La educación pública en la provincia y en todo el país viene siendo vapuleada por los diferentes gobiernos. Cada gobernador de Catamarca (del Frente Cívico y Social o del PJ) han planteado ajuste en las partidas destinadas a educación. Se puede ver en la ley de presupuesto que año a año se vota.

El conflicto de los Institutos de Enseñanza Superior

El gobernador Raúl Jalil decretó que el Ministerio de Educación, Ciencia y Técnica se dividiera en dos: por un lado el Ministerio de Educación a cargo del corpaccista Gordillo y el Ministerio de Ciencia e Innovación Tecnológica a cargo de Eugenia Rosales del gobernador Jalil. Luego, se toma la decisión de que todos los Institutos de Enseñanza Superior (IES) pasarán de estar a cargo del Ministerio de Educación al de Ciencia. Esta división es el corazón del conflicto que hará movilizar a una parte importante de los docentes y estudiantes de los IES en toda la provincia.

Las primeras medidas de lucha contra el traspaso de los IES fueron virtuales, agitadas desde redes sociales. Más tarde se formó una coordinación provincial que se expresó en marchas, caravanas y abrazos simbólicos a los edificios.

De esta manera se logró que el gobierno retroceda parcialmente en esta medida. La nueva propuesta es que solo los IES y las carreras técnicas pasen a la órbita del Ministerio Ciencia e Innovación Tecnológica, la cual es rechazada por ser entendida como una maniobra desmovilizadora y sumamente difícil de llevar a delante en la práctica.

Este conflicto dará paso a un conjunto de situación políticas de interés, por un lado por la continuidad de la lucha educativa que comenzó con la resistencia a la Reforma del Estatuto del Docentes y, por el otro, se verá cómo el conflicto se usará para resolver disputas internas del PJ local.

Punto aparte se encuentran las conducciones gremiales que en claro acuerdo con el gobierno no tomaron ninguna medida efectiva contra del traspaso de los IES, así como tampoco se opusieron el aumento miserable del 21%. El gobierno avanza contra la educación y sus trabajadores y los gremios hacen la plancha.

El Ministerio de Educación

El conflicto de los IES terminó provocando la renuncia del ministro Gordillo, un agente histórico del PJ y uno de los últimos alfiles del corpacismo en la gestión del gobernador Jalil. Gordillo no se va por oposición a las medidas de esta gestión ya que el avalo la reformas en el Estatuto Docentes y los aumentos miserables del 21% impuestos por decreto al igual que el resto de las medidas del gobierno provincial. Su renuncia va de la mano de una limpieza que se realiza en los ministerios por parte del Ejecutivo, colocando en cada cargo a su agente y cortando la línea de acción que tiene la exgobernadora Corpacci Andrea Centurión, la nueva ministra de Educación, la cual no tiene experiencia en el área educativa y, por lo tanto, el cambio es producto de las maniobras internas de las gestiones de turno.

Las manifestaciones en toda la provincia, que hicieron retroceder al gobierno y se llevaron puesto al ministro, dejaron un brecha política entre los dos sectores pejotista que integran el gobierno. La cámara de senadores salió a oficiar como mediador para hacer pasar la reforma parcial de la Educación Superior.

Esta diferenciación del corpacismo con el sector gobernante se manifiesta también en el caso Aybar. Sectores del gobernador no ven con buenos ojos la intervención a contrapelo que sostiene el corpaccismos, que va a fondo con la idea de intervenir el municipio del intendente condenado por abuso sexual.

El punto en común es que, en ambos casos, la movilización popular acorraló al gobernador Jalil y a las diferentes facciones políticas de los partidos del régimen. Esto muestra que el camino está abierto para que los trabajadores de manera organizada irrumpan en el escenario político y planteen la defensa de sus derechos, a la vez que denuncian la descomposición del régimen y de la oposición que actúa como policía bueno en la sala de torturas.

La lucha continua por defender los derechos de toda la comunidad educativa en contra de una política de ajuste y destrucción.

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