Educación

9/2/2023

Acuña y Sileoni están del mismo lado de la tragedia educativa

Una política apoyada en las resoluciones del Consejo Federal de Educación, votadas unánimemente por macristas y kirchneristas.

Vacían de contenidos la escuela secundaria.

Los principales medios del país se hicieron eco de una reforma en la escuela secundaria de la provincia de Buenos Aires que flexibiliza las condiciones de promoción y acreditación.

A pesar de los titulares escandalizados de Infobae, Clarín y La Nación, se trata de una medida en perfecta sintonía con la política que vienen desarrollando todas las provincias y que tiene su apoyo en las resoluciones del Consejo Federal de Educación de los últimos 15 años, votadas unánimemente por macristas y kirchneristas.

Clarín, que cita ejemplos de varias provincias gobernadas por el peronismo, evita cuidadosamente nombrar a la Ciudad de Buenos Aires, donde hace un año el gobierno de Acuña-Larreta aprobó un nuevo Régimen Académico que plantea esencialmente lo mismo que la reforma que ahora hace la provincia: se elimina la repitencia en primer año, se aumenta la cantidad de materias que se pueden adeudar y en los casos donde sí hay “permanencia” sólo se recursan las materias no aprobadas.

En un acto de cinismo pocas veces visto, Soledad Acuña tilda de “populismo educativo” las mismas medidas que ella adoptó como ministra de la ciudad. Lo mismo vale para Alejandro Finocchiaro, que como ministro de Educación de Macri aprobó el Marco de Organización de los Aprendizajes que sustenta todas estas reformas provinciales.

Lo que esconde este espectáculo de caradurismo es que todos los que gobernaron en los últimos 40 años son igualmente responsables de la crisis educativa. Y algo más, es llamativo que las mismas medidas sean tildadas de un lado como “populistas” y del otro como “neoliberales”. Es que el problema no es el barniz ideológico con el que se presentan sino su carácter social capitalista, esto es lo que unifica a “populistas” y “neoliberales” y condena a la educación.

Algunos sectores progresistas, más o menos integrados al gobierno, defienden estas reformas en nombre de la inclusión y de garantizar el derecho a la educación. Pero el único objetivo de estas reformas es mejorar los indicadores de terminalidad y acortar el tiempo (y por lo tanto los recursos) que los estudiantes insumen durante la escolaridad obligatoria. Por eso las reformas no van acompañadas de ningún tipo de inversión que permita efectivamente recuperar y profundizar en los aprendizajes. Más de conjunto, son parte de una tendencia internacional a vaciar de contenidos la escuela secundaria y convertirla en una formadora de mano de obra precaria, adaptada a la precarización laboral creciente.

Contra los vaciadores “populistas” y “neoliberales” se debe alzar la voz de la docencia y del conjunto de los trabajadores en defensa de la educación pública, científica y universal.

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