León Ferrari: la política, la poética y la sublevación del arte
Exposición de algunas de las obras fundamentales de Ferrari en el Museo de Arte Moderno
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León Ferrari buscó sublevar, hasta el final de su vida, los márgenes del arte. Fue un vanguardista. A poco más de un año de su muerte, su incesante obra -marcada por los cuestionamientos a los sistemas de poder político y religioso- sobrevive a su cuerpo como un discurso insurrecto y sensible.
Ese sentido artístico está plasmado en “La donación León Ferrari”, la muestra que se exhibe actualmente en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, y que fue creada a partir de 72 dibujos de distintas épocas que donó la familia del artista, y otras creaciones plásticas suyas.
En el campo político-religioso se exhiben obras fundamentales de León Ferrari: es el caso de “Juicio Final” (1994), una reproducción de la pintura “Juicio Final” de Miguel Angel sobre la que defecaron palomas. Esta serie tiene una misma característica: se busca la combinación de lenguajes (lo visual y lo textual) entre las ‘Sagradas Escrituras', la barbarie capitalista, el erotismo y las culturas occidentales y orientales. Y un signo que atraviesa todo el campo: la denuncia a la civilización occidental y al régimen cristiano. Así lo expresaba el propio Ferrari a mediados de los sesenta: “Nuestra civilización está alcanzando el más refinado grado de barbarie que registra la historia”.
También se exhibe “Nosotros no sabíamos”: se trata de un panel de recortes de artículos periodísticos publicados tras el golpe del ’76, que habla de cuerpos acribillados en la ciudad, otros muertos “en accidente de tránsito”, cadáveres que aparecían en el Río de La Plata, donde Ferrari desafía la idea de que se ignoraba el genocidio que se vivía en el país, pero que asimismo pone de relieve el rol cómplice de los grandes medios. En esa línea también están las obras en que el artista hace intervenir versículos de la Biblia, escritos en braille, sobre noticias como “La pobreza y la impunidad en la mira de la ONU”, planteando así, provocadoramente, el antagonismo entre los discursos. También se destacan la fotografía del Congreso intervenida con cucarachas de plástico o un inodoro donde redactó, en inglés, fragmentos de la Constitución de Estados Unidos (reescribiendo a Duchamp) a la que asigna este final.
En la muestra se aborda el ángulo poético-lírico (que se expresa en la indagación del dibujo y las formas). La exhibición está integrada por obras a lápiz, tintas, acuarelas, xerografías, collages, reproducciones de pinturas intervenidas… En ellas se registra la búsqueda de nuevos lenguajes como método de exploración del arte y, en el mismo gesto, como posibilidad de otra realidad, de otro mundo posible, de un mundo nuevo, libre.
León Ferrari, quien vivió 92 años y produjo unas 10 mil obras, quiso provocar con su arte, sacudir las conciencias y sublevarlas. Es, a la vez, el artista de la introspección, de la búsqueda estética, del trabajo permanente. En esa combinación se expande y se define su arte. En épocas de crisis y de auge papal, su vanguardismo se resignifica como un faro.