Internacionales
1/4/2004|844
A Ahmed Yassín lo mataron para evitar "un acuerdo de paz"
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El gobierno sionista justificó el asesinato del jeque Ahmed Yassin como un “acto de autodefensa contra el extremismo”. Con Yassin llega a 327 el número de ejecuciones “selectivas” desde el inicio de la segunda Intifada (los propios israelíes reconocen que aproximadamente la mitad resultaron víctimas “inocentes”, incluidos 37 niños y 25 mujeres).
Pero Yassin no era un “extremista”; al contrario, dentro de Hamas representaba al ala más moderada, partidaria de un acuerdo con los sionistas sobre la base del reconocimiento del Estado de Israel. “El líder de Hamas asesinado por Israel se había mostrado proclive a un alto del fuego con Israel” –informó inmediatamente luego del asesinato la agencia noticiosa árabe CSCAweb. Según Marwan Bishara, profesor de la Universidad Norteamericana de París y autor de Palestine/Israel: peace or apartheid, se ha “matado al dirigente más moderado del movimiento islamista y quizás el último de su generación capaz de lograr un acuerdo entre Hamas y la Autoridad Palestina con respecto al proceso de paz, una vez que Israel se haya retirado de Gaza. Desde sus inicios a mediados de los ochenta, el jeque Yassin fue una figura moderada de Hamas que trató de reducir las diferencias que existían entre los inseguros ancianos religiosos del movimiento aglutinador de la Hermandad Musulmana y la generación más joven y decidida, que insistía en llevar a cabo una guerra por todos los medios” (La Vanguardia, de Barcelona, 23/3).
Esta caracterización fue confirmada por Ghada Ageel, catedrático palestino en Inglaterra, quien señaló que, desde el comienzo de la segunda Intifada, “Yassin había venido haciendo propuestas que marcaban un gran giro hacia una solución pragmática (...) Dos semanas antes de su asesinato, Yassin había anunciado un plan para la administración conjunta de Gaza, después de la retirada de Israel, por parte de Hamas, Al Fatah (Arafat) y otros grupos palestinos” (The Washington Post, 28/3).
En agosto, continúa Ageel, los sionistas habían asesinado a otro dirigente moderado del Hamas, Abu Shanab, que abiertamente defendía el reconocimiento a la existencia de Israel. Es decir que los sionistas asesinaron a los dos principales (y quizás únicos) dirigentes que podían llevar a Hamas a la mesa de negociaciones. La conclusión de Ageel, indiscutible, es que el régimen sionista está haciendo todo lo posible para hundir cualquier perspectiva de “paz” con el objeto de justificar la “limpieza étnica” de Palestina, la ocupación y la destrucción de la Autoridad Palestina.
Por primera vez las movilizaciones contra los atentados criminales tuvieron también su epicentro dentro de la comunidad árabe-israelí, que supera el millón de almas y representa el 20% de la población del Estado sionista. Una jornada de duelo fue acatada en todos los pueblos de mayoría árabe dentro de Israel, y las calles de la principal ciudad del norte israelí, de mayoría árabe, Nazaret, fueron ganadas por más de 3 mil manifestantes (La Vanguardia, 24/3). A diferencia de lo ocurrido dos años atrás, cuando el sionismo promovió virtuales pogroms antiárabes en respuesta a una jornada de solidaridad con la Intifada en los “territorios”, esta vez, no sólo no los pudo desatar, sino que el asesinato del líder de Hamas concitó importantes manifestaciones de repudio entre los trabajadores judeo-israelíes.