Educación

21/4/2020

Otra vez sopa: el nivel inicial y la flexibilización laboral en tiempos de pandemia

Tras el estallido de la pandemia y el aislamiento obligatorio, la crisis económica que atraviesa la clase obrera ha sido agudizada en este contexto. El coronavirus ha expuesto la precariedad de los sistemas de salud y educativos en el país. Además de la virtualización forzada y flexibilización laboral de los docentes se suma una gran tasa de desocupados y desocupadas que no han podido acceder a cargos para este ciclo lectivo y en la actualidad se encuentran sin un salario a percibir que enfrente la cuarentena.


Un sector amplio de mujeres desocupadas son las docentes del nivel inicial, siendo la mayoría sostén de familia y a cargo de población en riesgo. Las relaciones burguesas de producción y el antagonismo que proviene de las condiciones sociales de vida mantienen el “ideal asistencialista” respecto a la educación en los primeros años de vida. Nuestro nivel es considerado como un depositario de niñes. La realidad particular de las docentes del nivel inicial se agudiza en épocas de pandemia.


Previa la crisis sanitaria, conseguir un cargo en el Estado era extremadamente difícil, las suplencias son cortas y nadie puede enfrentar el fin de mes con haber trabajado de 3 días a dos semanas. Es evidente hoy más que nunca la falta de construcción de escuelas infantiles, dejando a miles de niñes sin vacante y miles de docentes teniendo que optar por la educación privada. Ni qué hablar de los grandes negociados por parte del Ministerio de Desarrollo Social con los CPI y la diferenciación de los tramos pedagógicos en la primera infancia con programas que no llegan a cubrir los pedidos de jardines maternales en la ciudad. En un relevamiento realizado hace no menos de dos semanas frente al cese de cargos de todos los niveles educativos, pudimos ver que de 265 docentes que se encuentran por fuera del ámbito laboral, el 40% responde solamente al nivel inicial donde las docentes en su mayoría no poseían ni siquiera un cargo donde dependían de suplencias, en caso de que salieran, para cobrar ingresos, en otros casos, esperaban a los listados complementarios al haberse recibido el año pasado.


La centralidad en el marco del Plan Nacional de Primera Infancia es crear un circuito diferenciado de educación para pobres y con docentes por debajo de la línea de la pobreza. Estos centros de primera infancia (cualquiera sea su denominación) no significan el ingreso al sistema educativo formal por lo tanto coexisten con la flexibilización laboral


El desguace del nivel inicial no es obra única del macrismo, ni mucho menos de la pandemia. Bajo la iniciativa kirchnerista, a partir de la Ley 27.064 de Atención y Cuidados de la Primera Infancia de 2015, habilita la gestión asociada para ser regenteada por ONGs, organizaciones sociales, las iglesia católica y evangélica y clubes de fútbol.


En función a esta política, la falta de construcción de escuelas infantiles no es solo un mensaje claro para aquellas familias que no puedan pagar su educación, sino que muchas docentes deben optar por jardines o guarderías bajo convenios de comercio, Sadop, Utedyc, entre otros. Por fuera del estatuto docente, deja rienda suelta a todo tipo de atropellos y sobre explotación como las que estamos viviendo en la actualidad con el condimento de amenazas de cierres de escuelas infantiles privados, reducción salarial, persecución por parte de la patronal acerca del contenido y horarios absurdos de reuniones.


La falta del Estado en la construcción de escuelas infantiles y la descentralización en el nivel pavimentan todo tipo de orientación asistencial en el cual el rol de la educadora deja paso al de cuidadora integral desempleada en tiempos ordinarios, imagínense en plena crisis de coronavirus.


Como venimos planteando hace varios años, la defensa de nuestros puestos de trabajo es imperativo. El Estado debe volcar los recursos que hoy se destinan al pago de la deuda usuraria e ilegítima al incremento de los salarios, por mejoras en el acceso al sistema laboral ya que hemos quedado derivadas a una política privilegiada al salvaje del capital en vez de un verdadero subsidio de desocupación en este cuadro


Las docentes del nivel inicial pedimos con ahínco el reconocimiento del subsidio docente desocupado teniendo en cuenta que el salario inicial hoy son 32.800 pesos. Reivindicar nuestro rol como educadoras y comprendemos nuestro lugar como trabajadoras, no cumplimos la función maternizante como apunta la actualización del Diseño Curricular de Maternal. No debemos caer en las ambigüedades con las que el gobierno quiere confundirnos, no debemos hacer ni un solo paso atrás. El imaginario de la maestra jardinera como cuidadora desde el afecto nos ubica en el lugar de sumisión que se les reserva a las mujeres. Pedimos respuestas inmediatas, el hambre no espera.