Cultura

20/4/2021

“La trama no debe resolverse en el último capítulo, porque la historia no debe tener final”

Una reseña de "Moscú Feliz" de Andréi Platónov, víctima de la censura estalinista. La novela fue editada en castellano en marzo, por editorial Tusquets.

La vida de Andréi comienza en las cercanías de Vorónezh allá por 1899. Fue el mayor de diez hermanos, su padre fue un trabajador metalúrgico en el ferrocarril y eso marcó muy fuertemente al joven Andréi, que a la edad de 13 años empezó a trabajar para ayudar a su familia.

Platónov, el autor de Moscú feliz -que permaneció largas décadas inédita en la URSS, y es ahora editada en castellano por editorial Tusquets- es de la generación de escritores que surgió de la revolución bolchevique de 1917 y que se sintió muy fuertemente identificado con ella. Como escribió Juan Forn en el prólogo de la traducción al castellano de este libro, “Platónov era un soñador. Y, en ese gran caos efervescente que era la Rusia de los primeros años bolcheviques, un hijo de un obrero parecía tener más oportunidades que cualquier otro para soñar. El mundo se había dado vuelta y los hijos proletarios ahora estaban arriba, tenían derecho a sus sueños por primera vez; el mundo nuevo sería construido por ellos, con sus propias manos”.

Moscú Ivánovna Chestnova es una niña huérfana criada por la revolución que se convierte en paracaidista. De ella se enamoran todos los hombres pero ella no ama a ninguno en particular sino que los ama a todos por igual, ella ama a la Unión Soviética y su destino de grandeza. Dice que el amor no es comunista y que es aburrido, pero eso no amaina la pasión que sus amantes sienten por ella.

La pasión de sus amantes está en buscar por dónde pasa la vida: así lo muestran el geómetra Bozhkó, el médico Sambikin y el ingeniero Sartorius, en cuyas búsquedas se encuentra el lugar de toda una generación que persigue los avances técnicos y científicos como avances de la humanidad toda y una manera de enfrentar al capitalismo.

Platónov decía que la literatura era una tarea contemplativa y que un escritor proletario debía de tener otra profesión. Por eso él fue inventor de máquinas agrícolas, de riego y electrificación. Fue testigo directo de las grandes hambrunas producto de la colectivización forzada de Stalin.

Comenzó a escribir poesía desde muy joven, pero fue cuando se mudó a Moscú que empezó a escribir con mayor dedicación. Se afilió al Partido Comunista en 1920 y empezó a publicar en diferentes revistas pero en 1929 su cuento “Las dudas de Makar” despertó la ira de Stalin y fue acusado de ser un renegado del comunismo, prohibiéndosle que lo publicara.

Fue amigo de Gorki, quien lo cobijó y protegió de Stalin pero, a pesar de haberse “retractado de sus errores” , jamás pudo publicar en vida -algo que también le salvó la vida. Murió en 1951 por una tuberculosis que le fue contagiada por su hijo, quien fuera enviado al destierro en Siberia en las grandes purgas y volviera muy enfermo.

Recién en la época de la Perestroika, 40 años después de su muerte se empezaron a publicar esos cuadernos que él guardaba con sus historias. Historias que desafiaron de manera irónica pero contundente el relato oficial del estalinismo.