Recordando a González Tuñón
El 14 de agosto de 1974 muere en Buenos Aires el poeta de la noche, la marginación y el barrio. Aquel que dijo: “Traigo la palabra y el sueño, la realidad v el juego de lo inconsciente, lo cual quiere decir que yo trabajo con toda la realidad”.
Rául González Tuñón Había nacido en una casa alquilada de Saavedra 614, barrio del Once, el 29 de marzo de 1905. Hijo de un obrero del calzado, Remigio González, español, y de Consuelo Tuñón, argentina. “Éramos siete hermanos; por otra parte, mi padre, mi madre, dos tías, mi abuelo y mi abuela matemos: una cantidad fabulosa de gente vivía allí, recordaría años después. A los seis años, pierde a su madre y estrecha relaciones con su hermano Enrique, (tres años mayor que él, convirtiéndose en confidentes, amigos y cómplices, y es por él, escritor- “camas a un peso”- y periodista en Critica, propiedad de Natalio Botana), convirtiéndose en confidentes, amigos y cómplices.
Entra a ese diario luego de vender calzados, ser dependiente de almacén, haber escrito en La Montaña, dirigida por Leopoldo Lugones, y garabatear sus primeros poemas.
Su abuelo materno, socialista de la línea de Del Valle Iberlucea y Mario Bravo, es su primer maestro, quien le enseña a leer y escribir, y a ver “la vida”. Los primeros años de la infancia de González Tuñón son de grandes tensiones sociales. El anarquista Salvador Planas y Virella atenta, sin éxito, contra el presidente Quintana, y el diputado socialista Palacios logra que se vote su ley de descanso dominical. El abuelo también lo lleva a los mítines de Plaza Lorea: “La plaza era muy arbolada como un tupido bosque que recorría en los hombros de mi abuelo cuando sonaban los petardos y la policía montada cargaba sobre los manifestantes del primero de mayo”.
“El diablo y su violín”
Ese es el título de su primer libro, editado por Gleizer en 1926, que consta de 49 poemas referidos a variados objetos y personajes: el payaso inglés radicado en el país, Frank Brown; el enano Johny Tachuela, entre otros. También incluye diversos escenarios y temas: la navegación en “Barcos en reparación”; lo prostibulario, en “Yama”; lo sexual, en “Candiles moribundos”... Joven de gran imaginación y sensibilidad, se crea una autobiografía cuando dice: “amo los rincones y las mujeres perdidas”. En una recorrida por los bares portuarios conoce a un alemán, Walter Land, veterano de la guerra del ‘14, y es a él a quien debe el título del libro: “Me llamó la atención que el hombre llevaba una especie de violoncelo, al cual castigaba con una suerte de arco arrancándole histéricos sonidos. Al preguntarle cómo se llamaba ese instrumento tan raro, me contestó con bronca: ¡Violín del diablo!”.
En este poemario está el más conocido de sus versos: “Eche veinte centavos por la ranura” y que dice: “A pesar de la sala sucia y oscura / de gentes y de lámparas luminosas, así quiere ver la vida color de rosa eche veinte centavos por la ranura... (...) Y no se inmute, amigo, la vida es dura con la filosofía poco se goza: / ¡Si quiere ver la vida color de rosa eche veinte centavos en la ranura!”.
Periodista de “La Desocupación”
El 12 de julio de 1930, a las 6 de la mañana, un tranvía de la línea 105 cae al Riachuelo. La espesa niebla había impedido al conductor ver que el puente levadizo que lleva a la isla Maciel estaba abierto. Raúl cubre el suceso para Crítica e impresionado al ver el cuerpo de un niño de 12 años y que de un bolsillo del chaquetón asomaba un sándwich de milanesa, escribe una de sus notas más intensas: “El sándwich de milanesa”.
