Cultura

17/12/2015|1394

Superhéroes del conurbano bonaerense


Hospital Paroissien de Isidro Casanova. 29 de junio de 2009, lunes de invierno a la madrugada. Ingresa en la guardia, moribundo, Nafta Súper, el líder de una banda criminal de la zona. Sus compañeros le exigen al médico de guardia -el nochero que está trabajando hace 72 horas- que le salve la vida, mientras la pandilla se atrinchera rodeada por la Bonaerense que los quiere “hacer boleta”. A Nafta Súper lo habían herido de muerte estrellándole una botella verde de cerveza, de las más caras.


 


Esta es la sinopsis de la gran novela del escritor argentino Leonardo Oyola, “Kryptonita”, que acaba de ser llevada al cine por el director Nicanor Loreti, en un film encabezado por actores reconocidos y populares como Pablo Rago, Juan Palomino, Diego Capusotto y Nicolás Vázquez, entre otros.


 


Es la historia de la Liga de la Justicia del conurbano: son Superman, Batman, La Mujer Maravilla, Flash y Linterna Verde, pero todos de la Matanza. Superhéroes del subdesarrollo.


 


Más allá de la clave de fantasía de la narración, el relato no tiene nada de irreal: se abordan los vínculos de las barras bravas con el poder político; la precarización de los hospitales públicos; pibes que roban y, heridos, son dejados morir en el hospital por orden de la policía; el mecanismo de la “cana” para cooptar a pibes pobres; el linchamiento, los padecimientos que pasan las travestis, la disputa entre las distintas fuerzas policiales, el rol de las fuerzas represivas en la organización del delito.


“Me parecía fascinante encarnar a estos héroes del conurbano dándole una lectura social. Es increíble hacer de un personaje que está en relación directa con los más desposeídos, contraponiéndose a lo que significan los superhéroes en Estados Unidos, que mantienen el statu quo de la sociedad. Acá es al revés, desafían lo establecido”, expresó Juan Palomino, quien interpreta en la película a Nafta Súper, que es Superman (La Nación, 5/7).


 


El actor reflexiona que este film le da voz a aquellos que durante las últimas décadas no han tenido lugar en las grandes producciones nacionales, “porque las películas como ‘Nueve reinas’, ‘El secreto de sus ojos’ o ‘Relatos salvajes’ retratan a una clase media trabajadora y pudiente, y ahí aparece esta película con protagonistas feos, sucios y malos, los desposeídos de siempre” (ídem).


 


El director Loreti profundiza: “Hay algo flashero que es que la mejor representación del cine reciente que se hizo de un universo marginal en Argentina desde Pizza Birra Faso, que ya tiene veinte años, para acá, sea ‘Okupas’. Porque no es cine, sino televisión, y es de alguien que después no hizo otra cosa de ficción. No volvió a pasar, creo, y ése sigue siendo nuestro referente. Desde entonces, no hubo un crecimiento narrativo en ese sentido” (Página/12, 29/11). Sí, en cambio, esa narración de lo marginal creció en el plano literario.


 


La psicología que rodea a los protagonistas (a los Superamigos) retrata la dinámica social donde viven: Nafta Súper busca salir de los bajos fondos pero no puede, quiere darle a su hijo un futuro: se trata de un Superman de La Matanza que no es indestructible: el Hombre de Acero está triste, se desgarra por dentro en pleno conurbano. A Batman (Rago) le asesinaron a los padres de pibe.


 


O el caso del nochero que toma psicofármacos para mantenerse en pie y se le mueren todos los días pibes en la guardia, porque es un sistema organizado para que mueran los pobres. O Juan Raro, también de la pandilla de delincuentes, al que se la murió carbonizada la familia en su casilla. Se destaca, a su vez, las líneas protagónicas de Lady Di, la Mujer Maravilla Travesti, en un despliegue de sensibilidad, amor y lucha por vivir y sobrevivir.


 


La novela y la película apelan a la construcción emocional y social de esta banda delictiva de Casanova sin caer en lo apologético. Les da voz a los desposeídos.


 


“Kryptonita” funciona, entre otros ángulos, como una denuncia social. El lenguaje marginal, retratado en Linterna Verde, es verosímil, una matriz del texto. El libro es superior al film (éste último no logra desarrollar a los personajes), pero se complementan y potencian el sentido de la obra.