León Ferrari, ganador en Venecia
Un premio a la coherencia
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El artista León Ferrari (87) recibió este año el premio mayor de la Bienal de Venecia por su obra “La civilización occidental y cristiana”, que representa a un Cristo crucificado sobre un bombardero estadounidense, realizada en plena guerra de Vietnam. La “Bienale” es la exposición de arte contemporáneo más importante del mundo y es la primera vez que un argentino recibe el León de Oro. Ferrari se caracteriza por la realización de obras conceptuales que suponen una fuerte denuncia de la religión, en general, y de la Iglesia Católica, en particular. Sus realizaciones, de un marcado tinte político, también apuntaron sus dardos plásticos contra la dictadura y la opresión en general.
Ferrari formó parte de la camada de artistas que le dieron vida al vanguardista Instituto Di Tella, un centro de irradiación artística durante la década del sesenta que fue clausurado varias veces por sus ofensas “a la moral”. Hijo de un arquitecto católico que, paradójicamente, construyó cúpulas de varias capillas, Ferrari desarrolló su crítica a la Iglesia leyendo la Biblia y recabando las contradicciones de esa fascinante ficción. Participó en la mítica muestra Tucumán Arde —que se exhibió en sindicatos combativos—, en Malvenido Rockefeller y un sinnúmero de intervenciones que lo obligaron a exiliarse cuando se instaló la dictadura. Cuando regresó al país ilustró las páginas del Nunca Más poniendo de relieve la participación eclesial en el proceso militar. Creó el “Club de impíos, herejes, apóstatas, blasfemos, ateos, paganos, agnósticos e infieles en formación”, que plantó cartas abiertas al papa Juan Pablo II pidiéndole el fin del infierno amparándose en la declaración de los derechos del hombre. Durante una muestra suya en el ICI, grupos católicos tiraron granadas lacrimógenas. En 2004 la muestra retrospectiva en el Recoleta tuvo que cerrar temporalmente debido a una orden judicial que amparó el pedido de grupos católicos que veían ofendida su sensibilidad: santos hirviendo en ollas, jesuses cociéndose en tostadoras o una virgen María rodeada de forros inflados eran demasiado para los cristianos que, como siempre, prefirieron la censura. Una gran movilización ciudadana logró la reapertura de la muestra, que terminó siendo la más visitada de ese año y se convirtió en un baluarte de la libertad de expresión.
El premio homenajea a uno de los artistas más importantes de la historia argentina. Quien, además —y no es poco— siempre estuvo comprometido con las tareas de su tiempo.