Educación
19/4/2023
Otra encuesta contra la escuela pública
Para devaluar la educación y avanzar en la reforma laboral docente.
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Operación antieducativa.
Un reciente “estudio” del “Observatorio Hacer Educación”, dirigido por el exrector privatista de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Barbieri, centró la responsabilidad de la crisis educativa del país fundamentalmente en “la falta de formación docente”. Según los encuestadores, el 44% de los consultados habría considerado que a los docentes les falta formación.
Tomando todos los indicadores de la muestra, globalmente, la educación pública se saca un 4,89%. Aprueba raspando.
Sin embargo, cuando se pregunta “qué nota pondría si tuviera que poner una nota a la escuela donde asiste su hijo/a”, el promedio general arroja un 7,56%.
Obviamente, tanto la parcialidad de la encuesta cuanto la interpretación de las respuestas son de una grosera manipulación. O sea, “la educación está mal, pero no la de mi hijo” (Clarín, 14/4).
¿Es verdad que les docentes no se forman?
La respuesta es contundentemente no, y por boca de la propia Aurelia Lupis, coordinadora del Observatorio Hacer Educación, quien reconoce que los indicadores muestran que el 80% de los docentes de nivel primario de gestión estatal participaron voluntariamente en acciones de formación continua” (Clarín, ídem). El problema, dice, es que no habría una formación de calidad.
La crítica contra la docencia a partir de la explotación mediática de este ataque no tiene “grieta política”.
Emmanuel Lista, especialista en formación docente y actual director de la Unidad de Coordinación del Sistema de Formación Docente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ratificó la crítica, y puso énfasis en que la solución es reforzar el liderazgo de los equipos directivos (y que sería él en este caso). Pero también acompañó la visión negativa de Claudia Romero e Irene Kitt, la primera funcionaria del gobierno nacional y la segunda asesora y referente educativa de varios candidatos del Frente de Todos, respectivamente.
Para Romero, doctora en educación y profesora investigadora de la Universidad Torcuato Di Tella (Utdt), “la calidad de la enseñanza es el primer factor de importancia a la hora de analizar la calidad de un sistema educativo. En la Argentina, no hay control sobre la calidad de las instituciones formadoras, que se multiplican sin ninguna planificación racional, ni evaluaciones docentes”; defendió la pertinencia de las instituciones por sus resultados y no por su necesidad social, y de la docencia por el mérito (La Nación, 14/4). Según Kitt, “la formación docente no pareciera estar ayudando a los educadores a tener prácticas eficaces de enseñanza en el contexto real y actual de un aula. Hay una falta de articulación entre la teoría y la práctica”.
Milei directamente plantea acabar con la educación pública.
Si estos diagnósticos fueran correctos, los responsables hay que buscarlos justamente entre los encuestadores y críticos que hemos citado.
Pero tal afirmación es falsa. De les docentes de la escuela pública (primaria y media) -cuyos establecimientos según la encuesta se sacaron casi un 8%-, una porción de ellos dicta asignaturas en los profesorados, y muchos de ellos también en las universidades. Incluso, muches son maestres, profesores/as de la escuela privada. Además, un estudio ya atrasado del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), una ONG completamente asimilada al Estado y a todos los gobiernos de turno, señaló que en la educación media, la más atacada por la encuesta de “Hacer Educación”, es notable “la presencia de profesores con título docente del nivel universitario (17%) y existe una gran proporción de docentes ejerciendo en el nivel con títulos profesionales no docentes universitarios (30%)”, es decir, todos tienen una educación superior, y el 47% universitaria.
La encuesta, además, omitió preguntar sobre la situación de pauperización de los pilares de la educación: las familias, les alumnes y les docentes. La pobreza supera el 42%, pero, según Unicef, el 66% de les niñes y adolescentes es pobre. ¿Pueden les alumnes estudiar en este cuadro de derrumbe de las condiciones más elementales de las familias trabajadores? Les docentes, por su lado, están desde una punta a la otra de la línea salarial por debajo de la línea de pobreza. La encuesta sí dio cuenta sobre la preocupación de la crisis de infraestructura, de la falta de escuelas y de la reducción sistemática del presupuesto.
Devaluación educativa y reforma laboral docente
No les importa la calidad educativa que proclaman, sino profundizar la vinculación del secundario con el mundo del trabajo, y avanzar a toda velocidad en la devaluación de la educación terciaria y universitaria, en función de formar mano de obra barata también en la educación superior.
La tesis de los capitalistas y sus representantes políticos (peronistas, macristas, radicales y liberfachos) es que los cambios sociales y laborales exigen adaptar la educación a los reclamos que exigen las empresas para insertar mano de obra. Ahora, “lo que viene es formarse para toda la vida”, la educación permanente, para “acomodarse a un mercado de trabajo que cambia vertiginosamente a la velocidad de la revolución digital, y que exige a todos seguir capacitándose y perfeccionándose” (Clarín, 27/3).
Efectivamente, junto a la transformación cada vez mayor del secundario en un mero entrenamiento profesionalizante –incluso fuera de la educación técnica- , se requiere atacar a la educación superior.
A la cabeza de este planteo están organismos del imperialismo vinculados con la educación, como Unicef, que viene señalando desde hace años que la Argentina tiene carreras que poseen el doble de años que las de los países centrales. ¿Qué proponen? Hacer de los profesorados, y especialmente de las universidades públicas, usinas de títulos basura las llamadas “microcredenciales”. ¿De qué se trata? “Son pequeños cursos de las universidades, con un contenido específico que acredita determinadas habilidades y competencias que resuelven necesidades puntuales que surgen en el mercado o en la industria” (Clarín, ídem).
Para esto, la formación docente debe ser restringida, atacada, disminuida, y abrir paso a profesores también micro-acreditados y flexibles. Atacan para bajar, no para enaltecer la formación de maestros y profesores.
La encuesta reflejó también que la peor imagen es la de los sindicatos docentes, es decir, de la burocracia sindical de Ctera, que es una pieza clave en el sostenimiento de estas modificaciones privatistas de la educación que lleva adelante el Frente de Todos en el gobierno junto a la oposición derechista, aprobadas por unanimidad en el Consejo Federal de Educación.
Les trabajadores y la docencia, junto a les estudiantes, debemos rechazar estas operaciones, levantar un programa de defensa de la educación pública, expulsar a la burocracia de nuestros sindicatos, y poner en pie un movimiento de lucha nacional en defensa de la escuela pública.
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