Cultura

21/8/2014|1328

“Violette”: feminismo y posguerra

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“Te había tomado por una burguesa cuya infancia me aburriría. Me equivoqué”. Así le dice Simone de Beauvoir a Violette Leduc, tras leer el manuscrito de su primera novela. El film “Violette” (dirigido por Martin Provost, Francia-Bélgica, 2013) está basado en una historia real: los primeros pasos literarios de Leduc (1907-1972), y en particular su relación con Beauvoir, su mentora y su obsesión amorosa.

Violette Leduc fue hija bastarda de un conde y su empleada domesticada. Con una relación tirante con su madre y casada en un matrimonio turbulento con el escritor gay Maurice Sachs, apenas sobrevive durante la ocupación nazi y los primeros años de la posguerra contrabandeando en el mercado negro. Luego se relacionó con el bullicioso mundo intelectual parisino de la época: entabló una fuerte amistad con el escritor Jean Genet y un vínculo artístico con Beauvoir. También recibiría el padrinazgo económico de Jacques Guérin, dueño millonario de perfumes d’Orsay.

En ese mundo intelectual, Violette ocuparía un rol en los márgenes, fruto tanto de su origen social como de ciertos rasgos personales. La escritura de Leduc sería considerada peligrosa, “bastarda”, por tocar temas que la llevarían a ser censurada por editores y funcionarios, como el aborto, el lesbianismo y el incesto. “Habrá que ir aún más lejos. Decir todo. El contrabando, tus amores y, sobre todo, el aborto. Le harás muy bien a las mujeres”, la alienta Beauvoir.

Leduc pondría en primer plano el deseo sexual femenino (“con poesía, verdad y más aún”, diría su mentora), se expondría totalmente en el arte, logrando a través de él cubrir una inseguridad, una necesidad imparable de amar y ser amada que rodea su vida. “Su personaje está poseído por una frenética necesidad de amar, que transforma en verdugos a los seres que ama”, afirmó un crítico.

El largometraje cuenta con dos grandes actuaciones: la de Emmanuelle Devos, como Violette, y la de Sandrine Kiberlain, como Simone. No todos los personajes ni relaciones están bien desarrollados y la esperada aparición del personaje de Jean Paul Sartre no se cumple. En sus mejores momentos, tiene intensidad y belleza, esa profundidad que hace que, al decir de Marx, “el escritor no considera en manera alguna sus trabajos como un medio. Son fines en sí; son tan escasamente medios en sí para él y para los demás, que en caso necesario sacrifica su propia existencia a la existencia de aquellos”.

El film pone a la obra de Leduc como una precursora de los movimientos feministas y de liberación sexual posteriores, aunque el realizador evita referirse a los sucesos históricos y las ideas políticas (en particular, de Beauvoir) que rodean al ambiente artístico e intelectual al que Violette se vinculó. El costado más político del film, tal vez, sea esta aseveración de Beauvoir: “El matrimonio es una mentira, Violette. Para las mujeres es el comienzo de la esclavitud. Tú lo has comprendido antes que las demás. No hay libertad para ellas sin libertad económica”.

 

Nicolás Rijman