Cultura

30/4/2018

Teatro Colón: el Titanic de tierra firme

Una vez más el coliseo porteño es noticia mundial, pero no por los hechos artísticos sino por la inundación que afectó los tres subsuelos ubicados debajo de la avenida 9 de Julio. La intensa lluvia que cayó el domingo a la madrugada puso de rodillas a la factoría lirica más importante de América Latina.


Los más de 150 millones de dólares que se gastaron en el ´master plan´ para la puesta en valor edilicia del Teatro Colón y que implicaron un préstamo del BID no encuentran razón de ser ni se condicen con el estado actual del edificio.


Las plantas que se vieron gravemente afectadas por el agua fueron esta vez los talleres de sastrería, que guardan miles de trajes históricos de valor invaluable, salas de ensayo con sus pisos de madera (pisos ya recambiados varias veces por la mala calidad de las reposiciones anteriores), salas de instrumentos e instrumentos de ambas orquestas, y oficinas de personal, pero podrían ser más las pérdidas.


El Teatro Colón se ha convertido en una trampa mortal a merced del agua o del fuego. Sin irnos mucho más atrás, el año pasado todo el edificio sucumbió ante un corte de luz que dejó a tres mil personas asistentes a una función sin siquiera una lámpara de emergencia encendida porque ninguno de los generadores estaban en condiciones de funcionar. 


La política de vaciamiento, precarización y ajuste se ejemplifica en este episodio lamentable. La lluvia que pone de rodillas a la joya de la lírica del Río de la Plata también lo hace con la política de la burocracia sindical, que se queda sin contención ante la indignación de los trabajadores que sufren la depreciación de sus salarios a la baja año tras año. El 12% de incremento, más cifras no remunerativas, se suman a la indignación que se compara con el 1.200% de aumento en servicios básicos elementales. 


Cabe preguntarse sobre las habilitaciones correspondientes del edificio, que al parecer brillan por su ausencia, marcando la complicidad entre la estructura jerárquica y los elementos de inspección correspondientes.


Los trabajadores necesitamos otra dirección. Una dirección independiente de las mafias cómplices que viabilizan el ajuste o que proclaman “vamos a volver´´ sin plantear ninguna lucha que ponga la agenda de los trabajadores. Por un 1º de mayo del clasismo que plantee el programa de la clase obrera.