Cultura
5/7/2020
Sombras de Luz: política, éticas y transformaciones de la fotografía en la obra de Carlos Bosch
Un valioso documental sobre el fotógrafo recientemente fallecido.
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En 1980, y unas semanas antes de morir, se publica La cámara lúcida. Notas sobre la fotografía, un ensayo hermoso y sugerente en el que Roland Barthes hace gala de su mejor estilo para descifrar, desmenuzar y desentramar a la Fotografía (así en mayúscula y unida al articulo definido, como tantas veces hace Barthes) como signo, objeto artístico, obra, elemento productor de sentido y de ahí desarrollar una profunda reflexión sobre el Tiempo, la Nostalgia y la Muerte. Allí Barthes concluye que “en el fondo la fotografía es subversiva, y no cuando asusta, trastorna o incluso estigmatiza, sino cuando es pensativa”. Se podría agregar: cuando comunica.
El pasado 22 de junio murió Carlos Bosch, maestro de fotógrafos. Un personaje singular que atravesó en su práctica todas las transformaciones de la fotografía, los medios y nuestra historia desde los sesenta a la actualidad. Bosch también concluye que la fotografía subvierte cuando comunica, y que es la intención de hacerlo su principal posicionamiento: “Yo no susurro con mis fotos. Hay muchos fotógrafos que susurran y que son hermosos para ver y quedarse adelante. Yo intento gritar para comunicar”. La frase es parte de los largos testimonios que son la base de Sombras de luz. La fotografía de Carlos Bosch, un documental estrenado en 2018, dirigido por Daniel Henríquez, guionado por Leonardo Novak y que cuenta con la investigación y archivo de Carmela Silva. Que -con motivo del fallecimiento de Bosch- se puede ver en Internet de manera gratuita hasta las 24 horas del domingo 5 de julio. El logrado documental permite, además de conocer al personaje (por demás interesante) y poner en valor su obra (injustamente desvalorizada), reponer ciertas posiciones sobre la Política de la Fotografía, su Ética y las consecuencias de las transformaciones estructurales en ellas.
Política de la fotografía
¿Cómo contar la historia de Carlos Bosch? ¿Cómo mostrar su obra? Desde el comienzo Sombras de luz sugiere que, felizmente, evitará la biopic como género y el relato cronológico. Lo “importante es el presente”, señala Bosch al bocetear en papel uno de sus autorretratos, y es justamente desde ese tiempo y ese trabajo -la serie de autorretratos Los miedos- que la narración comienza. Esto permite ver a Bosch muy activo, planificando fotografías, trabajando en su taller, armando una fotografía dentro de la ex cárcel de Caseros, etc. “No quisimos mostrarlo como el fotógrafo que había sido, sino como el que estaba siendo todavía”, señala Leonardo Novak, autor del guion. El resultado es la sensación de estar en frente de un artista y de hacerlo en plena cocina de su arte.
La cuestión no es menor, teniendo en cuenta las tentaciones que puede ofrecer el rico pasado de un personaje que fue un importante reportero gráfico en tiempos de modernización periodística y de revolución política en la Argentina; que compartió la redacción del diario Noticias con personajes de la talla de Rodolfo Walsh, Juan Gelman o Paco Urondo; que ejerció el fotoperiodismo en tiempos de la “apertura” política post franquista en España haciendo escuela en varios medios; que se infiltró en los grupos fascistas pro-franquistas, muerto Franco, para armar un fotorreportaje de antología; que fue el único fotógrafo en documentar la primera marcha del orgullo gay en Europa; que cubrió la invasión soviética a Afganistán, etcétera, etcétera.
Es en ese punto que la política también aparece en presente para desde allí recorrer un periplo que lo muestra a Bosch insistir tozudamente, en sus autorretratos, frente al reclamo de volver al registro periodístico, al documento. Pero también frente a la sanción institucional que premió con solo una mención a uno de sus autorretratos y que le molestó tanto a Bosch. Su respuesta no puede ser más política: “A mí me interesa el tema y para contarlo como quiero necesito producir, elaborar la foto”. Es que si “en la fotografía tiene que haber un lenguaje, una forma de narración” y debe tener como requisito fundamental “sujeto, verbo y predicado”, tal como señala Bosch, la cuestión es que no es el fotoperiodismo actual el lugar en donde poder decir lo que él quiere decir.
No lo es por las transformaciones que han tenido la fotografía, los medios y las empresas periodísticas. Cuando la modernización periódística avanzó en los sesenta en la Argentina, la fotografía vivió su esplendor como documento. Fundamentalmente por su capacidad de condensar información y por el papel ilustrativo que tenía en relación con el texto escrito. Esa importancia venía acompañada de un presente revolucionario en lo político. Bosch vive ese proceso como una transformación política y personal: “Yo fui tomando conciencia de mi rol. Yo vengo de la universidad y soy de derecha pero voy tomando conciencia a medida que vivo la realidad, y eso me lo dió la vida de reportero gráfico y uno va viendo el mundo real y no el mundo que te cuentan los medios o la universidad”. Este estar en la calle es lo que va forjando el compromiso político de Bosch que lo lleva a su “primer raje”: el exilio en 1975.
