Educación

21/12/2020

CRISIS EDUCACIÓN

Un año de pandemia educativa y lo que se viene

La responsabilidad del Estado frente a la catástrofe actual.

Los informes e investigaciones académicas recientes sobre cómo se ha desarrollado la educación bajo la pandemia, incluso los encargados por los organismos internacionales que tienen interés en el negocio educativo, muestran algunos de los problemas que se han ido presentando a lo largo de todo el año[1]. Sin agotar el tema, entendiendo las diversas aristas del problema educativo bajo el Covid-19, trataremos de alistar los más importantes:

· La pandemia afecta de forma desigual según la clase social. El nivel de deserción escolar se estima en alrededor del 50% de la matrícula en los niveles obligatorios. Con un 60% de niños y niñas pobres en la Argentina, este aspecto resulta clave porque se trata de una desescolarización masiva[2].

· La falta de recursos tecnológicos para afrontar la virtualidad forzosa desnudó la necesidad de programas de distribución masiva de dispositivos digitales y acceso a la conectividad. Tanto a nivel nacional, como en la Ciudad de Buenos Aires, no hubo un acceso a la tecnología educativa para acompañar a los estudiantes y familias.

· La improvisación en la organización de contenidos educativos, estrategias y objetivos claros sobre qué enseñar, qué y cómo evaluar, generó incertidumbre en la organización escolar.

· Conocimientos que no se van a poder “recuperar” para el año entrante y miles de estudiantes que quedarán con sus trayectorias escolares en proceso. Mientras tanto, aún no se prevé creación de cargos docentes para poder establecer un marco para acompañar estas trayectorias.

· Las presiones laborales se multiplicaron y los ataques a las condiciones de trabajo generaron estrés laboral, avances contra el acceso al trabajo y una mayor falta de estabilidad laboral. La docencia quedó enmarcada en el denominado teletrabajo y se hizo cargo de los recursos, pagándolos de su propio bolsillo. A todo esto, hay que sumar pérdidas salariales de entre un 15 y un 20% respecto a la inflación.

· Los efectos sobre la subjetividad de los niños y jóvenes, aún en estudio, encerrados en hogares pobres, o sin un adecuado entorno de aprendizaje y contención, es motivo de debate abierto en la comunidad científica, pero sin dudas atendible.

· La falta de recursos económicos y de partidas presupuestarias especiales para atender las demandas durante los diez meses del año contrasta con los miles de dólares que se fueron llevando los bonistas y acreedores para el pago de la deuda externa. Una pelea clave para lo que se viene.

La presencialidad con circulación del virus nos expone a todos

El gobierno nacional, en parte por las denuncias de los propios docentes por la situación en la que se encuentran los edificios escolares, optó en una primera fase por suspender las clases dado el avance del Covid-19, pero luego fue levantando las actividades económicas y trató de retomar la presencialidad escolar ligada a la necesidad de que los trabajadores se integraran rápidamente a sus trabajos.

Justamente, estas presiones se fueron multiplicando sobre el sistema educativo, pero no sobre la base de la preocupación académica que familias y docentes tenemos. De ser así, hubieran atendido en el mes de abril las innumerables denuncias y reclamos de las escuelas.

Los rechazos que se dieron en las instituciones educativas a una vuelta improvisada, fundamentalmente en la Ciudad de Buenos Aires donde la docencia le torció el brazo al gobierno con medidas de acción y fuerza, tienen que ver con la conciencia del colectivo docente de las condiciones en las que se encuentran las escuelas.

Por ejemplo, un reciente artículo de Clarín da cuenta de que el 51% de escuelas del país no tiene cloacas y que el 19% de ellas no tiene agua ni para lavarse las manos. Y no solo eso: no están en marcha obras de infraestructura que deberían activarse en el receso escolar, el cual comienza en pocos días (Clarín, 12/20).

Además, es necesario recordar que, durante la pandemia, los trabajadores de las actividades denominadas esenciales se han contagiado como moscas, debido a que las condiciones de trabajo y los protocolos patronales son con cero inversión en recursos.

En este mismo sentido, un reciente informe del propio Ministerio de Educación de CABA dio cuenta de que los docentes que pidieron licencia por caso sospechoso o confirmado de Covid fueron 899, en el período de abril a noviembre. Las entregas de alimentos en escuelas, las aperturas administrativas sin un plan ni capacitaciones, sin personal especializado, con falsas “burbujas”, donde todo queda bajo responsabilidad de la docencia, muestra parcialmente a donde apuntan los gobiernos.

