestra salvación depende de vosotros mismos" se lee en sus Memorias que no fueron un registro de su vida de cura sino una inspiración para la acción revolucionaria. La ruptura de Meslier con todos los explotadores incluyó la reivindicación expresa de la violencia revolucionaria contra toda ilusión de reforma del régimen absolutista o de la Iglesia. Era partidario del “tiranicidio” y la ejecución de reyes y enemigos del pueblo, violencia que entendía imprescindible para derrotar a los opresores. Enconado enemigo de los poderosos y apasionado defensor de los oprimidos, Jean Meslier aconsejó a los campesinos ahorcar a todos los ricos y aristócratas con “las tripas de los últimos sacerdotes", arengando que no había odio excesivo para los culpables de “tantos males que por doquier explotan a los demás".
El cura de Etrépigny, como se definió Meslier, convivió a lo largo de toda su vida con los campesinos, predicó entre ellos y conoció de primera mano las penurias y necesidades de la clase campesina de Francia. Ordenado sacerdote a los 22 años, los púlpitos de sus parroquias rurales en la Champagne le permitieron condenar los abusos de los señores que “nunca trabajaron". Los sermones donde tomaba partido por los campesinos y los pobres le granjearon el desagrado y rechazo de las autoridades eclesiásticas. Sin embargo, para la Iglesia, Jean Meslier en vida no parecía representar un peligro serio y fue sorprendida por las Memorias, donde el cura denunciaba implacablemente a todos los opresores materiales y espirituales del pueblo.
El contenido revolucionario de las Memorias
Esta doble vida de Meslier -sacerdote de día y publicista revolucionario de noche- fue la vida tortuosa de un “militante clandestino” que dejó sus escritos para ser leídos después de su muerte, deslindando no sin una notoria amargura, que “en vida no podía yo decir abiertamente lo que pensaba". En la denuncia del Antiguo Régimen resaltaba el papel engañoso de la religión, la Biblia y las Sagradas Escrituras. Una de las tres copias de sus Memorias llegó a manos del iluminista Voltaire quien difundió una versión recortada a la que llamó el "Testamento de Meslier".
La inmensa mayoría de los pensadores que fueron parte activa del Iluminismo francés eran muy críticos de la Iglesia y de los prejuicios religiosos a los que contraponían la Razón, la Ciencia, el estudio de la Naturaleza y la lucha contra los prejuicios religiosos. Voltaire fue uno de los propagandistas más lúcidos entre los iluministas y un crítico descarnado y mordaz de la Iglesia Católica. Dirigiéndose a los pueblos de Europa llamó en el Siglo XVIII a "aplastar a la víbora" como llama crudamente al Clero y al Papado. Sus burlas y menosprecios del fanatismo religioso lo hicieron muy popular entre el pueblo.
Activista enérgico pasó largos años exiliado en Inglaterra, Holanda, Prusia y Suiza perseguido por la policía y los reaccionarios al servicio de la Iglesia. Prohibido en Francia, Voltaire tuvo que apelar a un centenar de alias para despistar a los confidentes policiales y a la censura oficial. Luchó sin cuartel contra los abusos de la Iglesia sentenciando que el “lobo siempre es fiera y no es un abuso casual si se regala con la sangre de las ovejas". La popularidad de Voltaire trascendió las fronteras de Francia cuando utilizando su prestigio dedicó tres años a demostrar la inocencia de Juan Calas, un protestante condenado falsamente a la ejecución por descuartizamiento por el asesinato de su hijo a partir de las denuncias mendaces de fanáticos católicos.
Otros iluministas franceses fueron el Barón de Montesquieu y Juan Jacobo Rousseau. Montesquieu introdujo la división de poderes como forma de organización ejecutiva, legislativa y judicial para combatir el despotismo. Su obra más trascendente fue el Espíritu de las Leyes a la que dedicó veinte años de trabajo. Monstequieu fue un liberal que no se propuso la supresión de la monarquía. Según su esquema de división de poderes, el rey debía estar al frente del Poder Ejecutivo para gobernar en equilibrio con los otros dos poderes. El " Espíritu de las Leyes” fue un arma teórica y política para dinamitar las bases del absolutismo en Francia y el resto de Europa.
Jean Jacques Rousseau nació en Suiza y se diferenció de los Encilopedistas porque no consideraba que la Razón fuese per se el antídoto contra las desigualdades sociales. Ponía como ejemplo las numerosas invenciones y los avances en el plano del conocimiento que no redundaron en beneficio del pueblo, su visión de la historia humana era dialéctica y resaltaba las contradicciones del progreso. La base del pensamiento de Rousseau estribaba en la consideración de que habiendo nacido libre, el Hombre vive cargado de cadenas por todas partes desvirtuándose el estado natural primigenio cuando la humanidad supo ser libre. Para Rousseau el punto de inflexión fue el surgimiento de la propiedad privada y lo dejó por escrito sosteniendo que la desigualdad no era inherente al estado natural de los seres humanos sino el resultado de un proceso histórico. "El primero en cercar las tierras diciendo esto es mío y encontrando gente ingenuo que le creyó, es el verdadero fundador de la sociedad civil" dijo Rosseau. Se preguntaba de cuántos males, guerras, crímenes y calamidades podría haberse salvado el género humano si “ los hombres hubiesen arrancado las estacas y borrados los líndes”.
