Cultura

20/10/2016

Nuevos requisitos precarizadores del Instituto Nacional de la Música

“Compensación social” forzosa para los músicos.


El Instituto Nacional de la Música (Inamu) introdujo recientemente nuevas obligaciones para los artistas que cobren un subsidio para la producción musical; bajo el rótulo de “compensación social”, el nuevo requisito implica una nueva forma de precarizar el trabajo, añadiéndole a los músicos trabajo no remunerado.


La “compensación social” implica realizar una presentación en vivo, clase o actividad musical en un establecimiento a elección del Circuito Cultural Social (comedores comunitarios, hogares de adultos mayores, Bibliotecas Populares, etcétera) cercano al lugar de residencia del músico.


Como si no fuera suficiente con bancar sobre nuestras espaldas el 100% de los costos creativos (que no solo comienzan cuando se entra al estudio, sino que requieren años y años de trabajo y de estudio), el Inamu nos hace “pagar extra” por un subsidio para la producción de música nacional.


El nuevo requisito se establece cuando los subsidios existentes apenas permiten la producción del material discográfico, concierto o gira, sin contemplar ningún tipo de paga compensatoria al trabajo que el músico debe realizar para llegar al mismo.


El planteo de Músicos Organizados


El trabajo social o la militancia es algo que debe correr por cuenta propia del músico, y que escapa a la relación con su actividad creativa o interpretativa (un trabajo por el que merece una paga y condiciones dignas).


Por lo demás, el trabajo con la música en lugares vulnerables, así como la labor docente, son actividades que requieren especialización y responsabilidad; por ese motivo, deberían ser sustentadas por el Estado, permitiendo una profesionalización de la tarea y un mejor desarrollo social. Las tareas sociales ad honorem comandadas por el Estado implican lisa y llanamente una precarización laboral.


Desde la agrupación Músicos Organizados nos oponemos a la obligatoriedad de la “compensación social”, considerando que el subsidio es lo mínimo que podemos recibir del Estado.


Unimos este planteo al del fin de la precarización laboral y el trabajo en negro; a la demanda de más presupuesto para cultura y a la exigencia de un verdadero circuito de música en vivo en los espacios del Estado con cachet, sonido y backline, a cargo del Estado y administrado por los propios músicos.