Cultura

22/5/2023

La crisis del Fondo de Fomento del Incaa

Movilización este lunes 22 para solicitarle al ministro de Cultura respuestas para evitar el actual cuasi default del Instituto de Cine.

Incaa.

Desde la “mesa de directores” (ADN, CDC, DIC, Doca, RDI) se ha elaborado un petitorio y convocado una movilización en las puertas del Incaa para este lunes 22 de mayo para solicitarle al ministro de Cultura Tristán Bauer respuestas y acciones inmediatas para evitar el actual cuasi default del Instituto de Cine. A menos de un año de haber conseguido que no caducaran los impuestos específicos que nutren a los institutos culturales, el default de un Estado y todo un régimen político arrodillado frente a los bancos y el FMI golpea la puerta, indefectiblemente.

El reclamo consta de tres puntos: 1- que el Poder Ejecutivo derive al Incaa un aporte del Tesoro Nacional (ATN), 2- que se fiscalicen los fondos que recauda el Enacom y se verifique el porcentaje que corresponde al Fondo de Fomento del Incaa y otros organismos culturales y 3- que la mitad del impuesto al valor agregado (IVA) que pagamos los suscriptores de las plataformas OTTs (Netflix, Prime, etc.) sea también derivado al Incaa.

Desde el Ojo Obrero siempre hemos luchado por la defensa y ampliación de los fondos destinados a la producción cultural, remarcando la condición necesaria de que estos fueran destinados a las producciones culturales independientes (que son las que necesitan subsidios para existir) y al pago bajo convenio de los trabajadores y técnicos; y no que esa ampliación sea para reforzar subsidios a una “industria” que realiza sus ganancias en el mercado del entretenimiento reproduciendo cánones culturales imperiales y superexplotando trabajadores.

Una parte muy mayoritaria de los presupuestos del Incaa es y fue destinada a un coto cerrado de productores de esa “industria” y no al cine independiente. Contra ello se dio la gran lucha en 2007, para que la conquista de la vía digital documental se convirtiera en una cuña contra esa lógica. Recordemos también que es por ello que, en ese momento, la lucha de los “piqueteros del cine” fue enfrentada por el Estado y todo el establishment (DAC, DIC, PCI, las cámaras productoras). Del lado combativo y democratizador solo quedamos un puñado de cineastas, colectivos de cine militantes y organizaciones nuevas (Doca, ADN). Esa conquista se arrancó con una lucha clara y consecuente, y gracias a ella cientos de nuevos realizadores pudimos acceder a pequeños subsidios que antes nos estaban vedados (por falta de antecedentes y porque no se contemplaban producciones que no tuvieran una estructura industrial). Así se logró que la vía digital y la producción de documentales llegaran a ser más de la mitad de la producción de cine nacional, aunque realizada con menos del 10% del presupuesto del Incaa.

Actualmente, el Incaa se encuentra ciertamente en un proceso de liquidación y vaciamiento. Los presupuestos vienen reduciéndose con el paso de los años y recibieron un golpe mortal con la pandemia y el acelerado proceso de cambio de los consumos culturales, ahora centrados en las plataformas de streaming. Planes de fomento más restrictivos, acumulación de deudas, pateo de pagos e insuficiente actualización de los presupuestos fueron métodos de las gestiones (macristas y peronistas) del Incaa para implementar este achique. Pero este vaciamiento presupuestario no fue solo una consecuencia de estos cambios ni de un ajuste del gobierno acordado con el FMI, sino que fue también producto de una política deliberada de puentear al Incaa asignando directamente fondos y subsidios vía ministerios. Fondos que eran asignados -sin pasar por los comités y burocracia del Incaa- directamente a las grandes productoras nacionales y extranjeras (incluyendo principalmente a las producciones de plataformas). Así lo denunciamos en oportunidad del lanzamiento del “Plan de Contenidos Argentinos”.

Un sector del gobierno pretende emparchar –en año electoral- esta crisis del Fondo de Fomento cinematográfico mediante aportes del Tesoro Nacional y la distribución de la mitad del IVA que se recauda con las suscripciones a las empresas de streaming. Sin embargo, esto choca con otros intereses contradictorios también representados en el gobierno de “todos”: la defensa del ajuste fiscal pactado con el FMI (retaceo de ATNs y fondos del Enacom); y también hay que tener en cuenta a los gobernadores, que pretenden seguir recibiendo por coparticipación esa recaudación del IVA que debería ir al Incaa.

En este sentido, el reclamo de la mesa de directores toma partido para que triunfe un ala sobre la otra, presentando el tema como una pelea ideológica cuando en realidad solo esconde posiciones acomodaticias frente a intereses económicos y políticos en contradicción. Por eso no se plantea en el petitorio ninguna cuestión referida a si el destino de los fondos será para la Industria Cultural o para la realización independiente (solo se diferencia “lo nacional” de “lo extranjero” a sabiendas de que la fronteras son bien difusas), y, en cambio, se defiende corporativamente al Incaa, cual nuevo establishment.

Llama la atención la inconsistencia de no percibir -o decidir ocultar- que estos intereses contradictorios son producto de un ajuste ejecutado por el mismo gobierno al que le reclaman “obrar en favor de la Nación argentina toda”, cuando es evidente que lo hace al servicio de sus acuerdos con el FMI, representante de los capitales internacionales monopolistas e imperialistas. ¿Acaso se puede conseguir engrosar el Fondo de Fomento sin romper con esa orientación política y económica? Es altamente dudoso. Pero si se consiguiera ese rescate, ¿no es obvio que luego sería distribuido en función de esa perspectiva de concentración económica imperialista? ¿No serían las mismas OTTs las que irían a la ventanilla del Incaa a cobrar una parte de ese dinero que ni siquiera ponen las empresas sino que es un impuesto al consumidor?

Tampoco hay una sola mención en el petitorio a la situación de los trabajadores y técnicos audiovisuales, que por supuesto se ven afectados por este vaciamiento del cine, pero que también han migrado hacia la producción de OTTs con salarios y condiciones que se encuentran en pisos históricos nacionales (y más aún si se compara la situación con la de otros países). Salarios y condiciones paupérrimas que fueron acordadas por gobiernos y burocracias sindicales con el argumento de “no dejar pasar la ola de inversiones”, y que, ahora que esa producción está comenzando a reducirse producto de la competencia y crisis de las propias plataformas de streaming, hay un tendal de subocupados crónicos y salarios de pobreza incluso para quienes consiguen trabajo.

El rescate y aumento del Fondo de Fomento del Incaa solo puede ser algo positivo para la cultura y la cinematografía nacional si es producto de una lucha para que ese dinero no sea utilizado para los negocios de los mismos de siempre, de los nacionales y extranjeros que monopolizan la producción y los canales de distribución. Esa lucha que iniciamos varios en 2007 vuelve a estar presente, pero muchos de sus otrora protagonistas o defensores se han sumado a ser la pata renga de un sector del gobierno, para pelear su lugar en el reparto de la torta. Tendrá que ser una lucha también hermanada con los trabajadores y técnicos para que los fondos estatales que se destinan a subsidiar la producción audiovisual vayan en primer lugar a garantizar salarios acordes a la canasta familiar y dignas condiciones laborales, sin ningún tipo de intermediarios.

Para debatir en profundidad estos problemas y para elaborar propuestas y una perspectiva en la lucha por la producción cultural audiovisual independiente necesitamos un Congreso del Cine independiente.

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