Cultura

8/6/2021

Un documental clarificador sobre la prostitución: ¿luchar contra la opresión o adaptarse?

"Salir de puta", de Sofía Rocha, reúne testimonios de las protagonistas y condensa debates clave.

Este 2 de junio tuvo su estreno mundial, en el 24° Festival Internacional de cine de mujeres Flying Broom (Turquía), el documental “Salir de Puta” de la argentina Sofía Rocha, que trae un interesante aporte sobre el debate alrededor de la prostitución y la trata de personas para explotación sexual. Como afirma su directora, quienes toman la palabra de forma exclusiva en esta película son “las protagonistas reales de carne y hueso, las ‘putas’, tanto las que se consideran trabajadoras sexuales como las mujeres en situación de prostitución que quieren salir de la misma” (Télam, 29/5).

A lo largo de los 100 minutos que dura el documental nos encontramos con relatos y entrevistas de diferentes personas que, a partir de sus experiencias, explican su posición frente al tema: la prostitución como forma de explotación humana extrema, o la prostitución como un trabajo. Encontramos las voces de Georgina Orellano, Laura Meza y Eneide Ruiz por parte de la Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar); de Graciela Collantes, Delia Escudilla y Natalia Mitre por parte de Amadh (Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos), y de Margarita Meira, de Madres Víctimas de Trata, entre otras.

La película comienza con los relatos de las protagonistas acerca de la forma en que llegaron a la prostitución. Lo que prima sin lugar a dudas son la pobreza, la violencia, la falta de educación y la precariedad laboral. Desde una migrante que escapa de una relación violenta y viene a Buenos Aires sin saber leer y escribir, y que trabaja en una casa particular pero cobra en productos; pasando por una enfermera despedida; a una camarera precarizada, sin estudios, y con una historia familiar ligada a la pobreza y la prostitución. Hay una excepción entre las entrevistas, que representa al sector que no se acercó a la prostitución por motivos de pobreza y último recurso, sino porque ven allí una salida individual en mejores condiciones salariales que la mayoría de los trabajos a los que accede alguien de clase media / media baja.

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El formato de la película va intercalando imágenes de las luchas que dimos las mujeres en los últimos años (Encuentros nacionales de mujeres / Ni Una Menos / Aborto Legal); escenas televisivas representativas de la cultura de la violación, y de la mujer como un objeto sexual; un interesante relato en off que historiza el patriarcado desmitificando que haya existido siempre; las obras de la artista plástica y miembro del Museo de la Mujer Argentina, Valeria Salum; un breve racconto del caso de Raúl Martins (el exagente de la SIDE y amigo de Macri denunciado por su propia hija por ser la cabeza de una red de trata y prostíbulos); con los diferentes testimonios que nombramos más arriba. Estos están por momentos agrupados en relación a su posición frente a la prostitución/ trabajo sexual, y por momentos (y estos son los momentos más interesantes) presentando diferentes contrapuntos sobre el mismo tema pero desde las dos posiciones.

Antes de pasar a los contrapuntos, quisiéramos detenernos en dos cuestiones claves que aparecen en los testimonios. Lo primero es el relato de una miembro de Amadh sobre la historia de su organización a partir de haber roto con Ammar. Esta última había surgido como una organización de mujeres en situación de prostitución para defenderse de los atropellos policiales, pero cuando se acercaron a CTA, allí quisieron imponerles la lucha por el reconocimiento del trabajo sexual. Pero cuando una asamblea votó mayoritariamente en contra de esto, por no considerarse trabajadoras del sexo y por querer luchar por salir de esa situación, fueron expulsadas, y expropiadas del nombre, con lo cual fundaron Amadh.

