Capellán de la flota de Thatcher
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Durante la guerra de Malvinas, que duró más de dos meses, el Vaticano no se apiadó para nada de la nación católica que combatía al imperialismo del anglicanismo impío. Se acordó de Argentina, al final, cuando vino a Buenos Aires luego de haber pasado, antes, por Londres. La dictadura le dio la oportunidad de hacer una concentración popular en Palermo, con la expectativa de que pudiera evitar que la capitulación por esas horas inminente provocara la caída de la propia dictadura. Naturalmente, fracasó. El Papa llamó a los argentinos a la ‘resignación’. Los milicos de la tres A se rindieron a los ‘piratas’, Galtieri se tuvo que ir y su sucesor llamó a elecciones. Para esa fecha Alfonsín ya había ido a la embajada norteamericana a ofrecer la transición de un gobierno presidido por Illia que capitularía ante la flota británica en lugar de los militares. En el congreso del PO de diciembre de 1982, Christian Rath destacó este hecho para pronosticar que Alfonsín sería presidente en las elecciones de octubre de 1983. El Papa hizo en aquella ocasión el papel de Baseotto de una flota impía contra los intereses nacionales de Argentina.