Cultura
18/10/2024
Nobel 2024: Han Kang, una literatura sutilmente insurgente
La escritora surcoreana recibió la distinción.
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Han Kang es autora, entre otros títulos, de la novela "La vegetariana"
Han Kang es una de las más jóvenes ganadoras del Premio Nobel de Literatura y la primera escritora asiática en recibirlo.
El reconocimiento a esta escritora se da en un contexto en el que desde hace años el Estado surcoreano viene dando una batalla por copar la escena mundial con sus productos culturales (la llamada ola cultural coreana o “hallyu”) para intentar mostrarse ante el mundo como la Corea democrática, civilizada y moderna, frente a Corea del Norte, por un lado; y, por otro, utiliza estas mega producciones como si fueran commodities. Sin embargo, la escritura de Han Kang muestra con crudeza un clima social opresivo y violento, particularmente hacia las mujeres, las juventudes y los trabajadores.
Muy lejos de las estridencias del k-pop de BTS o las series románticas coreanas (“doramas”) que vienen inflando el menú televisivo de Netflix, la apuesta estética de Kang no es superficial, complaciente ni pasatista. Más bien, todo lo contrario. En su obra se reflejan dramas cotidianos y profundos en los que se plasma el sufrimiento de las subjetividades con una gran intensidad poética y una prosa impactante y aguda.
Los personajes de sus novelas son en su mayoría surcoreanos y los escenarios son los de esa geografía. El rostro benévolo que los gobiernos intentan mostrar dista de la realidad en que viven millones de personas.
La combinación de tradicionalismo, hipermodernismo y desarrollo tecnológico promueve un tipo de sociedad especialmente competitiva en el que el destino aspiracional de los jóvenes de ascender en un puesto de trabajo en una empresa puede convertirse en una carrera de obstáculos alienante, con jornadas laborales increíblemente extensas y que promueven un individualismo caníbal.
Este nivel de competitividad como mandato social que se impone a los jóvenes de clase media y trabajadora tiene consecuencias. Corea del Sur es el segundo lugar del mundo con más suicidios en relación con su población. Esto es particularmente alarmante en los jóvenes estudiantes que a partir de los trece años son conminados a un estresante entrenamiento para rendir evaluaciones que condicionan su futuro. Corea del Sur es uno de los países con mayor tasa de consumo de alcohol en el mundo. Un rasgo que sobresale en la vida cotidiana surcoreana y que permite una lectura contextuada de la obra de Kang, en particular su novela La vegetariana, es el ultrapatriarcado y la posición de subordinación de las mujeres.
Corea del Sur, asimismo, no contempla el derecho de las personas a unirse civilmente o en matrimonio en parejas del mismo sexo ni son reconocidas oficialmente las diversidades sexuales y de géneros. Está prohibido el uso recreativo de la marihuana y los jóvenes deben cumplir con dos años de servicio militar obligatorio.
La literatura de Kang se inscribe en una línea estética que se viene abriendo paso un poco a contracorriente de las políticas autocelebratorias del régimen político coreano, como el corrosivo film Parasite de Bong Joon-ho, o la implacable novela Kim Ji-young: nacida en 1982 de la escritora Cho Nam-joo que tuvo mucha difusión en Corea desde su publicación en 2016 y se convirtió en una suerte de referencia de ciertos movimientos feministas y de muchas mujeres que se vieron reflejadas en los padecimientos de la protagonista: la violencia solapada y explícita, los mandatos machistas, los tabúes y prohibiciones, el tradicionalismo como un peso sobre las decisiones y los cuerpos, y el superrendimiento que embrutece a los hombres y los deshumaniza; o la serie El juego del calamar, un cuadro extremo de los límites que pueden cruzarse cuando no hay nada que perder siendo un desclasado que busca un golpe de suerte en una sociedad que no tiene ninguna salvaguarda.
Y en una sociedad caníbal, La vegetariana
Han Kang publicó La vegetariana en 2007. En 2016, ganó el Premio Man Booker International, luego de que fuera traducida al inglés, y antes al español.
