Cultura

21/5/2015|1364

Mad Max: Fury Road

Mujer bonita es la que lucha


Desde hace casi una década, Hollywood ha minado las pantallas con todo tipo de reboots y remakes, algunos más mediocres, como Robocop y Transformers, y otros algo aceptables como El Planeta de los Simios.


Con tanta “oferta nostálgica”, a las que se agregan Terminator Génesis y una próxima secuela de Blade Runner, cuesta no creer que películas como éstas terminen destrozando la mística creada por filmes de culto.


A pesar de ello, esta nueva entrega de George Miller nos muestra que, en ciertas ocasiones, esta fórmula funciona.


 


 


A ella le gusta la gasolina


 


Para los que conocen la trilogía de los ‘80, Mad Max: The Fury Road no es una secuela sino un homenaje al clásico del cine distópico, repleto de guiños hacia la primera versión.


La acción se sitúa en una ciudadela poblada de hombres y mujeres apodados “media vida” por las secuelas sufridas por la radiación de las guerras nucleares que derrumbaron a la humanidad, gobernada por un caudillo militar apodado “Imnortan Joe” que controla los escasos recursos como el agua, el combustible y la leche materna.


Es, en este contexto, donde Imperator Furiosa, una guerrera con brazo ortopédico encargada del transporte de esos recursos, toma la decisión de liberar a cinco mujeres apropiadas como esclavas sexuales por el caudillo.


En un segundo plano Max Rockatansky, el estoico y rustico nómade sobreviviente que recorre las rutas a bordo de su Ford XB modificado -más conocido como Interceptor V8- se unirá e ella en la búsqueda de un lugar seguro, lejos de la locura y la tiranía de los hombres.


El desierto y las persecuciones sangrientas serán el escenario donde estos personajes, junto a un grupo de mujeres guerreras, harán un viraje -no sólo de su ruta, sino también en su objetivo- para volver a la ciudadela, derrocar al régimen opresor y dar un nuevo inicio esperanzador a sus pobladores.


 


 


We don´t need another hero


 


A diferencia de las primeras entregas de los ‘80, el protagonismo de Mad Max, ese sobreviviente que intenta ser una suerte de reserva moral en un mundo devastado, es desplazado por Imperator Furiosa, papel que fue protagonizado por la actriz sudafricana Charlize Theron, la cual, entre tanta testosterona, combustible y motores nitro, logra erigir un mensaje contra la misoginia, la trata de personas y la explotación de la mujer en el filme, una actitud que no se ha limitado a las cámaras, ya que en más de una oportunidad se ha pronunciado por la igualdad de salarios entre hombres y mujeres.


Max, interpretado por Tom Hardy, ya no es el antihéroe carismático que supimos ver en Mel Gibson. Ahora es una persona oscura, de poco diálogo y atormentada por su pasado que parece encajar en ese universo devastador de fuego, polvo y locura. La supremacía del personaje de Imperator Furiosa por arriba de Max le valió a la película una serie de amenazas de boicots por parte de ciertos grupos machistas de los Estados Unidos.


 


 


Socialismo o Barbarie


 


Mad Max: Fury Road es la redefinición del imaginario de Miller para el fin del mundo, una suerte de capitalismo gore con soldados leucémicos kamikazes, prisioneros que se inyectan en vena y ninfas del desierto con cinturones de castidad dentados al son de una endemoniada banda de tambores acompañados de un ciego guitarrista con lanzallamas.


La imagen del burgués, ridiculizada en un obeso acaparador de combustible con elefantiasis -que a bordo de un camión carrozado con una limusina Mercedes Benz desentona vestido de ejecutivo y piercings en sus pezones- completan a ese mundo como un espejo deforme de la actualidad, donde la transformación de la sociedad sobre la base social de los explotados se presenta hasta en las más adversas condiciones.


 


Si las tres primeras entregas fueron una alegoría a la guerra fría, la crisis del petróleo de los ´70, la cultura nihilista del punk y la crítica al consumismo de los años ´80, este nuevo filme nos presenta un universo en el que la humanidad, rehén de dementes que prometen un paraíso mientras privan de los más básicos recursos a su pueblo, encuentra en la figura de la mujer luchadora su única esperanza de liberación.