Cultura

15/4/2010|1124

Mario Bunge y el Psicoanálisis


Con total desparpajo y lejos de ponerse colorado, el “filósofo” Mario Bunge afirmó al diario Perfil (4/4) la necesidad de “…cerrar la Facultad de Psicología” ya que “…no cumple sus funciones, no enseña psicología”. Para no quedarse corto en palabras, el histórico enemigo del psicoanálisis y del marxismo (gran parte de su obra ha tratado de demostrar lo “pseudocientífico” de ambas corrientes) propuso como solución “despedir a todos sus profesores… e invitar al país a psicólogos auténticos a enseñar durante meses y, al mismo tiempo, enviar becarios. Así, en veinte años habrá un núcleo con masa auténtica para que haya investigadores en el país”.


Lejos está en las acartonadas erudiciones de Bunge sondear sobre la situación que los trabajadores docentes -profesores y auxiliares- de la Facultad de Psicología (y de prácticamente todas las universidades nacionales) atraviesan en términos materiales para los espacios de transimisión e investigación, frente a la proliferación de la miseria salarial y el trabajo “ad honorem”; salvo, claro está, para las camarillas profesorales que mantienen sus privilegios, esas mismas en las que en reiteradas oportunidades el nonagenario epistemólogo reivindica en nombre de la “cientificidad”.


Bunge insiste en reivindicar como novedoso el principio positivista de la ciencia reducido al estudio de “lo observable” en el campo de la empiria, algo que ya lleva más de 200 años. Eso sí, agregándole el prefijo “neo” (positivismo) parece más aggiornado.


La postura reaccionaria de Bunge se condice con la promoción de las terapias “cortoplacistas” ofertadas por pre-pagas y laboratorios; con una supina ignoracia, asombrosa en el campo clínico y epidemiológico, afirma que “los individuos con trastornos mentales no son curados (por el psicoanálisis). En algunos casos, la depresión grave, si no se trata a tiempo y eficazmente con píldoras y terapia cognitiva, puede llevar al suicidio”.


No es casualidad que Bunge compulsivamente presente una lucha a muerte contra dos disciplinas (el psicoanálisis y el marxismo) que cada una desde su experiencia presenta un sujeto no determinado de manera directa por su voluntad consciente. Mejor así para el “pensador” de marras, un individuo es “observable” y observado como una máquina que ingresa datos (Input), los almacena y los procesa (Output), algo que se llevaría de maravillas con su apreciada teoría cognitiva.


Para cerrar el combo, Bunge termina por denostar la enseñanza de “Freud, Melanie Klein y Jacques Lacan”. La fórmula cierra: despido de profesores, proscripción del psicoanálisis, pastilla y órdenes de “qué hacer” al sujeto (Input) que padece. Dos gotas de agua con la “limpieza” realizada por el régimen nazi y cuanta dictadura militar pululó en los claustros académicos y científicos.