Educación

14/9/1992|366

Dos textos de Carlos Marx sobre la educación

Crítica al Programa de Gotha

En 1875, se produjo la uni­ficación de las dos tendencias del movimiento obrero ale­mán, la lasalleana y la socialdemócrata, liderada por Augusto Bebel y Wilheim Leibknecht en un partido único, el Partido Obrero Alemán, en un Congreso celebra­do en Gotha. Marx realizó una célebre “Crítica al pro­grama de Gotha". El capí­tulo del programa referido a la educación reclamaba: “Educación general, la misma para todo el pue­blo por parte del Estado. Obligatoriedad escolar para todos, instrucción gratuita”. A continuación la crítica de Marx.

“¿Educación del pueblo, lo mismo para todos? ¿Qué se entiende por estas palabras? ¿Se puede creer que en la sociedad actual (y no hay otra cosa de que ocuparse que de ella), la educa­ción puede ser la misma para todas las clases? ¿o bien se pre­tende reducir por la fuerza a las clases superiores a no recibir más que una enseñanza restrin­gida de la escuela primaria, única compatible con la situación económica no sólo de los obreros asalariados sino también de los campesinos?

“Obligación escolar para todos. Instrucción gratuita”. La primera existe incluso en Ale­mania, lo segundo en Suiza y en los Estados Unidos para las es­cuelas primarias. Si en ciertos Estados de este último país, los establecimientos de enseñanza superior son igualmente “gratuitos”, esto significa solamente que en los hechos estos Estados imputan en las partidas del pre­supuesto general los gastos esco­lares de las clases superiores. Al margen, esto es lo mismo que esa “administración gratuita de la justician reclamado por el artículo 5. La justicia criminal es gratuita en todas partes; la justi­cia civil entiende casi únicamente acerca de litigios de propiedad y concierne, en consecuen­cia, casi únicamente a esas cla­ses propietarias ¿Se quiere sos­tener sus procesos con los gastos del tesoro público?

El párrafo relativo a las es­cuelas debería por lo menos exi­gir la incorporación a la escuela primaria de escuelas técnicas (teóricas y prácticas).

Una “Educación del pue­blo por el Estado” es una cosa absolutamente condenable. De­terminar por una ley general los recursos de las escuelas primarias, las aptitudes exigidas del personal docente, las disciplinas enseñadas, etc. y, como sucedo en los Estados Unidos, supervi­sar, con la ayuda de inspectores del Estado, la ejecución de estas prescripciones legales, ¡esto es absolutamente otra cosa distin­ta que hacer del Estado el educa­dor del pueblo! Más aún, hay que proscribir de la escuela, al mismo título, toda influencia del go­bierno y de la Iglesia. Mejor todavía, en el imperio prusiano alemán (y que no se recurra a esa escapatoria mentirosa de hablar de un cierto “Estado de porvenir”: nosotros hemos visto lo que es), es por el contrario, el Estado quien tiene necesidad de ser educada de una manera ruda por el pueblo.

Por otra parte, todo el programa, a pesar de toda su chácara democrática, está infectado de una punta a la otra por la  creencia servil de la secta lasalleana en el Estado o, lo que no vale más, por la creencia en el milagro democrático; o. al fin de cuentas es un compromiso de esas dos suertes de fe en el milagro, igualmente alejadas del socialismo.

“Libertad de la ciencia”, dice el párrafo de la constitución prusiana, ¿Por qué también aquí?

“Libertad de conciencia”. Si se desea, por esos tiempos de la “Kulturkampf” (1), recordar al liberalismo sus viejas consignas, no se lo podría hacer más que bajo esta forma: “Cada uno debe poder satisfacer sus necesidades religiosas y corporales sin que la policía meta la nariz". Pero ahí el partido obrero tenía la ocasión de expresar su convicción de que la burguesa “libertad de conciencia " no es más que la tolerancia de todas las formas posibles de libertad de conciencia religiosa, mientras que él se esfuer­za por liberar las conciencias de la fantasmagoría religiosa Solamente se acomoda a no sobrepa­sar el nivel “burgués”.

(1) “Kulturkampf”: lucha por la culturan, que Bismark con­dujo después de 1870 contra el partido católico alemán, el partido “del centro”, en medio de persecuciones policiales diri­gidas contra el catolicismo.

Carlos Marx, “Critica al pro­grama de Gotha” Editions Sociales, París, 1972


Alocución ante el Consejo General de la Internacional

El Consejo General de la Asociación Inter­nacional de Trabajadores (1° Internacional) se reunió en agosto de 1869 para preparar el Congreso de Basilea, que debería realizarse al mes siguiente. Entre los puntos en debate se encon­traba el referido a la “instrucción integral". Reproducimos a continuación el acta de la sesión del 10 de agosto de 1869, referida a la cuestión de la gestión y el financiamiento de la enseñanza.

“El ciudadano Marx dice que una dificultad de carácter particular está ligada a esta cuestión. Por un lado, es necesario un cambio de las condiciones sociales para crear un nuevo sistema educacional. Por otro es preciso un nuevo sistema educativo para que puedan cambiar las condiciones sociales. Por consiguiente, es necesario partir de la situación actual.

Los Congresos de la Asociación Internacional de Trabajadores (1° Internacional) ya plantearon la cuestión de saber si la enseñanza debe ser estatal o privada Se entiende por enseñanza estatal aque­llo que se efectúa bajo control del Estado; todavía, la intervención del Estado no es absolutamente indispensable. En Massachusetts, cada municipio es obligado a garantizarla enseñanza elemental de todos los niños. En las ciudades con más de 5.000 habitantes debe haber escuelas de nivel medio para la formación politécnica; y en las ciudades mayo­res, escuelas superiores. La Federación contribu­ye para su financiación, pero muy modestamente.

En Massachusetts, 1/8 de los impuestos locales es gastado en enseñanza; 1/5 en Nueva York. Las comisiones escolares que dirigen los establecimientos son organizaciones locales; son ellas las que nombran los profesores y escogen los libros didácti­cos. La debilidad del sistema americano reside en su carácter local acentuado en demasía, lo que hace que la enseñanza se encuentre muy íntimamente ligada al desarrollo cultural de cada región. De allí la necesidad de reivindicar un control central. El sistema fiscal en beneficio de las escuelas es obliga­torio; pero no existe obligatoriedad escolar para los niños. Estando gravada la propiedad, los hombres que pagan esos impuestos desean que el dinero sea empleado útilmente. La enseñanza puede ser esta­tal sin que se encuentre bajo control del gobierno. El gobierno podría nombrar inspectores cuya tarea sería velar que la ley sea respetada, sin que ellos tengan el derecho de inmiscuirse directamente en la educación. Sería como para los inspectores de fábrica que vigilan el respeto de las leyes fabriles.

El Congreso puede decidir, sin la menor hesita­ción, que la enseñanza debe ser obligatoria. En lo tocante al hecho de que los niños no deberían ser obligados a trabajar, lo que es cierto es que eso no ocasionaría una baja de salarios, y todo el mundo se acostumbraría a eso. Los proudhonianos afirman que la enseñanza gratuita es un contrasentido, pues el Estado debe pagarla. Es evidente que al­guien debe pagar, pero que no sean aquéllos que no tienen condiciones para hacerlo. La enseñanza superior no debe ser gratuita”.

Actas de la Asociación Internacional de Traba­jadores, 1° Internacional, en María Alice Nogueira, “Educación, saber, producción en Marx y Engels”, Cortez Editora, San Pablo, 1990.