Cultura

2/7/2020

Unión de Escritoras y Escritores: la asamblea que no fue

La reunión del 27/6 se colmó de funcionarios y parlamentarios kirchneristas y del PRO, que hicieron lobby por una ley que no da soluciones a los trabajadores del sector.

Tinta Roja, Escritores

El sábado 27 de junio estaba citada una asamblea por la Unión Argentina de Escritoras y Escritores, para tratar un proyecto de creación del Instituto del Libro. Tal proyecto fue repetida y detalladamente abordado por las y los integrantes de la Unión desde la primera asamblea que le dio origen, allá por el verano de 2019.


En esa oportunidad se le presentó a los asistentes a la asamblea un proyecto de ley del libro que el diputado Daniel Filmus quería ingresar para su tratamiento parlamentario. Los compañeros presentes de la agrupación Tinta Roja se manifestaron entonces contrarios al mismo, ya que contemplaba en lo fundamental los intereses de las grandes editoriales y no tenía ni un solo párrafo a favor de las reivindicaciones conocidas de los escritores, en tanto trabajadores. Dadas las circunstancias en ese momento, el núcleo convocante no pudo lograr un voto indicativo favorable al proyecto, quedando para su estudio por la próxima Comisión Directiva a constituirse.


En reuniones posteriores de la Unión se debatieron muchas y detalladas observaciones y enmiendas al texto original del proyecto de Filmus, que fueron presentadas ante sus gestores sin que se lograra de ellos la más mínima incorporación de ninguna de las propuestas.


Fue en estas circunstancias que se realizó la reunión virtual del 27 de junio. Ante la sorpresa de la mayoría de los que nos conectamos, hicieron uso de la palabra el ministro nacional de Cultura Tristán Bauer, el titular de la cartera de Educación Nicolás Trotta y una lista interminable de funcionarios y parlamentarios del oficialismo, y del PRO, desnaturalizando por completo el propósito con el cual había sido convocada la asamblea.


Las dos terceras partes de la sesión fueron ocupadas por la alocución de los funcionarios y por representantes de otras organizaciones que representan a traductores, escritores de literatura infantil y dibujantes, y finalmente se “permitió” que hicieran uso de la palabra los socios de la Unión, que la maestra de ceremonias calificó de “público”.


El carácter de las intervenciones de los auténticos escritores fue en el sentido de ratificar su identificación como trabajadores de la palabra, puntualizando su condición precarizada, y solicitando que se tengan en cuenta sus intereses. Eduardo Mileo, de Tinta Roja, directivo de la Unión, habló en el sentido de los otros escritores que le precedieron a favor de la creación de un Instituto del Libro pero oponiéndose al proyecto de ley por no contemplar las reivindicaciones de los escritores. Poniendo de relieve a la vez, que para la creación de un Instituto del Libro, este debería tener un presupuesto que lo sustentara, pero que dadas las actuales circunstancias de crisis, para que eso se pudiera llevar a cabo se debería establecer un impuesto a las grandes fortunas. En igual sentido habló Horacio López, también perteneciente a Tinta Roja, reclamando la lucha por la jubilación nacional para las escritoras y escritores.


A pesar de que se trató de una asamblea desnaturalizada, donde los funcionarios vinieron a hacer lobby por una ley -producto del consenso político kirchnerista macrista-, y la directiva de la Unión les sirvió de eco, se ha creado entre los que asistimos al encuentro virtual un legítimo rechazo por la manipulación de que fuéramos objeto.


Tinta Roja llevará a la próxima reunión de Comisión Directiva esa posición, señalando la necesidad de que para representar genuinamente los intereses de los escritores como trabajadores, debemos ser independientes del gobierno.