Historia

24/4/2008|1034

A 70 años del crimen de Jorge Eliécer Gaitán

Reproducimos el artículo “El tribuno del pueblo”, publicado en Prensa Obrera 1034 (24/4/08), en oportunidad del 60° aniversario de la muerte del dirigente político colombiano Jorge Gaitán.

 


Neptalí Medina, un campesino tan viejo como no puede calcularse, recuerda que Jorge Eliécer Gaitán "era bajito y moreno como los indios de Cucunubá". Por eso sus enemigos, esa oligarquía rancia que encontraba su expresión política en el partido conservador, lo llamaban "El Negro". Los trabajadores, el pobrerío, la indiada, le decían "El tribuno del pueblo".

El 9 de abril de 1948, un sicario lo asesinó con dos tiros en la cabeza y otro en la espalda, a la 1:05 de la tarde en el centro de Bogotá, a pocos metros del edificio Agustín Nieto, donde Gaitán tenía su bufete de abogado.


Nunca pudo saberse cuántos muertos hubo en el levantamiento popular que se produjo inmediatamente después de esa muerte, pero algunos hablan de miles. Y se calculan en 400 mil los que cayeron en el proceso de guerra civil que se sucedió en el lustro siguiente. El Bogotazo, como se llamó a esa sublevación, determinó la historia política ulterior de Colombia y está en la génesis de su crisis actual, incluidas las guerrillas de las FARC y el ELN.


Como se ve, esos tres tiros no sólo pegaron en el cuerpo de "El Negro", del "tribuno del pueblo".


United Fruit y después

Hacia la navidad de 1928, obreros rurales y empleados de la bananera United Fruit Company – había construido, literalmente, un imperio de lodo y sangre-  ocuparon tierras que la empresa tenía en la zona de la Magdalena, en rebelión contra la explotación infrahumana a que eran sometidos en esas plantaciones del terror.


El ejército se encargó de desalojar a los trabajadores y produjo una masacre atroz. Todo quedó silenciado hasta que una voz, en principio solitaria, se dejó oír: la del joven y modesto fiscal Jorge Eliécer Gaitán.


"El Negro" se internó en la región del Magdalena y mostró al mundo la imagen alucinante de centenares de cadáveres de niños campesinos masacrados por los militares. Fue por entonces que "El Negro" empezó a ser "El tribuno del pueblo".


Gaitán asumió la defensa de las víctimas. Le pusieron a su investigación infinidad de obstáculos y le quitaron presupuesto, pero él organizó colectas y hasta puso dinero suyo para costear viajes. Así forzó el juicio y mostró contundentemente la culpabilidad del ejército masacrador.


Durante ese proceso dijo aquella frase histórica sobre un ejército asesino, hincado ante su amo extranjero. En definitiva, lo que surgió de ese juicio empezó a cambiar a Colombia y, cuando terminó, aquel indio de Cucunubá ya era una figura política de magnitud continental. Lo es hasta hoy.


Gaitán era entonces un abogado reciente. Había ingresado en la Universidad Nacional en 1920. Cuatro años después, el 26 de octubre de 1924, obtuvo su doctorado en Derecho y Ciencias Políticas con su tesis "Las ideas socialistas en Colombia".


El tribuno del pueblo

Después de la masacre de Magdalena, Gaitán se inclinó decididamente por la acción política. Acusó a los gobiernos conservadores por la miseria del país. En 1929 fundó la Unión Nacional Izquierdista Revolucionaria (UNIR), con la cual, según algunos historiadores (véase, por ejemplo, Ramón J. Velásquez), intentó quebrar el bipartidismo liberal-conservador y dirigirse a campesinos y obreros con una postura clasista.


Como fuese, no persistió en esa posición y adhirió al Partido Liberal, con el que fue elegido alcalde de Cundinamarca en 1936. Allí creó el desayuno escolar para alumnos pobres y comenzó la construcción de los primeros barrios obreros de la ciudad. Lo derrocaron a los seis meses.


