Cultura

30/6/2024

“Suavecita”, el alucinante poder poiético del eros

TEATRO

Camila Peralta protagoniza “Suavecita”

Muchos, si no todos, nos hemos hecho o nos han hecho la pregunta: si pudieras tener algún superpoder, ¿cuál sería? Respuestas posibles: volar, invisibilidad, leer mentes, ser inmortal, la lista podría seguir. A fin de cuentas: la posibilidad de trascender los límites de lo verosímil, de despojarnos de la normalidad de lo real, de que nuestros meros cuerpos de carne y hueso nos queden chicos. Burlar las leyes de la gravedad, eludir las miradas ajenas, develar el misterio del otro, derrotar a la muerte, es decir: ser más grande de lo que uno es. Suavecita, la protagonista de la obra epónima, es chiquita, encorvada, humilde, pero sus manos, las más suaves del condado, o del Conurbano bonaerense en este caso, tienen un poder que la transforman, de rumor de hospital público a santita del barrio, que convoca peregrinaciones multitudinarias que claman por ella en un éxtasis religioso.

Decir que la actriz Camila Peralta, que interpreta a Suavecita, es camaleónica, es decir poco. Peralta toma al público con sus manos suaves, y nos lleva a las profundidades de la fantasía, el erotismo y la ideación mítica, y al hacerlo, se transforma de pies a cabeza en los distintos personajes que conjura con un ademán de sus delicadas palmas. Entra en trances que gotean pasión sexual y divina, acompañados por juegos de luces, sombras y efectos sonoros elegantemente logrados, y con un poder poiético y sobrenatural encarna las fantasías de los pacientes del hospital y las lleva a su consumación. Se metamorfosea de su figura modesta y apocada, que le pide humildemente al despiadado e invisible Dr. Rodríguez, su jefe en el hospital que trabaja, que no la encierre con llave en la habitación de sus pacientes, a la unívoca pero multiforme representación del deseo y el eros.

Los ingresos que le da su poder (del cual develo poco para no romper el hechizo propio de la curiosidad que se apodera de una sala de teatro a oscuras, momentos antes de empezar la función) le permite a Suavecita, una viuda joven y pobre del Conurbano bonaerense, pensar en una vida mejor: comprarle cosas a su hija, hacer arreglos en su casa, incluso de darse un gusto. Víctima de la explotación sexual, Suavecita desafía sus circunstancias y toma el control de su cuerpo, y con este gesto de plena autonomía logra verdaderos milagros. Metáfora pura de la capacidad poiética, creadora, de la mujer y del ser humano, para poder salir adelante y sobrevivir, a pesar de las vejaciones de la sociedad capitalista. Este poder, que fascina y espanta a Suavecita, tiene sus costos: el acoso de los necesitados, pobres y enfermos que claman por su ayuda. Aparece el poder del mito, la sed de santitos y milagros que caracterizan a las clases más necesitadas, a falta de condiciones de vida dignas, salud pública gratuita y de calidad, de las que los priva el régimen social imperante. La obra adquiere su dimensión definitiva y más fantástica cuando Suavecita descubre las implicaciones últimas de su poder, y toma el mando de su propio destino.

En un tiempo donde uno sale del teatro a menudo diciendo “la obra tuvo 15 minutos de más”, cada uno de los 60 minutos de “Suavecita” está jugoso y maduro, esperando ser consumido. El guión de Martín Bontempo es formidable, con una capacidad extraordinaria de crear un mundo que combina y condensa la mitología de arrabal, la ciencia ficción y el erotismo. El uso de luces y la puesta en escena nos centran en el pequeño cuerpo de Suavecita, que cobra proporciones sobrehumanas y llena el escenario de la sala Caras y Caretas con un poder fantasmático. La obra explora nuevos horizontes y nos reasegura de la existencia de la fuente inacabable de creatividad y mundos que anida en el corazón del teatro.

 

“Suavecita” está los jueves, viernes y sábados a las 20hs en la Sala Caras y Caretas en Sarmiento 2037.