Cultura

7/7/2023

Tabaré Gómez Laborde

A los 74 años de edad, el dibujante falleció en su hogar de Turdera, Lomas de Zamora, a causa de un cáncer de páncreas.

Tabaré Gómez Laborde

A los 74 años de edad, el dibujante Tabaré Gómez Laborde falleció en su hogar de Turdera, Lomas de Zamora, a causa de un cáncer de páncreas.

Nacido en 1948, en la ciudad uruguaya de Canelones, comenzó a desarrollar su arte humorístico en revistas y periódicos orientales. En la década de los setenta decidió venirse a vivir a Buenos Aires.

Será en plena dictadura cívico-militar (1977) que iniciará la tira diaria de “Diógenes y el Linyera”, en la contratapa del diario Clarín. Con guion de Carlos Abrevaya, Jorge Guinzburg y Héctor García Blanco, los dos personajes de la calle se transformaron en figuras indiscutibles del humor gráfico. En 2008, luego del fallecimiento de Guinzburg, Laborde se hizo cargo tanto del dibujo como del guion.

El perrito fue bautizado con el nombre de uno de los filósofos más reconocidos de la antigua Grecia (siglo III a.c.). Diógenes de Sinope, también llamado Diógenes el Cínico, integrante de la Escuela Cínica (del griego kyon: perro, debido a su sobrio modo de vivir), consideraba que el ser humano llevaba en sí mismo los elementos para ser feliz y conquistar la autonomía. Despreciaba la riqueza en sí y cualquier preocupación material innecesaria. “El hombre con menos necesidades es el más libre y feliz”, decía.

A diferencia de Mendieta, el cuadrúpedo compañero de Inodoro Pereyra, creación de Roberto Fontanarrosa, Diógenes no habla, pero sí piensa. “Nunca lo dibujé hablando, para mi ladraba”, explicó el artista uruguayo al diario Clarín. Sus tiras cómicas están cargadas de una alta dosis de filosofía, psicología, sociología y antropología de la calle. Joan Manuel Serrat llamaría a esto “la aristocracia del barrio”.

“Fiel a la filosofía cínica que inspiró a su personaje más entrañable, la mirada solitaria de un homeless podría ser un pensamiento propio, algo original, único tal vez, que nos ayude incluso a observarnos y corregir nuestros propios errores como sociedad”, dijo el diario Perfil (5/7) sobre el dibujante.

El humor de Tabaré denunciaba las desigualdades sociales. Los diálogos entre el vagabundo sin nombre, que ya de por sí expresaba algo, y su mascota, reflejan cómo funciona el capitalismo, un sistema social en decadencia y crisis.

Nos abandonó un gran artista, que mediante su pluma (para el dibujo y la palabra) ha dejado una marca y demostró que con el humor, además de provocar risas, se pueden expresar cosas mucho más profundas.

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