Cultura

20/9/2007|1010

Teatro Colón: La verdad en Cultura (y los negociados)

En el terreno de las artes, desde hace 300 años, la ópera viene desarrollando un lenguaje integral entre la música, el canto, y la danza. Esta majestuosa conjunción artística creadora de un lenguaje nuevo y común para la época, dominaría los teatros del viejo continente y extendió su influencia en nuestra sociedad.


Hacia fines del siglo XIX surgió en Italia una corriente innovadora llamada “verismo”, o sea la descripción realista de argumentos y escenas basados en los aspectos más crudos de la vida cotidiana. Ya uno de sus máximos exponentes, Giusseppe Verdi, volcó en títulos como La Traviata, ópera inspirada en la novela La Dama de las Camelias, rasgos veristas. Mas, por sobre I Pagliacci de Leoncavallo y Cavalleria Rusticana de Mascagni, sin duda fue Giacomo Puccini quien llevara desde fines del siglo XIX a los más importantes de Europa y del resto del mundo, las obras más acabadas del género verista. La Bohème, Madame Butterfly, Tosca y su monumental Turandot, cuyo tercer acto fuera terminado por el maestro Alfano a partir de la muerte de Liú en la ficción que se entrelazó con la propia muerte de Puccini.


La Nación y Clarín (17/8) anuncian pomposamente que "lo más excelso de la cultura argentina, desembarcó a toda orquesta”, “el Colón conquistó México”, “el Colón más extramuros”. Son, entre otros, comentarios de nuestra TV y radios y prensa escrita, a pesar de que en las últimas décadas el sector de Cultura ha sido uno de más golpeados por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y los que defienden el negocio privado con los fondos públicos. Esos matutinos fueron los más relevantes demonizadores de la prensa escrita del personal artístico y técnico del Teatro Colón en épocas de conflicto, juntamente con los funcionarios que en la actualidad mantienen al Colón en las peores condiciones jamás recordadas.


Personal disgregado, contratos de locación sin cobertura por un monto de 50 pesos por prestación, sin la consagración de plantas y estructuras, sin miras de resolver la situación del personal jubilable que se iría con un salario depreciado en alrededor del 50%, sin presupuesto para un normal desarrollo de la temporada; funciones que sufren modificaciones en el transcurso de la programación anual y salarios que no se comparan con los de cualquier teatro de estas características en el mundo, son algunos de los aspectos de la situación de esta institución que desde siempre lideró las referencias culturales del país y del Cono Sur. Esa es la alarmante realidad de la cultura en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires; tal como describieran los maestros veristas, “la crudeza de la vida cotidiana” que contrasta con los rutilantes titulares de la prensa oficialista.


La presentación de Turandot en México fue financiada totalmente por una de las productoras más importantes de espectáculos de América Latina, Ocesa, la cual trasladó por primera vez una producción completa de ópera. Más de doscientas personas entre artistas, técnicos y ayudantes, 20 toneladas de equipo para montar la misma versión de Turandot que subiera a escena fines del año pasado en el Luna Park. A pesar del éxito de este elenco y el fabuloso presupuesto invertido en propaganda, alquiler de pantallas panorámicas de ultima generación jamás vistas en nuestro país, la organización responsable, Ocesa, no dudó ni un instante en contratar un catering muy económico para el personal, lo que ocasionó descomposturas varias a más de cuarenta integrantes de los distintos elencos. En los mentideros, entre los conocedores del asunto, se comenta que detrás de la producción se oculta una operación de lavado de dinero.


Esta producción de cuatro funciones, con un promedio de más seis mil espectadores por presentación, se pudo lograr gracias al nivel técnico y artístico del personal de nuestro Primer Coliseo, quienes se formaron en su casi totalidad en instituciones dependientes tanto la Ciudad como provinciales y nacionales. Embajada artística de excelencia, son el resultado de las trayectorias artísticas de destacados organismos de la cultura nacional sostenidos por los contribuyentes que desarrollan, entre otros, el Teatro Argentino de La Plata, el Teatro Colón, el Teatro Cervantes. El Colón y el Cervantes hoy están totalmente descuidados por los funcionarios culturosos de nuestra sociedad.