Internacionales
30/4/2014|1312
A 40 años del Villazo
Seguir
La izquierda y el movimiento obrero
El 16 de marzo de 1974, el pueblo entero de Villa Constitución (provincia de Santa Fe) salía a las calles a celebrar el triunfo de los obreros de Acindar y demás fábricas metalúrgicas de la ciudad contra la burocracia de Lorenzo Miguel, en pleno gobierno de Perón. Se trató del histórico Villazo, la más alta expresión del clasismo argentino en aquellos años post Cordobazo.
Tras una semana de toma de fábrica en Acindar, con el apoyo de las demás plantas de la zona y la colaboración activa de la población de la ciudad -incluidos niños, ancianos, comerciantes y, sobre todo, las compañeras de los trabajadores en lucha-, los obreros metalúrgicos de Villa Constitución lograron un triunfo clave contra la burocracia de la UOM: el llamado a elecciones libres en la seccional del sindicato. Todo un desafío al gobierno de Juan Domingo Perón, que se respaldaba en lo peor de la burocracia sindical.
Por sus métodos (llegó a convocar a 7.000 metalúrgicos en las asambleas realizadas en plena toma de fábrica) y por su tenacidad, la lucha de los obreros de esta ciudad del sur de Santa Fe se convirtió, instantáneamente, en una referencia para todo el movimiento obrero argentino.
El proceso político que llevó al triunfo de los obreros de Villa tuvo su disparador, sin duda, en el movimiento clasista cordobés, el Cordobazo y el Viborazo.
En el año 1970, los primeros intentos de hacer frente a una patronal amparada políticamente por la dictadura de Onganía y Lanusse, y respaldada por una burocracia sindical completamente vendida, habían concluido en huelgas que fueron finalmente derrotadas. Sin embargo, sirvieron para producir maduración política que llevaría, poco después, a importantes conquistas, tanto dentro de la fábrica como hacia el exterior. Es así que la Lista Marrón, dirigida por el entonces combativo Alberto Piccinini, conquistará, en enero de 1973, el cuerpo de delegados y la comisión interna de Acindar. Los matones de Lorenzo Miguel, sin embargo, continuaban enquistados en la seccional Villa Constitución de la UOM, merced a una intervención nacional amparada por la Ley de Asociaciones Profesionales que Perón había acabado de promulgar.
El ataque del gobierno contra la inmensa tendencia antiburocrática a nivel nacional se había hecho efectivo desde el mismo regreso de Perón (e incluso antes, desde el golpe de Lastiri contra Cámpora). A fines de febrero de 1974, la UOM nacional envía, como interventores de la seccional, a dos provocadores que casi son linchados en una asamblea.
La respuesta de la burocracia fue la expulsión del sindicato de toda la comisión interna de Acindar. Mala idea. En diversas asambleas a lo largo del día, los trabajadores declaran el paro y la toma de fábrica (reteniendo como rehenes a directivos de la empresa). Casi inmediatamente se sumarían con la ocupación de sus plantas los obreros de Metcon y Marathon, expulsando a su vez a la burocracia y eligiendo internas combativas en cada una de las fábricas. Una firme tarea de difusión y búsqueda de solidaridad resultó en un apoyo creciente a la toma, no sólo del pueblo de Villa Constitución, sino a nivel nacional, de los nucleamientos clasistas que en todo el país venían sufriendo los ataques del gobierno (en primer lugar en Córdoba, donde, poco antes, en febrero de 1974, Perón había derrocado al gobierno de izquierda de Obregón Cano y Atilio López por medio de un golpe de la policía provincial, sin resistencia por parte de la dirigencia clasista, que no se decidía a enfrentar a Perón).
Una larga semana de toma de fábricas, con asambleas diarias de hasta 7.000 trabajadores, concluyó, finalmente, con un triunfo rotundo: reincorporación de la interna de Acindar a la UOM, el compromiso del llamado a elecciones en la seccional en el término de 120 días, destitución de los provocadores al frente de la intervención, constitución de una comisión normalizadora integrada en forma mayoritaria por delegados electos en asamblea y el compromiso, por parte de la empresa, el gobierno, la policía, la Justicia y el sindicato, de no tomar ninguna represalia por la toma.
Cerca de 20.000 personas salieron ese día, 16 de marzo de 1974, a las calles de Villa Constitución para celebrar que los obreros metalúrgicos le habían torcido el brazo al más poderoso burócrata, el más importante sostén del gobierno reaccionario de Perón. Eso fue el Villazo, el punto más alto de desarrollo de una alternativa proletaria tras los sucesos del Cordobazo y el Vivorazo. Esta lucha, con métodos revolucionarios, fue una expresión de la unidad de la izquierda y el movimiento obrero, esto porque fue un gran combate con el gobierno de Perón y porque la dirigencia de esta lucha monumental se identifica públicamente como parte de la izquierda política clasista de Argentina.
Cuarenta años después, nos queda la tarea de llevar esta tendencia histórica a su culminación.