Pero hay un “segundo raje”, que se da cuando ya no se podía practicar el fotoperiodismo de la misma manera. Bosch sitúa este gran cambio a principios de los ochenta: “hay una ruptura en el sentido de que las empresas empiezan a comprar a los medios de comunicación, y eso te planteaba el dilema de dónde vas a publicar algo que ponga en duda al orden financiero de la época que se apropió de todo. Era un momento en que sentí que tenía que irme y fue una especie de segundo raje”. Eso alejó a Bosch de su trabajo como reportero gráfico.
Eticas de la Fotografía
Para Bosch hay límites morales y éticos en derredor de la fotografía, pero no son los que impone una moral o una ética vinculada al sentido común. Es la ética del compromiso con lo que uno quiere contar, con el mensaje que se quiere dar, la única presente en la fotografía. Porque como él mismo aclara: “los que somos fotógrafos y hemos trabajado en un medio de comunicación, sabemos que muchas veces caemos en la disyuntiva entre el mensaje que queremos dar con la conducta ética que tenemos que tener para obtener esa foto”. El secreto está en no de perder la perspectiva, tal como le pasó a él cuando no tenía nada y “fabrica” una foto al pedirle un fusil Kaláshnikov a un chico para ponérselo a una mujer. De ahí solo puede sacarte el compromiso con la fotografía de verdad, proceso que en él se dio cuando “las buenas imágenes fueron capaces de convencerme a mí de no hacer cosas que yo no tenía ganas de hacer”.
Esa pérdida de perspectiva es la otra cara de una moneda corriente hoy: la imagen liberada de carga. La pura imagen. Para Bosch, estamos en una época en que reina la imagen: “estamos llenos de imágenes todo el tiempo, pero las fotografías son otra cosa”. Esa distinción es fundamental para entender que cuando la imagen se libera puede servir para cualquier cosa. En el documental, Bosch ejemplifica con la exposición de la foto de un niño sobreviviente en Siria. Lo hace en plena Feria del Libro: “es doloroso ver un niño así, es doloroso ver a aquel niño en la playa, pero cuando este tipo de imágenes se hacen de esta manera, fuera de contexto, sin explicaciones, lo único que hacen es provocar un dolor insensibilizador”. Para remarcar su distancia con esos modos de hacer periodismo y fotoperiodismo, apunta que “esta es una discusión que yo tengo con muchos fotógrafos de hoy y periodistas también, que están convencidos de que a la realidad hay que mostrarla de cualquier manera. Y no hay que mostrarla de cualquier manera”.
Un lenguaje final
El documental tiene varios aciertos. Es atrapante aún siguiendo a la típica estructura del testimonio a cámara. La música es, sencillamente, excelente y fue compuesta especialmente por Eliane Correa, hija del protagonista. La música como fondo de las fotografías logra un efecto llamativamente cautivador y solo superado por el recurso, varias veces usado, de dejar varios segundos las fotografías sin fondo músical alguno, interpelando desde su poder de sugerir, movilizar e inquietar.
En 2016 Bosch obtiene el Gran Premio del Salón Nacional de Artes Visuales con la segunda fotografía de la serie de autorretratos, Los miedos. Es la foto en la cual Bosch pone en imagen su miedo a la muerte. La escena es una joya dentro del documental. Bosch está en su casa, acomodando ropa y suena el teléfono. Él se dirige a atenderlo y la cámara lo espera, pero capta de lejos el sonido de la charla. En ella destaca que la “foto es muy fuerte”. Luego se acerca a la cámara y le pregunta a quien la maneja: “¿a qué no sabés a quién le dieron el primer premio de fotografía?”, para luego emocionado señalarse a sí mismo y abrazarse con el cámara.
Poco antes, al exponerla, contaba en el documental que no tenía más laboratorista y que para hacer el efecto buscado en la foto había raspado con un cuter el negativo hasta lograr lo que quería: un Bosch auténtico.
“Me gustaría mostrarle a la gente joven que le pasa a un viejo. A mí nunca los mayores me dijeron: ‘mirá, cuando llegues a la vejez te va a pasar tal cosa’, y nunca estuve preparado para llegar a la vejez. Y llegué a la vejez y me pegué flor de hostia porque me encuentro que yo sigo de la cabeza bien, pienso y tengo ganas de laburar, pero el cuerpo no me acompaña” señala Bosch cerca del cierre. El testimonio resulta llamativo porque lo que se ve es otra cosa: un artista activo y muy creativo en esa etapa de su vida.
Edward Said, con el espectro de Adorno detrás, y enfrentando a la etapa final de la leucemia que lo llevará a la muerte, analizaba cómo la decadencia del cuerpo, el deterioro de la salud y el acercamiento, inevitable, de la muerte produce en los grandes artistas un nuevo lenguaje (en su obra y en su pensamiento), al que denomina “estilo tardío”, que implica una tensión no serena y nada armoniosa, una productividad no productiva sino contra. Mucho de eso se deja ver en Sombras de Luz, como registro de una etapa muy creativa de alguien que transitó por todas las transformaciones de la fotografía y construyó una enorme y valiosa obra, que tiene en este interesante documental una muy justa y lograda recuperación.