A una militante feminista

La compañera Genoveva, de Rosario, envió una carta a Prensa Obrera que se publicó en nuestra edición del 4/7 (Nº 502).


Genoveva nos criticó por la carta que nuestras militantes repartieron en el último Encuentro de Mujeres, acusando al PO de una actitud de “opresores de género”. El PO no valoraría correctamente esta “jerarquía”: “no hacen un seguimiento ni un análisis marxista de semejante fuerza social y nos aconsejan, desde un escalón más alto, qué debemos hacer las mujeres”.


Seguramente el PO no es inmune a las presiones de la clase social que representa y del mundo en el que actúa. Pero lo que con seguridad sí procura el PO es integrar al hombre y a la mujer a la lucha común contra la explotación capitalista, la que se encuentra en la base de todas las opresiones que sufre la humanidad. No podemos esperar a que la mujer se encuentre “en igualdad de condiciones con el hombre para poder dar juntos la pelea de clase”, como proclama Genoveva. 


En las organizaciones obreras, sindicales, estudiantiles y socialistas que construimos, luchamos por la plena igualdad del hombre y la mujer. Pero de un modo general en la sociedad, la “plena igualdad” sólo podrá ser alcanzada mediante la conquista del poder político para la clase obrera y la construcción del socialismo, una sociedad liberada de las cadenas de clase y de toda explotación.


Genoveva, lamentablemente, no es concreta:


* “la opresión del género es el sustento de esta sociedad de clases, que va más allá del problema Menem-Cavallo”. De este modo, se critica nuestro reclamo de que el Encuentro produzca un rotundo pronunciamiento contra el régimen menemo-cavallista, y se diluye el carácter específico y concreto de la opresión de la mujer hoy. 


* “Cometen otro error, capitulando a la burguesía patriarcal, cuando dicen que la iglesia quiere silenciar los encuentros”. El PO denuncia en la conducta de la Iglesia a la vanguardia ideológica indiscutible del capital, en este país especialmente, y de carácter general en el mundo, en materia de opresión de la mujer y preservación de su particular atraso cultural. Reducir la crítica a “toda la clase dominante”, como reclama Genoveva, impide comprender las mediaciones que llevan a la opresión concreta de la mujer. En particular, no contribuye a comprender la tarea encubridora de las corrientes “progre” del campo burgués (Frepaso-radicales), opuestos por el vértice a la denuncia del clero y el Vaticano; éstos sí, verdaderos capituladores y entregadores de las reivindicaciones del movimiento de la mujer.


* El PO, dice Genoveva, “tiene una posición totalmente patriarcal”. Llegaríamos a esto porque “El patriarcado (mucho más viejo que el capitalismo), para poder producir plusvalía oprimiendo a la clase productora, necesita la ‘jerarquía’ que, en los distintos sectores de la sociedad, pone al hombre por encima de la mujer, logrando así la opresión de un sexo sobre el otro”. Otra vez, lo genérico suplanta a lo concreto. El fenómeno “patriarcal” encubre aquí el carácter específico de la explotación de la plusvalía, característica de esta sociedad capitalista y de ninguna otra. 


Insistimos, la opresión de la mujer bajo el capitalismo tiene un carácter particular y concreto, que reclama una lucha común del hombre y la mujer con conciencia de clase. El feminismo abstracto, la lucha separada por las reivindicaciones de “género”, escinden la imprescindible lucha en común que tenemos que librar hombres y mujeres. Es como si de la constatación “formal” de que el grueso de la plusvalía extraída históricamente bajo el capitalismo ha sido arrancada a los “hombres”, sacáramos la conclusión de que la emancipación social debería provenir de una organización “masculina”.


Si en nombre del marxismo se dijera esto, caeríamos en el ridículo.