La segunda cuestión se relaciona con la primera, y con el rol que jugó y juega hoy en día Ammar. Georgina Orellano (secretaria general de Ammar, organización que tiene varias causas por proxenetismo) en uno de los testimonios del filme habla de que en Argentina tenemos “un Estado ausente” en relación a las mujeres que se dedican al trabajo sexual, pero después dice que el Estado sí toma medidas contra la trata –en una ley que critican porque dicen que perjudica al trabajo sexual independiente. Pero el Estado en Argentina no está nada ausente: está metido en cada eslabón de las redes de trata (de ahí que la ley sea tan limitada), como lo ejemplifica el caso Martins que aparece en esta película. Uno de esos eslabones son sin dudas los prostíbulos, donde se han encontrado muchas chicas y mujeres desaparecidas víctimas de la trata. Como bien afirma Margarita Meira de Madres Víctimas Trata: “¿cómo puede ser que las que caminan los prostíbulos no saben estas cosas?”.

Yendo ahora a la cuestión de los contrapuntos, uno de los más interesantes aparece justamente entre dos mujeres que llegaron a la prostitución por motivos muy diferentes, y que la ejercieron por lo tanto también de manera muy diferente. Una pertenece a ese sector que nombramos más arriba, el que lo ve como una salida individual para mejorar su situación y se refiere a la misma como “trabajo sexual”. La otra es extrabajadora precarizada, con hijxs y un historial de prostitución familiar. La primera afirma que “es un mito eso de que tenés que atender a 30 tipos por día”. La segunda, en cambio, sostiene: “Yo estuve con 25 tipos por día, y mis compañeras con más. Quién dice que es un mito nunca estuvo en un lugar explotada”.

El otro contrapunto, quizá no sólo el más interesante sino también el más clarificador de toda la película, tiene que ver con las diferentes formas de ver la realidad y por lo tanto de intervenir sobre ella que tienen las protagonistas de la película, dependiendo de cuál es su posición frente a la prostitución. Quienes forman parte de Ammar y defienden el “trabajo sexual” tienen una visión de profunda adaptación a la sociedad actual, y están convencidas de que nada puede cambiar y que por lo tanto hay que adaptarse y trata de sacar el mayor provecho individual. Esta postura se ve muy clara a partir de diferentes testimonios en los que sostienen “el machismo no se va a acabar nunca”, o que “todo bien con la abolición del trabajo pero no creo que vaya a suceder”.

Orellano es la que más se presenta a sí misma y a su organización como disruptivas y como enfrentando a la organización de la sociedad actual, pero con sólo escucharla atentamente esta imagen se derrumba como un castillo de naipes: dice criticar las relaciones entre hombres y mujeres porque en ellas se utiliza el sexo para conseguir cosas, pero con su defensa del trabajo sexual profundiza esa forma de relación, no la combate. Declama que el matrimonio y el amor romántico sostienen al patriarcado y que “nadie dice que hay que destruirlos”, pero ella no hace nada contra ninguno de los primeros dos, y sin dudas fortalece al segundo reforzando el rol de las mujeres y diversidades como dadoras de placer sexual a los hombres. Por último habla de “ganar la batalla cultural”, pero habría que preguntarle qué batalla quiere ganar: ¿hay que voltear al patriarcado o adaptarse a él porque es imposible combatirlo?

Por el contrario, quienes consideran que la prostitución no debería existir y que no se puede hablar de una verdadera elección -como plantea una chica trans, cuando esta es entre “parar la olla o morirse de frío”; quienes consideran que reglamentar la prostitución es en realidad “reglamentar la esclavitud” y plantean que el problema no son los hombres (“los clientes”) sino los prostíbulos (la organización económica del negocio de la prostitución); quienes señalan que “tu cuerpo deja de pertenecerte” para poder ejercer la prostitución; todas ellas luchan todos los días por otro futuro para ellas y para todas las mujeres. No quieren adaptarse a un mundo donde “a los varones se les enseñan que en las despedidas de soltero tenés que llamar putas”, tampoco a un mundo donde “como puta sos la mina perfecta porque no los jodés”, donde “le ponés un valor económico al amor y al cariño”.

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