Dos textos de Carlos Marx sobre la educación

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Crítica al Programa de Gotha
En 1875, se produjo la unificación de las dos tendencias del movimiento obrero alemán, la lasalleana y la socialdemócrata, liderada por Augusto Bebel y Wilheim Leibknecht en un partido único, el Partido Obrero Alemán, en un Congreso celebrado en Gotha. Marx realizó una célebre “Crítica al programa de Gotha". El capítulo del programa referido a la educación reclamaba: “Educación general, la misma para todo el pueblo por parte del Estado. Obligatoriedad escolar para todos, instrucción gratuita”. A continuación la crítica de Marx.
“¿Educación del pueblo, lo mismo para todos? ¿Qué se entiende por estas palabras? ¿Se puede creer que en la sociedad actual (y no hay otra cosa de que ocuparse que de ella), la educación puede ser la misma para todas las clases? ¿o bien se pretende reducir por la fuerza a las clases superiores a no recibir más que una enseñanza restringida de la escuela primaria, única compatible con la situación económica no sólo de los obreros asalariados sino también de los campesinos?
“Obligación escolar para todos. Instrucción gratuita”. La primera existe incluso en Alemania, lo segundo en Suiza y en los Estados Unidos para las escuelas primarias. Si en ciertos Estados de este último país, los establecimientos de enseñanza superior son igualmente “gratuitos”, esto significa solamente que en los hechos estos Estados imputan en las partidas del presupuesto general los gastos escolares de las clases superiores. Al margen, esto es lo mismo que esa “administración gratuita de la justician reclamado por el artículo 5. La justicia criminal es gratuita en todas partes; la justicia civil entiende casi únicamente acerca de litigios de propiedad y concierne, en consecuencia, casi únicamente a esas clases propietarias ¿Se quiere sostener sus procesos con los gastos del tesoro público?
El párrafo relativo a las escuelas debería por lo menos exigir la incorporación a la escuela primaria de escuelas técnicas (teóricas y prácticas).
Una “Educación del pueblo por el Estado” es una cosa absolutamente condenable. Determinar por una ley general los recursos de las escuelas primarias, las aptitudes exigidas del personal docente, las disciplinas enseñadas, etc. y, como sucedo en los Estados Unidos, supervisar, con la ayuda de inspectores del Estado, la ejecución de estas prescripciones legales, ¡esto es absolutamente otra cosa distinta que hacer del Estado el educador del pueblo! Más aún, hay que proscribir de la escuela, al mismo título, toda influencia del gobierno y de la Iglesia. Mejor todavía, en el imperio prusiano alemán (y que no se recurra a esa escapatoria mentirosa de hablar de un cierto “Estado de porvenir”: nosotros hemos visto lo que es), es por el contrario, el Estado quien tiene necesidad de ser educada de una manera ruda por el pueblo.
Por otra parte, todo el programa, a pesar de toda su chácara democrática, está infectado de una punta a la otra por la creencia servil de la secta lasalleana en el Estado o, lo que no vale más, por la creencia en el milagro democrático; o. al fin de cuentas es un compromiso de esas dos suertes de fe en el milagro, igualmente alejadas del socialismo.
“Libertad de la ciencia”, dice el párrafo de la constitución prusiana, ¿Por qué también aquí?
“Libertad de conciencia”. Si se desea, por esos tiempos de la “Kulturkampf” (1), recordar al liberalismo sus viejas consignas, no se lo podría hacer más que bajo esta forma: “Cada uno debe poder satisfacer sus necesidades religiosas y corporales sin que la policía meta la nariz". Pero ahí el partido obrero tenía la ocasión de expresar su convicción de que la burguesa “libertad de conciencia " no es más que la tolerancia de todas las formas posibles de libertad de conciencia religiosa, mientras que él se esfuerza por liberar las conciencias de la fantasmagoría religiosa Solamente se acomoda a no sobrepasar el nivel “burgués”.
(1) “Kulturkampf”: lucha por la culturan, que Bismark condujo después de 1870 contra el partido católico alemán, el partido “del centro”, en medio de persecuciones policiales dirigidas contra el catolicismo.
Carlos Marx, “Critica al programa de Gotha” Editions Sociales, París, 1972
Alocución ante el Consejo General de la Internacional
El Consejo General de la Asociación Internacional de Trabajadores (1° Internacional) se reunió en agosto de 1869 para preparar el Congreso de Basilea, que debería realizarse al mes siguiente. Entre los puntos en debate se encontraba el referido a la “instrucción integral". Reproducimos a continuación el acta de la sesión del 10 de agosto de 1869, referida a la cuestión de la gestión y el financiamiento de la enseñanza.
“El ciudadano Marx dice que una dificultad de carácter particular está ligada a esta cuestión. Por un lado, es necesario un cambio de las condiciones sociales para crear un nuevo sistema educacional. Por otro es preciso un nuevo sistema educativo para que puedan cambiar las condiciones sociales. Por consiguiente, es necesario partir de la situación actual.
Los Congresos de la Asociación Internacional de Trabajadores (1° Internacional) ya plantearon la cuestión de saber si la enseñanza debe ser estatal o privada Se entiende por enseñanza estatal aquello que se efectúa bajo control del Estado; todavía, la intervención del Estado no es absolutamente indispensable. En Massachusetts, cada municipio es obligado a garantizarla enseñanza elemental de todos los niños. En las ciudades con más de 5.000 habitantes debe haber escuelas de nivel medio para la formación politécnica; y en las ciudades mayores, escuelas superiores. La Federación contribuye para su financiación, pero muy modestamente.
En Massachusetts, 1/8 de los impuestos locales es gastado en enseñanza; 1/5 en Nueva York. Las comisiones escolares que dirigen los establecimientos son organizaciones locales; son ellas las que nombran los profesores y escogen los libros didácticos. La debilidad del sistema americano reside en su carácter local acentuado en demasía, lo que hace que la enseñanza se encuentre muy íntimamente ligada al desarrollo cultural de cada región. De allí la necesidad de reivindicar un control central. El sistema fiscal en beneficio de las escuelas es obligatorio; pero no existe obligatoriedad escolar para los niños. Estando gravada la propiedad, los hombres que pagan esos impuestos desean que el dinero sea empleado útilmente. La enseñanza puede ser estatal sin que se encuentre bajo control del gobierno. El gobierno podría nombrar inspectores cuya tarea sería velar que la ley sea respetada, sin que ellos tengan el derecho de inmiscuirse directamente en la educación. Sería como para los inspectores de fábrica que vigilan el respeto de las leyes fabriles.
El Congreso puede decidir, sin la menor hesitación, que la enseñanza debe ser obligatoria. En lo tocante al hecho de que los niños no deberían ser obligados a trabajar, lo que es cierto es que eso no ocasionaría una baja de salarios, y todo el mundo se acostumbraría a eso. Los proudhonianos afirman que la enseñanza gratuita es un contrasentido, pues el Estado debe pagarla. Es evidente que alguien debe pagar, pero que no sean aquéllos que no tienen condiciones para hacerlo. La enseñanza superior no debe ser gratuita”.
Actas de la Asociación Internacional de Trabajadores, 1° Internacional, en María Alice Nogueira, “Educación, saber, producción en Marx y Engels”, Cortez Editora, San Pablo, 1990.