El inicio del ciclo lectivo 2024 estará marcado por un fuerte colapso en el terreno de la educación. Al plan motosierra de Javier Milei, se suman los precios siderales de la canasta escolar, inaccesibles para al menos el 60% de los niños y adolescentes de este país, que viven en hogares pobres.

Con la decisión del gobierno nacional de suspender los fondos destinados al Fondo de Compensación Salarial Docente, al Fondo Nacional de Incentivo Docente, a los ítems salariales de Conectividad y Material Didáctico, a los programas educativos nacionales, a la infraestructura y a los comedores escolares, los jóvenes que transitan la educación pública se encontrarán al volver a clases con escuelas aún más desfinanciadas, docentes más empobrecidos y ninguna posibilidad de acceder allí a la alimentación que en sus casas no pueden brindarles.

Eso, si es que sus familias logran juntar el mango para afrontar los aumentos del boleto y llevarlos a la escuela en transporte público. Si es que llegan a reunir el dinero necesario para comprar el guardapolvo y los útiles en un cuadro de destrucción de los ingresos populares. Como vemos, las políticas Milei son una vía directa a la deserción escolar.

Según el relevamiento elaborado por el blog de educación financiera de Naranja X, la canasta escolar básica para el nivel primario (compuesta de una mochila, un guardapolvo blanco y útiles) se halla en $62.099, 251% más que el año pasado ¿Qué familia de los barrios más pobres de este país puede costear semejante cifra para mandar a su hijo al colegio? Ni hablar si tiene más de uno.

Frente a esta realidad, Milei anunció que lanzarán “vouchers para poder comprar útiles escolares, como una forma de contención a la clase media, así como una ayuda para hacer frente al pago de los colegios privados” (Iprofesional, 15/2), ante el aumento de las cuotas. Dicho así, parece que solo habrá subsidios indirectos para la educación privada (además de haberle prorrogado hasta fin de año la eximición de aportes patronales) pero ninguna asistencia para aquellos niños de los sectores más vulnerables, que no tendrán más remedio que ir a clase con una bolsa de consorcio en lugar de mochila, zapatillas rotas y con el hambre a cuestas. No podemos esperar otra actitud de un gobierno que suspendió la entrega de alimentos a los comedores barriales, de los cuales depende el plato de comida diario de miles de infancias.

No podemos permitir que las clases comiencen en este estado de cosas. Apoyar los reclamos de la docencia y el no inicio en todo el país hasta que no estén garantizadas las demandas es el único camino para defender la escuela pública y el derecho a estudiar de nuestros pibes, contra la ofensiva en regla que encabeza Milei en complicidad con los gobernadores.

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