Historia

26/12/2018

Del Dogma socialista a la Constitución de 1853

Separación de la Iglesia del Estado: una batalla contra el capitalismo. Tercera parte

Esteban Echeverría, presidente de la Asociación de Mayo

La tarea de la lucha contra la religión es históricamente una tarea de la burguesía revolucionaria. Tanto en Francia como en Alemania ha existido la guerra burguesa contra la religión. Una vez terminadas las revoluciones burguesas en cada nación, la cuestión de la lucha democrática contra la religión pasó a segundo plano, ocupando el primero la lucha contra el naciente socialismo. El anticlericalismo burgués pasó a ser, entonces, una herramienta, un medio para desviar la atención de las masas obreras del socialismo. De esta forma, colocar en primer plano las divisiones religiosas en vez de las políticas, distrae la atención de la clase obrera de las tareas esenciales de la lucha de clase y revolucionaria.


En América Latina, las revoluciones independentistas no fueron anticlericales, sino políticas y económicas. En una nota anterior, damos cuenta de cómo el mismo Moreno suprimió de “El contrato social” de Rousseau el apartado en el que el francés criticaba a la religión. Los revolucionarios de mayo no se propusieron cambiar las creencias religiosas de la sociedad. Así fue que los procesos de construcción de un orden liberal se encontraron ligados a la propia construcción nacional, y las creencias liberales y las católicas se pensaron unidas.


Católicos con Iglesia


Si de la construcción del movimiento católico en la Argentina se trata, durante el período que va del año 1830 al 1930 podemos dar cuenta de un movimiento que, nacido de la disolución de la cristianidad colonial, comienza a hacer pie en nuestro territorio. Esta reinvención del catolicismo en terreno americano no sólo contó con nuevas imágenes, vírgenes y santos, sino que también incluyó las tareas de sacerdotes, religiosos y religiosas que crearon sus propias organizaciones y movimientos, fortaleciéndose con la llegada de nuevas órdenes y manteniendo relaciones, directamente, con Roma.


Fue recién en 1824 que una delegación proveniente del Vaticano visitó los nuevos países latinoamericanos; luego, en el Concilio Vaticano I, se definirían líneas concretas de intervención. Mientras tanto, la llegada de millones de inmigrantes durante el período mencionado propició el encuentro de este pequeño movimiento católico latinoamericano con los inmigrantes provenientes de regiones católicas de Europa. Estos últimos encontraron en la institución Iglesia que estaba surgiendo la posibilidad de recrear una identificación, un nacionalismo de pertenencia, de aceptar una religiosidad que los integraría a una sociedad que aún no conocían. Fue así como, entonces, la integración a la ciudadanía fue dándose a través de la identificación con lo religioso, especialmente lo católico.


La Generación del 37: del Dogma socialista a la Constitución de 1853


La Generación del '37 se formó en Buenos Aires en 1837, alrededor de lo que llamaron el “salón literario”, donde un grupo de intelectuales argentinos debatía sobre política, literatura y arte, entre otros aspectos. Inspirados en el romanticismo europeo y de corte liberal, propugnaban el abandono de la herencia monárquica de la colonia española y bregaban por la consolidación de una democracia, garante de los derechos de los ciudadanos.


Disuelto por Rosas, el salón se transformó en la clandestina “Asociación de Mayo” cuyo presidente fue Esteban Echeverría y sus principales integrantes y exponentes fueron Miguel Cané (padre), Juan Bautista Alberdi, Félix Frías, Domingo Sarmiento, Bartolomé Mitre, entre decenas de otros intelectuales y políticos de la época. Pretendían un gobierno central y un sistema de gobiernos municipales que garantizaran los derechos sociales siguiendo los principios e instituciones de una república democrática. Sus escritos, entre los que se encuentran el Dogma Socialista a la juventud argentina (Echeverría, Alberdi y Gutiérrez) y las Bases: y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (Alberdi), fueron dos grandes referencias para los constituyentes de la Asamblea de 1853. Los vínculos de estos textos con el poder eclesiástico, como veremos, fueron variando en función de conveniencias políticas.


