Internacionales
23/2/2023
A propósito del cierre forzado de Redfish
Se trata de un medio digital de izquierda, con sede en Alemania.
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Peces chicos y peces grandes.
Redfish, un medio digital de izquierda con sede en Alemania, acaba de anunciar su cierre forzado por “la agresión mediática de la Unión Europea (UE)”, según denunciara en su portal. Desde su página web y en las redes sociales, desde 2017, el colectivo de periodistas de Redfish usó las plataformas para producir y poner en circulación videos de la represión en Francia a las masivas manifestaciones contra la reforma jubilatoria de Macron, de las movilizaciones contra el cambio climático en Alemania; contenido sobre el golpe de Estado en Perú, las brutalidades del gobierno filipino; y homenajes aniversario a figuras como Rosa Luxemburgo o Amilcar Cabral, entre otros tantos contenidos que intentan asumir –así lo declaran- “la perspectiva de todos aquellos que estén oprimidos por el sistema capitalista en el Norte y el Sur Global”, por “el racismo, la guerra, el imperialismo, el patriarcado, el ecocidio y la desigualdad extrema”.
Si bien denuncian hostigamiento y distintas formas de censura casi desde los primeros años de su lanzamiento, la guerra en curso “brindó una oportunidad de oro” para que tanto la UE como las grandes plataformas puedan asfixiar al pez rojo, cuya empresa matriz es Ruptly, que pertenece a la cadena de Russia Today.
La excepción de la regla
En octubre de 2022 entró en vigor en todo el ámbito de la Unión Europea la Ley de Servicios Digitales, con el objetivo de regular las plataformas, crear “un entorno en línea más seguro y responsable” con “nuevas y exhaustivas obligaciones para que las plataformas en línea reduzcan los daños y contrarresten los riesgos”, entre otros propósitos declarados.
Con todo, el colectivo de periodistas denuncia uno de los artículos de la ley, que establece un estado de excepción para los “tiempos de crisis”, cuando “puede ser necesario que los proveedores de plataformas en línea muy grandes tomen con urgencia ciertas medidas específicas”, frente a “circunstancias extraordinarias que pueden dar lugar a una amenaza grave para la seguridad”, como podrían resultar de “conflictos armados o actos de terrorismo…” (Regulation 2022/2065 of the European Parliament and of the Council of 19 October 2022 on a Single Market For Digital Services, art.91). Como sucede con todas las leyes que se elaboran para garantizar la “libertad de prensa”, los encomiables propósitos no se cumplen o rara vez se aplican, mientras que las excepciones se ejecutan contra aquellos que nadan contra la corriente.
Los Estados y las grandes plataformas digitales –a quienes la ley intentaría regular para “seguridad de sus usuarios”- aunaron sus esfuerzos en estos “tiempos de crisis” para alinear a los medios europeos detrás de los intereses de la Otan y el imperialismo estadounidense. Una de las primeras acciones contra Redfish fue la de etiquetarla como “un medio afiliado al Estado ruso”, marbete que no aplicaron ni a los restantes medios de la UE o a las corporaciones digitales que tienen compromisos o con sus gobiernos o con el aparato de inteligencia estadounidense, o con la Otan. “Si informas lo que le gusta a la corriente principal –señalan en su despedida- te certifican como periodista; si informas algo que no les gusta, te designan como una amenaza”.
El colectivo de periodistas también denuncia que se le dio de baja a contenidos a pesar de cumplir con los términos y condiciones estipulados, se le aplicó etiquetas de advertencia para hacer invisible el contenido o impedir que se lo comparta, se calificó a sus producciones como actos de desinformación, se le congeló temporariamente su cuenta bancaria, entre otras acciones de censura directa o indirecta.
En tiempos de guerra se hace más evidente que el “ecosistema” de medios y plataformas no tiende a la diversidad de voces y perspectivas sino más bien a su homogénea concentración bajo la alianza de hierro entre Estados y corporaciones: el pez grande se come al pez chico. Redfish cierra su texto con esta cita: “En todo el mundo, dondequiera que haya capitalistas, la libertad de prensa significa libertad para comprar periódicos, comprar escritores, sobornar, comprar y falsear la opinión pública en beneficio de la burguesía.” Pertenece a Lenin, quien no solo alentó y creó medios para defender la perspectiva de los oprimidos por el sistema capitalista sino que planteó la necesidad de que los medios fueran el organizador colectivo para la revolución.
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