Cultura

3/12/2014|1343

La rapiña sobre los fondos del fomento cinematográfico


Hace poco menos de un mes, Lanata, y ahora La Nación en sendos artículos (23 y 27/11) atacaron la política de subsidios del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).


Las corruptelas oficiales han dado pie a una campaña de la oposición derechista, que reclama un ajuste integral sobre el régimen de fomento cinematográfico. El lobby de las grandes productoras y multimedios locales aboga por un recorte a la cantidad de películas a producir por año, despidos en el INCAA y aumento de los precios de las entradas en sus salas.


La gestión del INCAA se defiende de los ataques a sus despilfarros planteando que “la plata que distribuimos viene del recupero de la venta de entradas y de un porcentaje de lo que se recauda en la media de publicidad televisiva. O sea, es el mismo sector que a través de una política industrial fomentada por el Estado reinvierte en sí mismo” (Miradas al Sur, 10/10).


El argumento es totalmente falso, ya que el porcentaje de las entradas que va al fomento los exhibidores se lo cargan al precio de las mismas y, por lo tanto, lo paga el público. A su turno, los gastos que los capitalistas destinan a la publicidad se lo trasladan al precio de los productos que ofertan con ella.


Las denuncias y los actos de corrupción expresan un choque de rapiña, en torno de un presupuesto al que sólo contribuyen los espectadores y los trabajadores.


La distribución


Los intereses de las grandes distribuidoras y exhibidoras multinacionales, así como los de los multimedios locales, no fueron afectados jamás por el gobierno “nacional y popular” que nunca alteró la cuota de pantalla dominada totalmente por los tanques de Hollywood.


Los éxitos “nacionales” son distribuidos por esos tanques como en el caso de “Relatos Salvajes”, que Warner lanzó en 288 pantallas simultáneas. El lobby ajustador de la cantidad de películas producidas anualmente ataca a las producciones de bajo presupuesto que “no concitan la atención del público”, pero éstas son estrenadas en una sala sin el más mínimo apoyo estatal al lanzamiento. La gran cantidad de producciones que anualmente se estrenan y que la gestión del INCAA muestra como un logro de la “década ganada” está compuesta por un importante porcentaje de documentales, el subsidio de éstos fue arrancado con una lucha independiente del gobierno que denunciaba las corruptelas.


Ante la crisis de la distribución, la exhibición de las películas producidas y ante el lobby ajustador es necesaria una organización independiente de los realizadores audiovisuales.


El cine requiere, indudablemente, de recursos para su producción, distribución y exhibición. Los fondos de fomento, en lugar de ser solventados por los trabajadores y el público, deben provenir de gravar los beneficios extraordinarios de la gran industria del cine y ser gestionados por sus realizadores y trabajadores, para ponerlos en manos de los creadores y sus obras, y no de los parásitos de la industria cultural. Para que el público pueda evaluar la obra es necesaria otra cuota de pantalla, espacios cedidos a la promoción de la producción y condiciones para el lanzamiento, nuevas salas en los barrios y salarios iguales a la canasta familiar.