Dogma socialista: fraternidad, libertad e igualdad… y el cristianismo como ley moral


El Dogma socialista a la juventud propone el desarrollo de quince palabras claves, levantando las banderas del progreso y la civilización, sobre la base de la asociación, la democracia y los derechos ciudadanos. En su sexto apartado (sexta palabra), postula a Dios como centro y periferia de su creencia religiosa y, al cristianismo, su ley, considerándolo “la mejor de las religiones positivas (…) porque es la ley moral de la conciencia y la razón”. Promueve al cristianismo, además, como la religión civilizadora y del progreso en tanto y en cuanto “trajo al mundo la fraternidad, igualdad y libertad”. Por ese motivo, por otorgarles derechos a los ciudadanos, proponen al cristianismo como la religión de la democracia en su función moral, ya que sostienen la libertad de culto.


Pero dejan en claro lo siguiente: la sociedad religiosa debe concebirse en forma separada de la sociedad civil: el Estado, como cuerpo político, no puede tener una religión. De esta forma, la misión que le otorgan al cristianismo se reduce a moralizar, a impartir la ley de Dios, a predicar fraternidad y caridad. Es decir, una religión que actúe como lazo social.


Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina


Fogoso partidario de la inmigración (europea), Alberdi sostiene que “gobernar es poblar”; de esta forma, insta a conquistar el principal enemigo: ese “desierto” patagónico, la cruzada que España dejó por la mitad. Esta tarea fue encomendada, sobre todo, a la congregación salesiana, que se instaló en el país a fines del siglo XIX.


Alberdi no concibe un país despoblado ni una Constitución para un país con un reducido número de habitantes. En cambio, piensa una carta magna que se plantee el objetivo de conquistar nuevos territorios y fomentar la inmigración, mientras hace alusión a que los inmigrantes europeos, con sus hábitos, traen aparejada más “civilización” que cualquier libro de filosofía de las universidades sudamericanas.


Es en este sentido que Alberdi se proclama como un defensor de la libertad de cultos (defendiendo la ley de libertad de cultos de 1825): o una nación exclusivamente católica y despoblada o “próspera y poblada, y tolerante en materia de religión”, que permita y fomente la inmigración de países, por ejemplo, sajones. De esta forma, se integrarían a la nación habitantes nuevos, con sus hábitos y cultos a cuestas, sin encontrar en la nueva nación un impedimento en materia religiosa que imposibilite su asentamiento.


Liberalismo


A nivel mundial, la posición de la Iglesia Romana respecto al liberalismo fue de total enfrentamiento: al proyecto liberal integral de la burguesía post segunda revolución industrial (fines del siglo XIX) se le opuso, desde el Vaticano, una unidad católica con el papado como centro, defensora de una “verdad única y eterna”. Así fue que las concepciones liberales del Dogma socialista y las Bases cambiaron, se adaptaron o negociaron cuando hubo que proyectar la Constitución de 1853 (como en el caso de Alberdi, autor intelectual de la misma), ser presidente de un país (Sarmiento) o ante las críticas de la comunidad católica en su conjunto. Ya veremos estas adaptaciones cuando pasemos a analizar las características de la Asamblea Constituyente de 1853 y la Constitución que resultó de la misma.


De todas formas, los efectos sociales y culturales de la modernidad igual surtieron efecto sobre la institución eclesial y esto representaría lo que en nuestro país, luego, se constituiría como la base social del catolicismo que pasara a identificarse y rearmarse en función de la aparición de nuevos movimientos políticos, como el peronismo, pero siempre reafirmándose en el campo contrario del socialismo y el anarquismo.



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La “Reforma General del orden eclesiástico” de Rivadavia: el Estado comienza a financiar a la Iglesia


 


Bibliografía


Mallimaci, F. El mito de la Argentina laica. Ed. Capital Intelectual. Buenos Aires, 2016.


Pinto, J., Mallimaci, F. La influencia de las religiones en el Estado y la Nación Argentina. Eudeba. Buenos Aires. 2013.


Echeverría, E. Dogma socialista, en http://www.cecies.org/imagenes/edicion_180.pdf


Alberdi, Juan B. Bases para la organización política de la República Argentina, en https://www.elcato.org/sites/default/files/bases-libro-electronico.pdf