Cultura

17/10/2013|1290

Un enemigo del pueblo. ¿Rebelión en el Festival de Teatro?

Frente de Artistas - Teatro

El domingo 6 de octubre se estrenó en el Festival internacional de Buenos Aires (Fiba) "Un enemigo del pueblo", presentada por la compañía alemana Shaubühne dirigida por Thomas Ostermeier.


En el programa de mano la compañía plantea su manifiesto: "El doctor Stockmann descubre que la fuente de agua potable y medicinal está contaminada con microorganismos patogénicos. Quiere publicarlo en el diario. Su hermano, el alcalde de la ciudad, plantea serias inquietudes.


La obra de Ibsen transita por una delgada línea entre la honestidad y fanatismo. Shaubühne continúa su tradición de interpretaciones modernas y críticas de obras clásicas así como también adopta nuevas formas de teatro musical con elementos de danza." El ancla dramática de la obra: Si se hace público que las aguas están contaminadas el balneario, que trae turistas y dinero a la ciudad, deberá cerrarse.


El alcalde logra torcer las voluntades de todos pero no la de su hermano, quien convoca a una asamblea donde al tomar la palabra agudiza su propuesta denunciando a la "clase política" y el marasmo a la que conduce a la humanidad. En ese momento crítico la puesta en escena abre una nueva posibilidad; que el público hable para que tome posición entre la odiada "clase política" y el individuo que denuncia (este recurso de convertir al teatro en asamblea fue planteado, desde un punto de vista con potencialidades revolucionarias, también por el artista brasileño Augusto Boal en los años ‘70.)


Lograda la situación asamblearia, entre espectadores surgen distintas opiniones; algunas inocentes y otras fundamentadas en el curso de la ilusión escénica, todas respondidas estudiadamente por el actor a cargo. Sin embargo, hubo en la función del martes 8, tres que no fueron respondidas: "El médico no puede solo…", "dejen hablar al médico…" y otra que planteó "aquí en la Argentina hay una tercera opción, el Frente de Izquierda…" que ganó el aplauso masivo de la mitad de una platea de 1.100 espectadores.


El debate es clausurado en el momento en que el protagonista toma la palabra y el resto de los actores comienza a atacarlo con piedras de pintura, mientras este reclama en su discurso que "la totalidad de la sociedad merece ser destruida". La extraordinaria performance de la compañía; los siete actores talentosos y entrenadísimos, el perro real que entra en escena, el arte creado por el escenógrafo, la muralista, la vestuarista, el iluminador, que consiguen la atención y el beneplácito del público no alcanzan para sostener el planteo "crítico" ante los clásicos esbozado en su programa. La obra concluye con que el individuo Stockman, honesto denunciante, tiene que elegir entre pasarse al campo de la corrupción o mantener sus principios y vivir en la miseria y el exilio.


La hipótesis se reduce a: "El mundo es tal cual es y no puede cambiarse", uno de los axiomas denunciados por el alemán Bertolt Brecht en sus escritos y plasmado en su obra, al que opone: "El teatro debe mostrar el mundo no como es, sino como debería ser". Y, recordándolo, lo cita Boal desde Brasil: "Su fin actual debe ser la revolución socialista".


Una orientación social Las entradas para el Festival están casi agotadas y es presentado como un logro, pero esto no es una "novedad" en una ciudad donde hay casi 300 salas de teatro independiente, con más estrenos que en Nueva York o Roma. Un ejemplo concreto de esto es que la comunidad teatral que sostiene la actividad presentó 370 proyectos para participar de la programación, de las cuales fueron elegidas sólo 16.


Lejos de ser una fiesta del teatro, el Festival es utilizado como herramienta para la puesta en práctica de la verdadera política cultural que lleva adelante el macrismo (con el apoyo del FpV en la legislatura con proyectos como la Autarquía del Teatro Colón y el Distrito de las Artes): la cultura como mera atracción.


Por encima del desarrollo cultural del pueblo, se coloca la obtención de ganancias. Sin embargo, el paso de la compañía alemana por el FIBA puso de manifiesto el estado de rebelión permanente que estamos viviendo. En el estreno de la obra, durante el debate un espectador propuso que uno de los "funcionarios públicos" que se encontraban en la sala diera su opinión. Así fue como Darío Lopérfido (ex secretario de Cultura de De la Rúa) tomó la palabra en el debate: "…Yo no soy funcionario, lo fui en los años de la Alianza. Ahora sólo soy el director artístico de este festival…".


Ello produjo una gran silbatina por parte de la audiencia presente. Intentó proseguir: "…Yo estoy del lado de Stockman […] La obra nos dice que los que triunfan son los otros, porque la gente no quiere perder su bienestar económico. Y siempre hay complicidad de la sociedad civil, como nos pasó con la dictadura y en Alemania con el nazismo".


El descontento de la sala se manifestó de inmediato. El pueblo argentino no soporta más que le expliquen "la obra". Está en manos de los artistas, trabajadores de la cultura y el resto de los trabajadores, tomar la gestión de la cultura para nuestros propios intereses.


Desde el Frente de Artistas nos sumamos a esa lucha.