Cultura
11/3/2021
Moxie: la rebelión de les jóvenes contra el machismo
La película de Netflix cuenta el levantamiento en un colegio secundario.
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Punk Rock, nostalgia de la juventud noventosa y lucha por la emancipación de las mujeres y diversidades. ‘Moxie’, el film estreno de Netflix, es la adaptación de la novela homónima de Jennifer Mathieu. Cuenta sobre el empoderamiento femenino de la juventud dentro del colegio Rockfort, que repite y exacerba estereotipos del machismo en adolescentes en un entorno adulto que no cuestiona, sino que sostiene.
Moxie es una comedia dramática que busca empatizar con un público adulto y con les jóvenes. Si bien el film elige a personajes clichés de una película sobre un colegio secundario yanqui -los deportistas, las porristas, la chica nueva, el aliade- su historia no parte del lugar pensado. No es la chica nueva la que viene a cambiar las cosas, a pesar de mirar todo desde afuera y en un tono cuestionador y crítico sobre el machismo imperante en esa “sociedad-colegio”. Quien va a comenzar con la revolución adolescente será una residente tipo. Vivian (Hadley Robinson) está en el último año del colegio Rockfort y vive sola con su madre, Lisa (Amy Poehler, quien también dirige este film), una empleada de comercio que trabaja todo el día.
Dicen que una imagen vale mil palabras y esto es lo que parece despertar en Vivian una profunda pasión e interés en la lucha por la igualdad. Así, intentando responder un cuestionario de ingreso a la universidad sobre ‘cuáles son sus intereses’, su madre le responde que a su edad solo le interesaba “destruir al patriarcado”. De esa manera dará con la juventud de ella y con un fanzine bien del under de los ‘90 (hojas fotocopiadas, escrito a mano con muchas imágenes y rock).
Obviamente al recurrir a los clichés en sus personajes, Moxie encuentra límites en la narración. Los dos deportistas estrella son la encarnación machista. Acosan y abusan de compañeras y tienen a todo el colegio anestesiado con ese modus operandi que es totalmente público y en la cara de sus adultes responsables. Nadie juzga, sino más bien acostumbran a dejar pasar, aconsejan ignorar y hasta se niegan a tomar denuncias de parte de las alumnas.
Lo interesante es que, representado dentro de esta sociedad burbuja, la película logra reflejar cómo reproducimos y sostenemos esas conductas misóginas y machistas, como están naturalizadas. Y no falla en eso ni el tirón de orejas de la película a les adultes, ni la lección en el levantamiento adolescente contra el sexismo de esa cultura machista.
Unidas y empoderadas
La marea del movimiento de mujeres es contagiosa y el colegio secundario Rockfort es un terreno fértil. ‘Moxie’ hace un pantallazo por muchos tipos de abuso. Desde las manifestaciones sexistas en espacios públicos, la discriminación y la falta de visibilidad del deporte femenino ante el venerado deporte masculino, los códigos de vestimenta diferenciados por género y a la vez entre los cuerpos de las propias alumnas, la cosificación de los cuerpos, el silencio cómplice frente a las agresiones y abusos sexuales, la tolerancia del bullying, abusos raciales, discriminación y odio hacia las diversidades.
La película quiere criticar todo esto y dar la salida: la unidad de las mujeres y diversidades para organizarse, cuestionar, desnudar y eliminar las opresiones a las que son sometidas las juventudes, dentro de una sociedad que tiene normalizado al machismo. Con todo, el acierto de la película es la invitación a levantarse. A decirle a la juventud que no tiene que tolerar ni seguir haciendo la vista gorda. También a les adultes, sobre que es momento del sacudón que remueva esas estructuras opresoras.
Moxie intenta ser una invitación a que encuentren en la rebeldía de los 90 la inspiración revolucionaria. En este sentido, podría dar un paso más adelante y explorar en profundidad al menos alguna de todas esas denuncias que representa. Elige dar un pantallazo y mostrar una continuidad (aunque nostálgica) en la lucha del movimiento de mujeres, que trasciende generaciones.
La crítica a la reproducción y el sostenimiento del machismo debe ir siempre de la mano de la crítica al sistema opresor. El capitalismo es el machismo. Y en esa lucha tenemos que embarcarnos para dar por tierra por fin a todas las opresiones que padecemos todos los días las mayorías trabajadoras y nuestra juventud. Porque mientras exista un régimen que se basa en la propiedad privada y la explotación, existirán expresiones sociales que reproduzcan en todas las escalas de las relaciones sociales todo tipo de modus de opresión y sometimiento.
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