Rodolfo Ghioldi en Río de Janeiro
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Muchas veces los acontecimientos históricos superan a la pura ficción en patetismo y tensión dramática y sus protagonistas adquieren un carácter emblemático, sin por ello dejar de estar llenos de vida y tener una encarnadura conmovedora. Es el caso del libro de Fernando de Moráis, “Olga”, sobre la vida de quien fuera una destacada militante comunista y compañera de Luis Carlos Prestes, “O cavaleiro da Esperança”.
El escenario donde transcurrirá el drama de Moráis es el mundo y en particular, el movimiento obrero internacional, desde antes del ascenso del nazismo hasta el triunfo de los aliados al finalizar la segunda guerra; Sus principales protagonistas son Luis Carlos Prestes, quien adquiriera popularidad comandando la “Columna Prestes” (parte del Ejército brasileño que protagonizó un levantamiento militar de características antiimperialistas y que se retiró al exilio luego de hacer 25.000 km. por el interior de su país, sin ser derrotado) y que se afiliara posteriormente al Partido Comunista de Brasil; Arthur Ewert, militante comunista alemán, designado luego de una misión en China por el Komintern para acompañar a Prestes, al igual que Víctor Barron, militante norteamericano; Rodolfo Ghioldi, en representación de la sección latinoamericana y Olga Benario, la principal protagonista, esposa de Prestes. Todos ellos ingresarán clandestinamente al Brasil con el objetivo (dictado por el Komintern) de producir un levantamiento popular, cuya clave será la influencia y popularidad de Prestes en las Fuerzas Armadas. (El Komintern, luego de los desastrosos resultados de la política de conciliación con la burguesía en China — que llevaron a las masacres de comunistas en Cantón y Shangai— ingresa en una etapa en la que propicia levantamientos en todos lados, más allá de las condiciones particulares del desarrollo de la lucha de clases en cada país)
Desde su militancia en la “Fortaleza Roja”, como denominaban en la década del 20 a Neukölin —principal barrio obrero de Berlín—, hasta su muerte en las cámaras de gas de Bernburg, a mano de los nazis, Moráis sigue los pasos de Olga Benario, sobre la base de una rigurosa investigación, en la que no faltan documentos de varias cancillerías, entrevistas con algunos de los protagonistas de entonces, correspondencia personal y hasta datos extraídos de los archivos del Ejército del Brasil.
La contundencia de los acontecimientos habla por sí misma y los actos de heroísmo-genuino y de integridad personal como los de Olga Benario, Arthur Ewert o Víctor Barron contrasta bruscamente con las orientaciones políticas dictadas por el stalinismo, que llevan al PC de Brasil a la aberración de apoyar al gobierno de Getulio Vargas, el mismo gobierno que 10 años antes, de la mano del fascista Jefe de Policía de Río de Janeiro, Filinto Müller, masacró —con la colaboración de la Gestapo, el Servicio de Inteligencia Británico y el Departamento de Estado— a miles de comunistas. Efectivamente, siguiendo la evolución de las orientaciones del Komintern, del putchismo a los frentes populares, el Partido Comunista se lanza al apoyo de una “salida democrática” prometida por Vargas y auspiciada por el imperialismo yanqui.
El mismo Prestes, con el peso sobre sus espaldas de la noticia de la muerte de Olga a mano de los nazis —merced a la deportación' del gobierno de Vargas—, en el acto organizado por el PC, a raíz de la amnistía de 1945 que lo deja en libertad, hace un llamado en ese sentido. Este de algún modo es el fin de la historia. Pero dentro de la historia grande hay otra más pequeña, de particular interés para los militantes de la izquierda argentina. Cuando las grandes razzias de 1936, que sucedieron a la frustrada “intentona” de noviembre del 35, la presa más codiciada por la policía política eran sin duda Prestes. Hero las huestes de Filinto Müller no sabían un detalle que facilitaría la pesquisa y su captura, y que fuera proporcionado por un militante argentino. Prestes no estaba solo sino con una mujer: Olga. Tampoco sabía la policía de la existencia de Víctor Barron —militante norteamericano, especialista en comunicaciones— que luego fuera asesinado a golpes por los torturadores de Müller, de la cual también fue generosamente informada por ese mismo militante argentino. Este no es otro que ROFOLFO GHIOLDI, quien delató a Olga y a Víctor a la policía brasileña, sin que ésta hubiera tenido que apelar a la tortura.
El juicio de la historia, como decía Trotsky llegará, y los que fueron enlodados serán enaltecidos y los traidores ocuparán el lugar que se merecen.
Seguramente Ghioldi no pudo decir lo que Olga en su carta de despedida, antes de entrar a la cámara de gas de Bernburg: “luché por lo justo, por lo bueno y lo mejor para el mundo. Te prometo ahora, al despedirme, que hasta último instante no tendrán por qué avergonzarse de mí”.
El libro de Moráis sin reflejar las polémicas políticas de la época, (sólo menciona la oposición de Ewert a la política del Komintern para Alemania por su caracterización de social- fascista al Partido Socialista Alemán y su desprecio por el gran enemigo, el partido Nazi) hace un aporte a la comprensión de toda una época del movimiento obrero internacional y especialmente de Brasil. -
La juventud puede encontrar en “Olga" algunas claves para comprender lo que es el stalinismo y de este modo trazarse una perspectiva revolucionaria.