Premios Oscar: Hollywood contra Trump
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Esa mascarada multimillonaria que es la entrega de los premios Oscar siempre ha sido, a su modo, una caja de resonancia política. En esta edición mucho más, porque sirvió para manifestar el rechazo del mundillo artístico —mejor dicho, de la elite de Hollywood— a Donald Trump.
El presentador, Jimmy Kimmel, hizo ovacionar de pie a Meryl Streep, a quien el presidente había calificado de “actriz sobrevalorada” en respuesta a las críticas que la protagonista de Kramer contra Kramer y La dama de hierro, entre tantas otras, había formulado a la política contra los inmigrantes.” El Dolby Theatre entero se paró a ovacionar a la gran actriz, quien, por otra parte, había manifestado activamente sus preferencias electorales por Hillary Clinton.
Kimmel también le dedicó ironías a la expulsión de algunos periodistas de una conferencia de prensa presidencial, corresponsales de medios que disgustan a Trump: “Si hay alguien aquí de CNN, de Los Ángeles Times o del New York Times, si trabajas con algo que tenga la palabra ‘Times’ en su nombre, incluso el Medieval Times, me gustaría pedirles que salgan del recinto ahora mismo ¿ok? No toleramos las noticias falsas”.
Por su parte, el actor mexicano Gael García Bernal señaló: “Como mexicano, como latinoamericano, como inmigrante trabajador, estoy en contra de cualquier muro que quiera separarnos”. El director iraní Ashgar Farhadi, a quien finalmente se le levantó la prohibición de ingresar a los Estados Unidos para recibir su Oscar a la mejor película extranjera por El viajante, de todos modos no asistió en repudio a esa misma medida que afecta a ciudadanos de seis países de mayoría musulmana.
Además, varios artistas —entre ellos Barry Jenkins, Ruth Negga y Karlie Kloss— se colocaron en sus ropas un moño azul, símbolo de la American Civil Liberties Union, que se opone activamente a los ataques de Trump contra la inmigración y lo ha demandado en distintos tribunales.
Así, la entrega de los Oscar, inéditamente, se convirtió en una manifestación de rechazo a un presidente de los Estados Unidos. Trump, hostigado por movilizaciones masivas de mujeres e inmigrantes —por el momento controladas por la oposición demócrata— lo es también por un sector amplio de la burguesía imperialista norteamericana, al punto que grandes cadenas comerciales como Starbucks anunciaron que contratarán más inmigrantes. El sector de servicios en los Estados Unidos trabaja mayoritariamente con fuerza de trabajo inmigrante.
El papelón del final (por un error se entregó la estatuilla a una película y la ganadora era otra) podría derivar en otro escándalo si se comprobara que los servicios de espionaje sabotearon la entrega y provocaron la equivocación. El hecho, como se sabe, permitió las chicanas de Trump: “Se ocuparon tanto de la política que hicieron mal las cosas”, dijo.
Así, también los Oscar han expresado la división de la burguesía norteamericana y el rechazo de masas a los intentos de Trump por instaurar un régimen bonapartista y un Estado policial.