La palabra premiada
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La última entrega de los premios la “Rosa de Cobre” -que homenajea en la Biblioteca Nacional a distintos poetas por su trayectoria- se convirtió en un espacio de denuncia política en favor de la lucha por los petroleros de Las Heras, de los trabajadores docentes y de la reivindicación de la mujer.
La Rosa de Cobre, el mayor anhelo de Remo Erdosain, el inolvidable personaje de Los siete locos, de Roberto Arlt, se ha convertido en un símbolo de calidad literaria, en este caso, poética. Es el premio que todos los años entrega la Biblioteca Nacional a doce poetas por su trayectoria. En la edición de este año, fueron premiados Diana Bellessi, Jorge Aulicino, Daniel Freidemberg, Jorge Leónidas Escudero, Tamara Kamenszain, Rodolfo Alonso, Alberto Szpunberg, Jorge Ariel Madrazo, Vicente Zito Lema, Máximo Simpson, Leonardo Martínez y Jorge Boccanera.
El auditorio Jorge Luis Borges estaba colmado. Cada poeta era presentado por un colega o amigo elegido para la ocasión. Luego, el premiado dirigía unas breves palabras al público y leía uno o dos poemas. Pero esta mecánica tuvo sus bemoles cuando el primer poeta presentado, Alberto Szpunberg, en vez de leer poemas, se dirigió al público: “Me preocupa muchísimo la condena a prisión perpetua de los delegados petroleros de Las Heras en un juicio plagado de irregularidades y apremios ilegales”. Estas palabras despertaron aplausos en gran parte del público.
Szpunberg apuntó de este modo a la represión que se está desatando contra el movimiento obrero y pidió la liberación de los condenados. También se refirió a la paritaria docente y declaró que se estaba liquidando a los maestros, que son “el principal engranaje de la educación”. Finalizó solicitando que la sociedad acompañe de cerca a los docentes en su lucha por un salario digno. En otras ocasiones, el poeta -ex PC (partido que lo acusó de “trotskista, maoísta y guerrillerista”) y ex Ejército Guerrillero del Pueblo- ha expresado simpatías por el gobierno nacional y, a pesar de no definirse como kirchnerista, ha adherido, por ejemplo, a la ley de Medios y a la “expropiación” de YPF, e incluso ha firmado la primera Carta Abierta, lo que convierte esta denuncia en una expresión más del giro derechista del gobierno y de la crisis que éste ha desatado entre sus adherentes.
Aunque fue la mejor intervención entre los premiados, no fue la única que utilizó su espacio para reclamos políticos. Tamara Kamenszain criticó, por su escasez, el número de mujeres premiadas y pidió una especie de cupo femenino para el premio. Y el periodista Carlos Aznárez, presentador de Zito Lema, leyó una carta que Fernando Esteche, líder de Quebracho, enviaba desde la cárcel de Ezeiza, donde decía que los poemas de Zito Lema habían influido de manera notoria en su vida. La Rosa de Cobre, que Erdosain deseó crear en su laboratorio, se convertía en un laboratorio para el debate político.
Algunos sostienen, no sin razón, que donde se juntan dos poetas siempre hay polémica. Esto, que se dice con cierta sorna, es, en realidad, un valor. La sensibilidad se forma en la apropiación que cada uno hace de la realidad. Y la realidad se apropia mediante el lenguaje. Pero el lenguaje, que es el bien social humano por excelencia, es una herramienta que se adquiere. Porque, como nadie nace hablando, lo propio del lenguaje es ser ajeno. Y es la apropiación que cada uno hace de él lo que nos vuelve únicos e irrepetibles, lo que nos da conciencia propia y nos construye como seres políticos. Los poetas trabajamos con el lenguaje en lo que tiene de más íntimo y, por tanto, de más propio. Y allí encontramos al otro, o los otros, que también somos: nos volvemos sociales.
El legado que dejamos como seres políticos es un legado estético: la conciencia de los límites que tiene nuestro mayor bien social, el lenguaje. Y esa conciencia nos dicta una ética de justicia inapelable, la defensa de la vida humana, en especial la de aquellos que la producen y luchan por dignificarla: los trabajadores.