Cultura

17/6/2017

La fragilidad de los cuerpos: el terror detrás de lo aparente

Tensa y atrapante, la nueva miniserie narra la barbarie en la que muchos participan pero no se reconocen.

Los hechos parecen pero, en ocasiones, no son como parecen. Carlos Marx decía que la apariencia esconde, en realidad, la esencia de los fenómenos. Si las cosas fuesen lo que aparentan, la ciencia, decía, no tendría razón de ser.


 


Verónica Rosenthal, la protagonista de La fragilidad de los cuerpos, piensa que el periodismo tiene una función social similar: la de encontrar las conexiones causales más remotas de aquellos hechos trágicos que, a simple vista, no parecen más que casos aislados.


 


La miniserie que estrenó el pasado 7 de junio en El Trece, el canal de cable TNT y que también puede verse online, dirigida por Miguel Cohan y basada en la novela homónima de Sergio Olguín, narra una historia intensa repleta de hechos aparentemente desconectados que esconden, sin embargo, un entramado oscuro y siniestro.


 


Hechos: Una mañana cualquiera, un maquinista del ferrocarril Sarmiento, Alfredo Carranza (interpretado por Fernando Blanco), se suicida y deja una carta en la que se autoculpa por el asesinato de cinco personas. El último, cuenta en la carta, fue un nene y ya no pudo soportarlo. El hombre, entonces, sube a la terraza de un edificio de la calle Talcahuano al 1000 y desde allí deja caer su cuerpo muerto en la vereda, con un disparo en la sien.


 


Con esta información llega un cable esa mañana a la redacción del semanario “Nuestro tiempo” en donde Verónica Rosenthal (Eva De Dominici), una joven y entusiasta periodista, trabaja desde hace algunos años.


 


Lo que para cualquiera era un suicidio como tantos, para ella aparecía como una historia intrigante. Desde siempre sentía particular atracción por los casos a los que la justicia suele despachar rápidamente bajo alguna etiqueta genérica: Suicidio, por ejemplo. Verónica piensa que el periodismo existe para cruzar los límites que la justicia no está interesada o no le conviene cruzar. Bajo estas premisas comienza a desarrollarse la historia.


 


La periodista comienza su investigación dando con una realidad con la que conviven a diario los trabajadores del ferrocarril: atropellar personas. Y la locura que eso desata en cada uno de ellos. Descubrirá posteriormente que la irresponsabilidad de la empresa en la integridad física y mental de sus trabajadores es sólo la punta del iceberg e intenta llegar hasta las últimas consecuencias.


 


Así, conoce y se enamora rápidamente de otro maquinista, Lucio Valrrosa (Germán Palacios) -quien era el mejor amigo de Carranza- y con él inicia una investigación que se vuelve cada vez más comprometida y que, con el correr de la historia, involucra a una mafia en la que cooperan empresarios poderosos, funcionarios estatales, burócratas sindicales, abogados, jueces y la policía. Todos ellos son conjuntamente responsables de encubrir un escenario siniestro del que son víctimas los chicos más carenciados.


 


De esta manera, La fragilidad de los cuerpos narra la barbarie en la que muchos participan pero no se reconocen, donde los que saben hacen de cuenta que no ven, a cambio de un beneficio.


 


Verónica Rosenthal utiliza al periodismo como faro y sus descubrimientos se transforman poco a poco en un deseo por imponer justicia. Aunque su acción en soledad -que puede llegar tan lejos porque su padre, Aaron Rosenthal (Gustavo Garzón) es uno de los abogados más importantes del país y tiene vínculos con los involucrados- encuentra, finalmente, límites obvios frente a un régimen que se revela esencialmente encubridor.


 


Con escenas tensas y una trama verdaderamente atrapante, la miniserie expone un cuadro en el que todos los estratos del poder construyen una imagen siniestra de la descomposición social.