Cultura

28/1/2017

La hazaña de un ajedrecista contra el nazismo

Hace 25 años, Miguel Najdorf, destacado ajedrecista judío polaco-argentino, batió un récord mundial en búsqueda de sus familiares.


El 25 de enero se cumplieron 70 años de una de las mayores hazañas que intentara un ajedrecista para desafiar, en términos personales, las terribles consecuencias que significó el nazismo y la Segunda Guerra Mundial.


 


En 1939, poco antes del estallido de la Guerra, se realizaba en Buenos Aires la VIII Olimpíada Mundial de Ajedrez, con la participación de equipos nacionales de todo el mundo -entre ellos Polonia, con Miguel Najdorf como integrante.


 


El 1 de septiembre de ese año se produjo la ocupación nazi a Polonia, como consecuencia del acuerdo entre Hitler-Stalin (el pacto Molotov-Ribbentrop consistía en el reparto de Europa del Este entre la URSS y Alemania). Najdorf, en Argentina, perdió inmediatamente todo contacto con su familia (su esposa, hijos, padres y hermanos). De extracción judía, el ajedrecista no pudo volver a su país de origen, gobernado ahora por los esbirros de Hitler.


 


La barbarie nazi asesinó a toda su familia, previo paso por un campo de concentración en Varsovia. Najdorf, sin embargo, no lo sabía.


 


Su búsqueda fue silenciosa pero incesante, hasta que, en 1947, decidió involucrar al ajedrez. En el torneo internacional que se desarrollaba en San Pablo, logró superar el récord mundial de partidas simultáneas a ciegas (sin ver el tablero). Tenía la esperanza de que este logro llegara, a través de la prensa, a oídos de algún familiar. Lo había intentado en 1943 en Rosario, pero la falta de un veedor oficial le había quitado la posibilidad de obtener el récord mundial.


 


En Brasil disputó 45 partidas sin mirar el tablero, contra 83 participantes que eran relevados a medida que se cansaban. El desafío se extendió por casi 24 horas, en las cuales Najdorf ganó 39 partidas, en cuatro hizo tablas y perdió sólo dos. Una verdadera hazaña para un objetivo gigante: volver a encontrar a sus familiares entre los escombros del holocausto.


 


Fue publicado por la prensa de todo el mundo, pero el Gran Maestro jamás recibió una señal de vida de alguno de los familiares y amigos que había dejado en Polonia en 1939. Comprendió entonces cual había sido el destino de su familia. Se dedicó de lleno, con enorme éxito, al ajedrez.


 


Hoy, todos los aficionados seguimos disfrutando de sus partidas eternas, llenas de creatividad en el tablero.


 


Vaya este humilde homenaje al mejor ajedrecista de los que jugaron jamás en Argentina -un hombre golpeado, pero no derrotado, por la barbarie capitalista.