Llegó a ser ministro de Educación en el gobierno liberal de Eduardo Santos, y desde ese puesto intentó desarrollar un amplio plan de reformas. He ahí una clave de la vida política de Gaitán: desechado aquel propósito de organizar una izquierda revolucionaria, promovió reformas democráticas profundas sin acompañarlas con la necesaria propuesta social democrática.


No fue, por tanto, un revolucionario. Tampoco se propuso serlo. Fue un demócrata consecuente en un país gobernado por una oligarquía cuyos modos de dominación eran, y lo son hasta hoy, incompatibles con la democracia política. Por eso en Colombia, actualmente, son asesinados más sindicalistas que en el resto del mundo en conjunto.


"Pueblo a las armas"

En 1948 gobernaba Colombia el conservador Mariano Ospina (1946/1950); Gaitán era amplio favorito para ganar las presidenciales de 1950. El 9 de abril, el día en que lo mataron, sesionaba en Bogotá la IX Conferencia Panamericana y allí estaban, entre otros, el general norteamericano George Marshall, el venezolano Rómulo Betancourt y el joven abogado cubano Fidel Castro Ruz, quien diría años después que ver el Bogotazo le enseñó "qué significa la capacidad de un pueblo para conducir su destino".


El día anterior, una niña, María Clara Samper (apellido vinculado con lo peor de la oligarquía colombiana), le había gritado a Gloria, hija de Gaitán: "¡Ojala maten a tu papá!". La condena se dictaba por una vía peculiar.


En la mañana del crimen, la mujer de Gaitán (dicen que esa noche ella soñó con el asesinato) le dijo a su marido: "Deja la Constitución y tómate el poder por la fuerza, que a las buenas no te van a dejar". Gaitán sonrió y se fue. Una hora y cinco minutos después del mediodía, a poco de salir de su bufete, un lumpen llamado Juan Roa Sierra (rato más tarde lo lincharon) lo asesinó de tres tiros.


Los locutores de la radioemisora liberal clamaron: "El gobierno ha asesinado a Gaitán… el pueblo se levanta grandioso para vengar a su líder ¡Pueblo a la carga! ¡Pueblo a las armas!".


Por la tarde, los incendios consumían la ciudad y el tiroteo entre los soldados y los atrincherados en barricadas anunciaba la guerra civil.


Muchos años después, detenido por la policía cubana por sus tareas de espionaje en la isla, el agente de la CIA John Meplees Espirito confesó: "Al llegar a Colombia conocí a otras gentes que trabajaban para el Centro, vinculados con la embajada (norteamericana) en Bogotá. Me presentaron a un individuo llamado Juan Roa Sierra. Este individuo, de nacionalidad colombiana, como dije antes, de tendencias fascistas, fue un individuo de confianza ya que había hecho con anterioridad algunos otros programas u otras misiones para los agentes, tanto del Centro como para la embajada".


La insurrección estallada por el asesinato de Gaitán derivó en guerra. El Partido Liberal no se presentó a las elecciones de 1950 y el ganador de esos comicios, el conservador Laureano Gómez, desprovisto de toda legitimidad y perdido cualquier sustento, fue derrocado por el general Gustavo Rojas Pinilla, que se mantuvo en el poder hasta 1955. En ese año, liberales y conservadores anudaron un acuerdo por el cual ambos partidos se alternaron en el poder hasta 1974.

Desde entonces, la represión política no ha hecho más que empeorar hasta derivar en el actual régimen de terror parapolicial y narcotraficante. Aquel pacto miserable llega a su momento de mayor degradación.


Los postulados de Jorge Eliécer Gaitán siguen tan vigentes como en su tiempo, y las tareas que él propuso permanecen incumplidas. La revolución obrera y socialista, como parte de sus propias tareas, se encargará de llevarlas a la práctica. Esa revolución conducirá a la victoria las banderas del tribuno del pueblo.


Alejandro Guerrero