Cultura
25/9/2023
“Máquinas Filosóficas: problemas de cibernética y desempleo”, de Dardo Scavino
Una reflexión urgente
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Carátula del libro
En su último libro, “Máquinas Filosóficas: problemas de cibernética y desempleo” (editado por Anagrama, 2022), el filósofo franco-argentino Dardo Scavino explora y describe dilemas éticos, morales y prácticos relativos a las máquinas, describiendo desde los tiempos antiguos hasta hoy cómo los hombres han pensado y se han posicionado frente a los avances tecnológicos. El recorrido invita a pensar por qué pensamos lo que pensamos respecto de las implicancias de la técnica, realizando un trabajo exploratorio sobre distintas corrientes filosóficas.
Scavino recuerda, por ejemplo, las lúcidas reflexiones de Aristóteles, quien entrevé ya en su tiempo la posibilidad de que las máquinas aplicadas al mundo del trabajo liberen tiempo para el ocio y el conocimiento. En aquella época, una masa de esclavos sostenía, con su esfuerzo vital, a la clase dominante griega.
Las máquinas presentaban esta potencialidad para la humanidad, pero cuando examinamos su introducción en la vida práctica, resultaron una fuente de grandes calamidades para la población trabajadora. Marx problematizó así la cuestión: “Si bien las máquinas son el medio más poderoso de acrecentar la productividad del trabajo, esto es, de reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, en cuanto agentes del capital en las industrias de las que primero se apoderan, se convierten en el medio más poderoso de prolongar la jornada de trabajo más allá de todo límite natural” (El Capital, Tomo I, edición de Siglo XXI, p. 491). Los capitalistas quisieron aprovechar al máximo su inversión en la maquinaria y mantuvieron abiertas las fábricas de sol a sol. El efecto, para los trabajadores, resultó el contrario al imaginado por Aristóteles, debido al afán insaciable de ganancias de los industriales.
En un momento del relato, Scavino se refiere a los ludistas que, a comienzos del siglo XIX en Inglaterra, destruían las máquinas. “Ellos [los ludistas] no destruyen a servidores capaces de aliviarles tareas más ingratas sino a divinidades mecánicas que convertirían a esos mismos operarios en dóciles ‘apéndices vivos”‘. El maquinismo capitalista presenta, para la clase obrera, la amenaza de la pérdida de las fuentes de trabajo y el sumergimiento en la miseria, o bien, de un trabajo monótono que mortifica el espíritu.
Reflexionando sobre la rebelión ludista, Marx afirmaba que “se requirió tiempo y experiencia antes que el obrero distinguiera entre la maquinaria y su empleo capitalista, aprendiendo así a transferir sus ataques, antes dirigidos contra el mismo medio material de producción, a la forma social de explotación de dicho medio” (ídem, p.523).
Scavino se pregunta qué perspectivas se plantean hoy con el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Constata, por ejemplo, que “del mismo modo que, con la Revolución Industrial, cardadores, hilanderos y tejedores se vieron reemplazados por máquinas automáticas, los sistemas cibernéticos están reemplazando hoy a profesionales altamente calificados”.
Como ya veíamos antes, la clase capitalista intentará valerse de los nuevos adelantos tecnológicos para desprenderse de trabajadores y atacar sus derechos y conquistas, en vez de promover una mejora de las condiciones de vida. Vale señalar que en la reciente huelga de guionistas y actores de Hollywood, uno de los puntos en discusión es justamente la implementación de la inteligencia artificial.
A la vez, a la luz de la experiencia de la IA y del chat GPT, que en un formato conversación con el usuario, no solo recibe órdenes sino que además interactúa, el autor se pregunta si puede o no existir eventualmente una transición de las máquinas de ser programadas a ser programadoras. ¿Qué pasaría si los softwares llegaran al punto de sustituir ya no el trabajo manual sino el trabajo intelectual, el trabajo de obras con valor estético, la música? Supongamos que sí, que esta transformación y reemplazo llegan, ¿consideraremos en tal caso a la tecnología un instrumento a nuestro servicio? ¿O, al revés, como una pérdida de nuestros atributos humanos?
Scavino evita un diagnóstico cerrado sobre si los robots, máquinas, terminarán reemplazando al humano en todo ámbito y campo (emocional, espiritual, intelectual) porque prefiere indagar desde cuándo y por qué pensamos que las cosas sucederán de este modo.
El peligro no radica, para el autor, en que las máquinas nos imiten o en su existencia en sí, sino en llegar a tal enajenación que el humano sea un autómata indivisible e indistinguible de la máquina.
En vez de en la “humanización” de las máquinas, entendida como una independización de las mismas respecto a nuestras órdenes, prefiere centrarse en el problema –ciertamente más palpable- de la “automatización” de los hombres.
https://prensaobrera.com/cultura/la-cultura-entre-el-ajuste-del-fmi-y-la-motosierra-de-milei