Por lo tanto, el rechazo a una presencialidad con circulación del virus, sin vacuna y sin garantías de ningún tipo, es fundamentalmente una irresponsabilidad del Estado y sus consecuencias son impredecibles.

Debemos decir que, al menos en esta etapa final del año, en la que la comunidad educativa ha hecho un enorme esfuerzo para sostener el acompañamiento pedagógico, la mayoría de las familias también fueron conscientes de los problemas derivados de una presión por reabrir prematuramente y casi no han concurrido a los experimentos de las “burbujas”.

Nuestra tarea es sumarlas a la lucha por las condiciones y exigencias al Estado para defender el acceso a la educación y establecer bajo qué condiciones se debe dar una eventual presencialidad.

Lo que se viene

El Consejo Federal de Educación, integrado por los gobiernos de todos los signos políticos y con Nicolás Trotta a la cabeza como responsable final de lo que sucede en la educación, fueron emitiendo resoluciones para avanzar en un “sálvese quien pueda”.

Desde el dudoso semáforo epidemiológico, que le permitió a las provincias o localidades con circulación media del virus, como Buenos Aires, avanzar con un calendario escolar apurado para el mes de febrero, hasta la unificación del ciclo escolar 20/21 sin precisiones ni plan pedagógico alguno.

El panorama mundial y la afirmación de casi todos los especialistas de un rebrote en la región y en la Argentina nos plantean organizar a la docencia y a las familias para reclamar todo lo que hace falta para defender la educación pública y pensar cualquier tipo de presencialidad.

· El punto de partida es que no haya circulación masiva del virus: debe ser baja o nula y vacunación gratuita. La apertura debe estar guiada por razones epidemiológicas y sanitarias.

· Escuelas seguras y cumplimiento de los 12 puntos de infraestructura escolar. Construcción de escuelas, adecuación de establecimientos, adecuación del mobiliario escolar.

· Contratación bajo convenio de personal especializado en bioseguridad e higiene por escuela. Equipos de enfermería escolar distritales. Recursos de higiene y limpieza.

· Comité de higiene y seguridad integrado por docentes, cooperadoras, auxiliares, estudiantes, elegidos por escuela y constituido por acta con poder de veto ante el gobierno para velar con condiciones seguras de estudio y trabajo.

· Entrega de dispositivos digitales por estudiante y docente y acceso a internet gratuita. Capacitaciones en servicio de uso de tecnología educativa.

· Respeto a las condiciones de trabajo. Derecho a la desconexión. Licencias para cuidado de hijos/as menores de 14 años. Plena vigencia del estatuto docente. Recomposición salarial con actualización mensual por inflación. Defensa de los regímenes jubilatorios. 82% móvil.

· Creación de cargos bajo estatuto para acompañar las trayectorias educativas de los y las estudiantes que deban estudiar contenidos previos. Para un verdadero acompañamiento pedagógico en las escuelas necesitamos más docentes, no menos.

· Creación de cargos de orientación escolar, psicólogos, psicopedagogos, trabajadores sociales, maestras de educación especial, para un trabajo interdisciplinario para atender las demandas psicológicas y sociales de la población estudiantil.

· Actos públicos transparentes con control de la docencia

· Por la aplicación efectiva de la ESI de contenido laico, científica y respetuosa de la diversidad sexual y de género. Reconocimiento de equipos y referentes ESI por escuela, con remuneración y libre organización por escuela.

· Alimentación escolar universal, nutritiva y de calidad. Aumento de las becas estudiantiles.

· Por la triplicación del presupuesto educativo. No al pago de la deuda externa. Ningún pacto con el FMI.

Tribuna Docente, como parte de la docencia combativa del país al frente de las luchas que recorren la educación y a diferencia de la dirección de la Ctera, que se ha convertido en una escribanía del gobierno, llama a preparar la intervención de las y los trabajadores de forma independiente de los gobiernos. En defensa de la educación pública, laica y gratuita.

[1] Una investigación de la Fundación Voz: “Volver a las escuelas: ¿cómo continuaremos después de la cuarentena?”, estima hasta 45% de abandono escolar postpandemia. Y un estudio reciente a cargo de la UNESCO, indica que en Argentina 1 de cada 5 estudiantes de primaria no tiene Internet en su casa, es decir un 19,5% de los alumnos del nivel primario del país no cuenta con la posibilidad de estudiar desde su hogar.

[2] “Balance del estado de la educación, en época de pandemia en América Latina: el caso de Argentina” Unipe, agosto 2020 de Adriana Puiggrós. En este artículo de quien fue viceministra de educación nacional hasta mitad de año, y por lo tanto co-responsable de la situación, se vuelcan cifras sobre la deserción escolar alarmantes.