Corren los años de la Década Infame iniciada con el golpe que derrocó a Yrigoyen el 6 de septiembre del ‘30. Cerca de las tabernas que solía visitar se levanta una gran villa miseria, llamada “Villa Desocupación”. En ella viven obreros e inmigrantes. Botana le encomienda escribir sobre la vida que se lleva allí. Se deja crecer el cabello, la barba, viste ropa desgastada y se interna como uno más del lugar. Se hace una asamblea donde concurren obreros y desocupados, en la que se vota hacer la Marcha del Hambre, y cuando ésta se produce, “los cosacos” -así era llamada la policía montada- arremeten a sablazos y tiros. Tuñón denuncia la represión en las primeras páginas del diario. La reacción del gobierno no se hace esperar: es procesado por incitación, allanada su casa y encarcelado. Luego de trámites judiciales es liberado “por no tener condena anterior ni antecedentes policiales de ninguna especie”. “¿Estará mi prontuario? ¿En el archivo de la gente combatiente y cabal? Porque un día oligárquico, un día fraudulento, detienen y procesan al poeta, embadurnan las yemas de sus dedos todavía calientes de las teclas heroicas de aquella maquinita que se llevó al empeño”, escribirá en un largo poema donde ya se empieza a visualizar al poeta político y social.
El poeta que blindó la rosa
Así llama Neruda a Tuñón en España durante los años de la guerra civil. Cuando Raúl llega al país donde “españolito que vienes al mundo... una de las dos Españas ha de helarte el corazón” (Antonio Machado), ya ha hecho su definición política y estética. Fue testigo en 1932, como corresponsal de Crítica, en la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia. En “La pequeña brigada” dice: “... ¿Nosotros hemos visto la guerra? Avanza la pequeña brigada. ¿Nosotros hemos oído la guerra? En la maraña de la picada. Z Como cadáveres afilados, Z lívidos, de dos en dos, Z vamos caminando sin Dios con los cráneos agujereados”.
Impresionado por la represión del ejército español a la sublevación de obreros en Asturias en 1934 -“Donde el carbón se junta con la sangre y la ametralladora bailarina lanza sus abanicos de metralla. Donde todo termina”—, escribe “La Rosa Blindada”. Entre los asesinados está Aída Lafuente, a quien convierte en símbolo de la insurrección: (“La Libertaria”): “Estaba toda manchada de sangre estaba toda matando a los guardias estaba toda manchada de barro Z estaba toda manchada de cielo, estaba toda manchada de España”.
Este poema es cantado al final de un acto al que asistieron y cuando pregunta sobre el autor, recibe como respuesta: “No lo conocemos. Es anónimo”. En otra oportunidad recibe una carta de milicianos que le piden copia de “El tren blindado de Mieres”, pues lo« que combaten quieren tenerlo. Los sucesos en España hacen que se defina por el Partido Comunista. Sus primeras vocaciones políticas estuvieron con el yrigoyenismo, pero no olvida lo enseñado por el abuelo socialista. En los años ‘30 se afirma el estalinismo en la URSS y todos los partidos comunistas del mundo se alinean detrás de Stalin. Cualquier crítica a la burocracia es señalada como “contrarrevolucionaria”. Muy pocos saben de las “purgas” y juicios sumarios” realizados por la camarilla burocrática. Miles de dirigentes de la revolución del ‘17 son asesinados o desterrados. Trotsky termina exiliado en México. Son pocos los que visualizan el significado de Stalin, y ante la ofensiva de Mussolini y Hitler se emblocan tras la política de los soviéticos. El levantamiento de Franco en España provoca el mismo efecto, y salvo pequeñas oposiciones de la izquierda peninsular, prácticamente todos los artistas e intelectuales españoles y del mundo se agrupan tras el PC.
Es el caso de Tuñón, aunque nunca fue considerado como “miembro leal” al PC argentino. José Luis Mangieri, en un reportaje a La Fogata, refiere sobre “La Rosa Blindada” (nombre de un grupo de artistas y poetas que en los ‘60 rompen con el partido): “Nosotros quisimos hacer una editorial bien combativa y un gran homenaje a Tuñón, que tendría que haber sido el gran poeta del partido, así como Neruda lo fue del Partido Comunista chileno; pero a Tuñón lo tenían bastante relegado...”.
“No negoció con ‘los agrios sectarios'-de izquierda o derecha- que se ocupan de encajonarla poesía y producen teorías muy gordas y poemas muy flacos. Raúl tiene comercio sólo con el juego y el fuego de la palabra”, escribe Eduardo Molina y Vedia".
“La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos”, escribe Alejandra Pizarnik. Tuñón eligió no romperlos mirando la flor: “...Formemos nosotros cerca del alba matutina Z las brigadas del choque de la poesía demos a la dialéctica materialista el vuelo lírico de nuestra fantasía’’.