Cultura

13/1/2017

Un nuevo aniversario de la muerte de Tato Bores

La actualidad de un genial humorista


El pasado 11 de enero se cumplieron 21 años de la muerte de Tato Bores (Mauricio Borensztein), uno de los más destacados cómicos y humoristas de la Argentina. Conocido por su humor ácido y sus monólogos, estuvo más de 30 años en la televisión argentina.


Inició sus ciclos televisivos en 1960. Su programa se mantuvo bajo gobiernos radicales y de facto, lo que no impidió sus críticas permanentes a los militares y los golpes. Durante el gobierno de Isabel Perón fue levantado del aire en 1974, y volvió cuatro años después, en 1978.En 1979 pusieron una bomba en la puerta de su domicilio. Quizás el caso más recordado es en 1992, cuando la jueza Servini de Cubria le prohibió nombrarla, a lo cual respondió juntando a una enorme cantidad de referentes del periodismo y la cultura bajo la frase “la jueza badu-budu-budía es lo más grande que hay”. Sus últimos programas fueron en 1993. Su salud fue empeorando, falleciendo el 11 de enero de 1996.


Además de humorista, fue actor de cine y teatro. En sus programas estaba siempre acompañado por Roberto Carnagui, y entre sus libretistas destacaban Landrú, Adolfo Castelo, Pedro Saborido (el mismo de “Peter Capusotto y sus videos”), y sus hijos Alejandro y Sebastián Borenstein. Fue socio activo de la Asociación Argentina de Actores.


A 20 años de su muerte, sus monólogos y sketchs, con los que creció una generación, tienen una vigencia enorme. La crisis sanitaria está presente en un sketch junto a Luis Brandoni, donde pasean por un hospital público, con médicos atados por los bajos sueldos e insumos prácticamente inexistentes. La burocracia sindical está perfectamente representada en un sketch con Coco Silli y Oscar Martínez. La deuda externa está en un clásico sketch con un americano que viene a reclamar su parte de pago. La devaluación del peso es parte del clásico monólogo dos mil. En el mismo crítica a los gobiernos de los años 60 a 90, radicales, peronistas y de facto. También denunció en sketchs y monólogos el narcotráfico y la justicia ligada a los intereses políticos de los gobiernos.


Los monólogos de Tato dejan un enorme legado. Más allá de la filiación política que tenía (se consideraba “republicano” y afín al radicalismo), sus monólogos y sketchs guardan una actualidad enorme.