Cultura
8/5/2023
V8, 40 años “luchando por el metal”
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Carátula del álbum
El 10 de abril se cumplieron nada menos que cuarenta años de la salida del disco que más ha influenciado al metal y el rock pesado de nuestro país y Latinoamérica, y nos pareció importante hacer un balance y contar algo más que lo que se podría leer en la clásica nota aniversario de…
Poniéndonos en contexto: 1983, una tapa completamente negra y letras grises. Luego del rugir del motor de un Torino, comienzan las notas fundacionales del heavy metal argentino. “Destrucción” será su himno más preciado, porque la juventud explotada de la etapa final de la dictadura más sangrienta de la historia argentina ya no creía en nadie; “porque nadie cree en mí” -sentenciaba.
De aquella formación de esos cuatro pibes, que hasta el día de hoy no comprendemos como pudieron haber estado juntos en una misma banda, florecieron todas las variantes que alimentan al heavy argentino hasta nuestros días. Ricardo Iorio, Gustavo Rowek, Osvaldo Civile y el “Beto” Zamarbide (Hermética, Logos, Horcas, Almafuerte).
El disco, cual documento fundacional, fue un punto de reagrupamiento de muchos jóvenes trabajadores. V8 venía a ofrecer un canal de rebeldía para toda una generación de cuero, tachas y pelos largos.
¿Luchar contra qué o contra quién? Había que ganarse un lugar, incluso a los codazos, en un medio cultural y políticamente adverso. Desarrollar una subcultura juvenil de aquellas características no era fácil. Primero la dictadura, y luego los edictos policiales que la vuelta de la democracia, de la mano de Raúl Alfonsín, sostuvo, bloqueaban la libertad del distinto. No faltan las anécdotas de heavys de la época que cuentan cómo la policía los cazaba camino a los recitales e incluso con razzias dentro de los locales donde se podían presentar.
V8 llegó al BA Rock del ’82 de la mano de Pappo y fue la banda más polémica, ya que era el festival argentino que nucleaba a los grupos y solistas más convocantes del momento. V8, en las antípodas de la cultura hippie, salió a tocar e inmediatamente se trenzó con el público. Naranjazos y objetos volaron hacia la banda, que no dejó de tocar.
“Soy metalero por propia elección…”
Para el Estado, la juventud rebelde representaba un peligro contra el statu quo. Ser metalero implicaba un paso asegurado por la comisaría por averiguación de antecedentes; el solo hecho de transitar por las calles con pelo largo, campera de cuero y tachas y ser visto por la policía era una detención asegurada, como todo lo que no se consideraba “normal”. Del conflicto con la policía, el metalero argentino forjó su identidad y su enojo. Conflictos contra el Estado que perduran aún hoy en nuestros días en la juventud y principalmente en la clase trabajadora.
V8 y todo el metal al que le dio vida es el sonido de los marginados, de lo imperfecto, negado y ocultado. Anti-héroes de la clase obrera que se ve representada en sus letras crudas y sonido brutal. Hombres suburbanos sucios y desprolijos decididos a no callar ni a esconderse. Todo lo que se alejaba del ser “derecho y humano” que proclamaba la dictadura militar, apropiándose de las calles.
Así, el 10 de abril de 1983 llegó a las disquerías “Luchando por el metal”, un álbum de 9 canciones (27 minutos de duración) donde el sonido de la banda lo abarca todo y las letras escupen furia genuina. En su momento no fue un suceso de ventas y al mismo tiempo estaba condenado por ciertos promotores a no ser parte de la grilla de grupos de rock a los que habitualmente se podía ver los fines de semana. Sin embargo, el grupo resistió y se presentó en cuanto lugar pudo (principalmente en escenarios del Gran Buenos Aires). Para su tiempo, un disco ruidoso, enérgico, repleto de bronca y una declaratoria de principios, esa es la clave de su persistencia y vigencia. Al día de hoy, en todos los recitales alguien siempre pide “Destrucción” a los gritos.
https://prensaobrera.com/cultura/la-guerra-de-malvinas-y-el-rock-que-la-musica-no-me-sea-indiferente