El mérito incuestionable de Rousseau fue haber vinculado la desigualdad de clases al surgimiento de la propiedad privada y el origen del Estado con la necesidad de los propietarios por conservar lo que le habían impuesto por la fuerza al resto de la sociedad. En lugar de naturalizar la existencia de ricos y pobres, Rousseau indagó en el desarrollo de la humanidad y de sus contradicciones. La Razón le era imprescindible para desnudar los prejuicios de todo tipo pero no condición suficiente para construir una sociedad justa. Como desarrollará en su libro El Contrato Sociall, Rousseau le asignaba al Estado la función de regular y "nivelar" los conflictos entre las clases sociales. No renegaba de la propiedad privada pero sí pretendía limitar las desigualdades. La armonía social -que debía surgir del Contrato Social- iba a contramano de las aspiraciones de la burguesía por convertirse en la clase dominante.
Los Iluministas y Meslier
El texto que difundió Voltaire fue un recorte de las "Memorias" de Jean Meslier. El filósofo francés celebraba las denuncias del papel opresor de la Iglesia y el lenguaje directo y brutal del cura rebelde Meslier pero no simpatizaba con una Revolución popular y mucho menos con la violencia revolucionaria para terminar con el rey y la nobleza.
Voltaire murió una década antes de que comenzará la revolución. Los filósofos iluministas conocieron el manuscrito del "cura ateo" y se sirvieron de éste para denunciar el fanatismo religioso contrario a la libertad de pensamiento pero rechazaron su posicionamiento revolucionario. Cultivaban relaciones con aristócratas ilustrados y desconfiaban del pueblo inculto. Voltaire y Montesquieu representaban en el plano ideológico los intereses de la burguesía que chocaba con los privilegios dinásticos del Antiguo Régimen y las trabas feudales; Jean Meslier, por su parte, defendió otros intereses, los de la masa campesina que era la mayoría del pueblo llano. El escrito de Meslier fue precursor de los socialistas utópicos franceses.
Más radical que el inglés Tomás Moro y que el italiano Tomás Campanella, Jean Meslier no se limitó a imaginar una sociedad ideal como la "Utopía" -lugar que no existe- o la "Ciudad del Sol", en sus Memorias convocó al levantamiento del pueblo afirmando que solo habría justicia en la sociedad cuando la propiedad fuese colectiva y no de una minoría. Más consecuente que fue Voltaire quien no renegaba de la existencia de un ser supremo, Jean Meslier se centraba en la crítica feroz a la religión y se declaró ateo. Es conocida la frase de Voltaire -varias veces citada fuera de contexto para rebajar su lucha- cuando dijo "Si Dios no existiese, habría que inventarlo", lo que no dejaba de poner en duda su naturaleza divina.
Los planteos igualitaristas y democráticos de Rousseau en defensa de la Soberanía del Pueblo como "voluntad general de la Nacion" -presentes en el Contrato Social de Rousseau- chocaban con las tendencias de la clase burguesa a convertirse en una clase dominante y colisionaban con el desarrollo del capitalismo, un sistema de producción basado en la explotación de la clase obrera (plusvalía).
Menos culto que los Iluministas, Meslier no se hacía ilusiones con supuestos acuerdos y pactos niveladores con los poderosos y llamó a la insurrección campesina y la violencia revolucionaria. Su legado es reivindicado por marxistas y anarquistas. El "socialismo" utópico del cura Jean Meslier defendía los principios de la distribución racional y colectiva de los frutos del trabajo de la tierra "para que todos pudieran vivir sin conocer la miseria”. El sufrido campesinado francés era -para Meslier- la clase revolucionaria. Sin embargo en 1789 el campesinado francés, si bien le dio un alcance de masas a la Revolución Burguesa, no fue la dirección del movimiento revolucionario que recayó en la burguesía urbana, la intelectualidad y los artesanos de los talleres. Estos sectores populares frecuentaban las tabernas, los salones y clubes revolucionarios donde se debatían las cuestiones e ideas de la Revolución contra el absolutismo y las formas políticas que debería adoptar el Estado en Francia.
En las ciudades se concentraban los debates planteados por los iluministas, circulaban las ideas revolucionarias jacobinas, se imprimían libros y folletos, y florecían los discursos subversivos de Libertad, Igualdad y Fraternidad contra el Antiguo Régimen. Más tarde se irían desarrollando y concentrando en París la clase obrera con la aparición de la industria moderna. Esta concentración urbana facilitaba la formación de agrupamientos políticos más estables como ocurrió con al ala pequeñoburguesa más radical del Tercer Estado que fueron los jacobinos de Robespierre y Marat. A su izquierda estaba Hebert quien abogaba por una descristianización completa y medidas más radicales de la República, que lo enfrentaron con "El Incorruptible" ( Robespierre).