Yeonghye, la protagonista de esta novela, decide dejar de comer carne y desata un huracán. Es, por supuesto, un síntoma. Una decisión así no debería ser una tragedia; el drama ya viene por dentro y una simple decisión como esa lo expone. En su decisión, Yeonghye -casada hace cinco años, sin hijos- desacata un mandato.
No se trata tanto de la importancia de la ingesta de carne, en una sociedad con una dieta basada mayormente en alimentos de origen vegetal. Lo que moviliza las reacciones irracionales y enloquecedoras de la familia de Yeonghye es el hecho de haber tomado una decisión propia, sin pedir permiso.
“Si no comes carne, te devorará el resto del mundo”, le dice a la protagonista su madre. Es la punta de un ovillo que va a desenredar un drama vital. La violencia verbal y psicológica del marido de Yeonghye va a tomar formas más extremas en su propio padre, quien es advertido por su yerno de las “excentricidades” de su hija.
La vegetariana está estructurada en tres capítulos, en cada uno de los cuales cambia el narrador y el punto de vista. Las voces a través de las que se narra no es la de Yeonghye, sino la de su marido, la de su cuñado y la de su hermana. En el primer capítulo, la voz narrativa es la del marido de Yeonghye. Un hombre gris que ve a su esposa como una mujer insulsa. Y es justamente por esa razón que decidió casarse con ella: una buena “ama de casa” que cuidaría de sus hijos y atendería a su marido. Una relación sin deseo que nace muerta. El segundo capítulo está narrado en tercera persona con focalización en el punto de vista del cuñado de Yeonghye. Artista, con una relación distante con su esposa y su hijo, despliega su deseo en una serie de acciones que incluyen a su cuñada donde se mezcla arte con deseo sexual. El último capítulo está sostenido por la perspectiva de la hermana de la protagonista, quizá la mirada más conmovedora desplegada por quien logra sostener una relación cercana e intensa con Yeonghye hasta el final.
La locura individual suele ser el síntoma de un drama familiar. Pero también suele ser el síntoma de una sociedad alienante. En La vegetariana podemos ver el sufrimiento personal como expresión de un sistema político opresor y un régimen social irracional y deshumanizante.
Qué sucede cuando se acaban las razones para no soltar el fino hilo que nos une con la vida diaria, se pregunta la hermana de Yeonghye. La locura como una opción. Como la única vía posible ante una realidad insoportable.
Es particularmente intensa también la mirada social hacia el manicomio que está planteada en el libro. La desconfianza hacia quienes van allí (¿van de visita o son internos?). La aversión, la sospecha sobre quienes lo frecuentan. La desolación de los internos que han perdido hasta la decisión sobre sus propios cuerpos. Comer, dormir, caminar, estar tranquilo, pasan a ser requisitos administrativos con prescripción médica.
Y después de la locura, qué…
La escritura como forma de vida
Han Kang ha decidido no celebrar el Nobel recibido en tanto sigan muriendo personas a causa de las guerras en el mundo.
“Corea, y más en concreto Seúl, emerge pues como avanzadilla de un capitalismo ferozmente descorazonador que a su vez está inspirando a una vanguardia de pensadores críticos. Así, Byung Chul Han ha acuñado el término ‘sociedad del cansancio’ para definir el decadente estadio del capitalismo actual, y se ha convertido en el filósofo de moda. Aunque ahora viva en Berlín, Byung Chul Han nació en Seúl. La megalópoli donde también reside Han Kang. Y a ambos les une una idéntica propuesta de fondo: la necesidad de bajar el ritmo, de que el mundo se conduzca de acuerdo con formas de vida más naturales”, dice Gabi Martínez en el prólogo de La vegetariana.
El Nobel otorgado a Kang nos da la posibilidad de conocer su obra, la cual es asombrosamente bella (en parte, gracias a la luminosa traducción de Sun-me Yoon), necesaria y sutilmente insurgente.