Cultura

27/3/2014|1307

La energía de una vaca muerta

Las reservas de gas no convencional de Argentina -aún no comprobadas- se estiman en 83.600 millones de barriles de petróleo.
Como el gas no convencional se ubica en intersticios rocosos muy reducidos, hace falta una tecnología costosa para extraerlo y sumamente contaminante, llamada fracking o fractura hidráulica.

Francia lo prohibió en el año 2011, porque presenta “serios riesgos ambientales” e incluso genera elementos radioactivos y otros carcinógenos. Bulgaria, en 2012. La explotación de miles de pozos por fracking en Eagle Ford, Texas, provoca la contaminación del aire y parece estar relacionada con la sequía que sufre esta zona, porque se debe utilizar gran cantidad de agua dulce: hasta 35 millones de litros por perforación, equivalente al consumo anual de una ciudad de 10.000 habitantes.

Mientras tanto, las manifestaciones populares contra el fracking se extienden en California, Manchester y Balcombe en el Reino Unido, Canadá, Polonia y Rumania, entre otros países.

Las reservas argentinas aún no están cuantificadas. Tampoco se conoce su costo real de extracción y de transporte.

El 90% de la energía que produce Argentina proviene de fuentes no renovables. Pero las energías renovables, según los expertos, tienen un grandísimo potencial: un parque eólico entrega 20 veces más energía que un pozo de fracking equivalente y es cuatro veces más eficiente.

Cuando se acerca la fecha en que se debe decidir acerca de la continuidad de su proyecto de asociación con YPF, circulan versiones de que Chevron podría retirarse de Vaca Muerta. Las razones para ello giran en torno a la preocupación por una caída del precio del gas no convencional en el caso de que Obama autorice su exportación a Ucrania, para contrarresar el monopolio de abastecimiento de parte de Rusia (Ucrania cuenta, sin embargo, con grandes reservas de gas no convencional y Chevron ya ha desembarcado en su territorio), o incluso a otros países de Europa Central o a toda la UE. Existe asimismo incertidumbre acerca del destino del plan de ajuste de Kirchner-Kiciloff, o sea nuevas devaluaciones del peso que licuarían los aumentos sistemáticos del precio de la nafta, e incluso que no se produzca el anunciado tarifazo del gas doméstico. Ha llamado la atención el ataque violento del burócrata del sindicato petrolero de Neuquén, Guillermo Pereyra, contra el contrato con Chevron. Para complicar más las cosas, el gobernador de Neuquén ha anunciado que no pondrá la parte que le correspondería a su provincia en el pago de la indemnización a Repsol. La francesa Total, por su lado, le dijo con todas las letras a CFK, en París, que no se asociaría a YPF si debe depender de Schlumberger, la operadora de servicios tecnológicos, a la cual se encuentra vinculado el director de YPF Miguel Galuccio.

Como se ve, hay terreno para pelear contra el entreguismo entusiasta de K-K y defender la perspectiva de la nacionalización del petróleo bajo control obrero.


Silvia Jayo