1º de Mayo en Estados Unidos


Alrededor de 3 millones de manifestantes ganaron las calles de Estados Unidos el 10 de abril pasado en más de un centenar de las más importantes ciudades del país. La protesta sirvió de prólogo para “el Gran Paro Norteamericano” convocado para este 1º de Mayo. El propósito es repudiar los proyectos de ley que convierten a los indocumentados en criminales sujetos a prisión y/o expulsión del territorio norteamericano.


 


Lo que le dio un alcance monumental al movimiento fue el fracaso del Senado en dar curso a un nuevo proyecto de legalización acotada que cuenta con el apoyo de un ala del Partido Republicano de Bush y también del senador demócrata Ted Kennedy. Este bloque ha largado una campaña para concentrar esfuerzos en el apoyo a las variantes menos draconianas de las leyes en debate.


 


En función de esto, “26 grupos que integran la Coalición de la Inmigración consideraron que la huelga no es un mecanismo adecuado porque en este momento la acción debe provenir del Senado” (El Universal, 20/4). En el mismo sentido se pronunció el cardenal de Los Angeles —Roger Mahony—, que venía apoyando los derechos de los indocumentados. Es justamente en esa ciudad donde la movilización ha prendido con más fuerza, particularmente entre la juventud. El sábado 15 de abril una marcha multitudinaria fue dedicada a homenajear a Anthony Soltero, un chico de 16 años que arrastró a su escuela a las últimas concentraciones y a quien el vicerrector amenazó con arresto por tres años y una multa a su madre. “Esa noche Anthony se pegó un tiro en la cabeza; es nuestro primer mártir”, dijo Carlos Alvarez, compañero de Anthony en la Coalición de Estudiantes, y agregó “vamos a seguir adelante, más que nunca” (Clarín, 16/4).


 


Al calor de las movilizaciones vienen floreciendo nuevas organizaciones; “varios grupos estudiantiles que sólo coincidían en ser latinos o de derechos humanos, establecieron una nueva red en California y mantienen diálogos con grupos similares de otros estados” (Notimex, 19/4). El fenómeno tiene alcance nacional: “organizaciones que promueven una reforma migratoria que incluya la legalización de indocumentados comenzaron a reestructurarse en nuevas redes y coaliciones en todo el país” (ídem).


 


Lo que se pide


 


La cuestión es precisamente que ninguna de las reformas en curso, incluyendo la de Kennedy-McCain, incluye la legalización de los indocumentados. En el mejor de los casos alcanzaría a una minoría, luego de tortuosos pasos previos. Las propuestas más moderadas no difieren mucho de lo que propone el propio Bush, que es un programa de “trabajadores visitantes”; una fórmula “ideada por y para las grandes empresas, a las que les encantaría tener mano de obra barata que no pudiera votar” (Paul Krugman en La Nación, 20/4).


 


Como no es fácil disolver al movimiento con mera persuasión, ahora se sumó el palo a la zanahoria y el gobierno lanzó una ofensiva represiva que incluyó un megaoperativo, el pasado jueves 20, que concluyó con el allanamiento de 40 sucursales de la empresa IFCO Systems y el arresto de ni más ni menos que 1.200 personas (incluyendo siete directivos). Los trabajadores podrían ser deportados o procesados. En Houston, en Chicago y en Indianápolis trabajadores fueron despedidos por haber participado en las manifestaciones; “una muestra de la gran cantidad de trabajadores que desafiaron a sus empleadores pese a que sabían que podían despedirlos y porque consideran que lo que está en juego es demasiado grave” (Clarín, ídem).


 


Entonces, al gobierno el tiro le puede salir por la culata. Las agrupaciones que lanzaron originalmente la iniciativa de la huelga general del 1º de Mayo han reafirmado la convocatoria a una jornada de lucha y de unidad en torno al reclamo de “amnistía inmediata para todos”. El llamado ha sido recogido por organizaciones sindicales mexicanas que han planificado acciones propias en la zona fronteriza. Este 1º de Mayo, día internacional de lucha de la clase obrera, ya está marcado por esta novedad: vuelve con un gran movimiento a hacerse presente en su “patria” de origen, la del proletariado norteamericano y los mártires de Chicago.