La diferenciación del Pueblo Llano -que estaba compuesto por varias clases- se vería con más claridad con el desarrollo mismo de la Revolución Francesa y con la consolidación de la burguesía. No es objeto de este artículo profundizar en la Gran Revolución Francesa pero en una apretada síntesis el poder pasó de los Girondinos y la Asamblea Nacional (disuelta en 1791), a la fase siguiente con la Convención y la dictadura revolucionaria jacobina del Comité de Salvación Pública que salvó a la Francia Republicana de las potencias exteriores que la amenazaban. En julio de 1794 los jacobinos fueron derrocados y ejecutados abriendo camino al Termidor contrarrevolucionario y al Directorio. Se conoce como el 18 Brumario -estudiado por Marx- al golpe de estado del General Napoleón Bonaparte que llevó a los ejércitos de la Revolución Burguesa por toda Europa enfrentando a la Santa Alianza de las monarquías absolutistas. En 1804 Napoleón se coronaria Emperador.
Qué dejaron las Memorias
Conocidas las Memorias de Meslier, éstas fueron ferozmente atacadas por toda la reacción que lo trató de inculto y "hombre de un solo libro", de resentido, sembrador de odios, y agente de la maldad y del diablo. No le perdonaban su crítica implacable a la Iglesia, una institución que conocía desde adentro y mucho menos su negativa a conciliar con los opresores. El Alto Clero con seguridad no perdonaba el haber sido engañado por un cura de aldea, al que creían uno de los suyos a pesar de que sus sermones no fuesen del gusto de la iglesia oficial. El resentimiento de reyes, nobles y prelados es el mejor homenaje que pudo haber tenido Jean Meslier. Este odio declarado a su figura sigue hasta el día de hoy y fue blanco de los historiadores reaccionarios del Siglo XX que se propusieron revisar la Revolución Francesa y para quienes Jean Meslier y el "partido" de los filósofos Iluministas habrían sido esencialmente los responsables de la Revolución Francesa en la que veían una conspiración amañada y orquestada por la propaganda antcristiana.
Esta simplificación desconoce la crisis financiera y económica por la que atravesó el reinado de Luis XVI que provocó hambrunas y protestas campesinas. Fue la convocatoria del Rey a los Estados Generales para imponer nuevos impuestos ante el "defolt" del Tesoro de la Corona, el detonante de la crisis política. El Tercer Estado en minoría frente al voto conjunto de los dos estamentos de la nobleza y el clero, se declaró " la nación misma" derrotando las intenciones posteriores del rey por disolver la Asamblea Nacional. Sobre Meslier se montaron todo tipo de calumnias para desacreditarlo. Resultaba imperdonable para la reacción que el cura denunciara la represión sexual que aplicaba la Iglesia para convertir en objeto del pecado y del Infierno las relaciones sexuales entre las personas. Este disciplinamiento ideológico se combinaba con la hipocresía de una institución donde reinaba la corrupción y la concupiscencia.
Materialista y ateo, Meslier era partidario de abolir la religión y todas las Iglesias por ser aliadas de la opresión. Decía con justeza que los sacerdotes enseñaban a los pobres a amar a sus enemigos prometiéndoles engañosamente la gloria eterna en el otro mundo. Para Jean Meslier, el Ser no era un ente absoluto sino la materia y su movimiento. Su materialismo mecanicista e ingenuo no estaba exento de un pensamiento dialectico en su visión de la naturaleza donde el movimiento propio de la materia era el origen de todas las cosas. El largo título de su único libro, escrito a escondidas da cuenta del proceso interior de reflexión y elaboración de Jean Meslier en el más completo aislamiento de una aldea rural. El nombre completo del manuscrito de 700 páginas y 90 capítulos dice mucho del objetivo que guió a Jean Meslier a escribir "Memoria de los pensamientos y sentimientos de Jean Meslier, cura de Etrépigny y de Balaives, acerca de ciertos errores y falsedades en la guía y gobierno de los hombres, donde se hallan demostraciones claras y evidentes de la vanidad y falsedad de todas las divinidades y religiones que hay en el mundo, memoria que debe ser entregada a sus parroquianos después de su muerte para que sirva de testimonio de la verdad, tanto para ellos como para sus semejantes".
El cura ateo dejó indicación expresa de que las copias fuesen difundidas para conocimiento de los campesinos y pobres. Cuando una de las copias llegó a las manos de las autoridades eclesiásticas de París -como Meslier había previsto- los iluministas ya se habían encargado de darle difusión en distintos países de Europa y dentro de Francia. Meslier se había impuesto y derrotado la censura del Antiguo Régimen.
Epitafio
Ningún camposanto o cementerio guarda los restos de este personaje que rechazó la existencia de Dios, cuestionó las estructuras opresivas de la Iglesia y denunció el "matrimonio" entre la iglesia y el poder. El título de su única obra bien merece ser su epitafio.




